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Amenaza de muerte, destrucción y dominación para América Latina y el Caribe con la IV Flota imperial

Fuentes: CEPRID

Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra la Guerra – Comité Independencia y Soberanía Para América Latina (CISPAL)

Estados Unidos creó la IV Flota en 1943, con el objetivo de combatir a los submarinos de la Alemania nazi que merodeaban por el Atlántico y el Caribe. Terminada la guerra era lógico que fuese desactivada, lo que ocurrió en 1950 cuando sus buques de guerra pasaron a formar parte de la II Flota de Estados Unidos. En la actualidad, después de 58 años, la IV Flota volvió a sus actividades en medio de la insurgencia de los pueblos latinoamericanos y caribeños que constatan el declive omnipotente del imperio en esta parte del mundo, cuando algunos gobiernos progresistas exigen respeto a la soberanía e independencia de sus patrias. Entonces, Estados Unidos, al perder una parte significativa de su poder hegemónico, pretende recuperarlo con la amenaza de guerra, invasión armada, destrucción y muerte. El fin es la dominación neocolonial que será truncada por los pueblos y gobiernos hartos del dictado imperial.

La IV Flota fue reactivada en el mes de abril de 2008, cuando el Jefe de Operaciones Navales de esa época, el almirante Gary Roughead, anunció el renacimiento de ese aparataje de guerra, para vigilar o intervenir en una zona caracterizada por la carencia de conflictos bélicos. El 12 de julio de ese mismo año se oficializó el restablecimiento de esa flota, durante una ceremonia llevada a cabo en la Estación Naval de Mayport.

De esa reactivación nunca se informó a los gobiernos de los países de Sudamérica que expresaron preocupación y sorpresa. Fueron los gobiernos de Argentina y Brasil, los que preguntaron al Departamento de Estado de Estados Unidos, cuáles serían las misiones de la flota relanzada. En Venezuela, el presidente Hugo Chávez con sobra de razones expresaba que la IV Flota habría sido relanzada para amedrentar y asustar a los pueblos de América del Sur, al tiempo que prometía que los aviones venezolanos Sukhoi Su-30, recientemente adquiridos a Rusia podrían hundir cualquier nave estadounidense que invadiese aguas venezolanas. Por su parte, el Comandante en Jefe Fidel Castro, advertía que la IV Flota podría provocar nuevos incidentes como los ocurridos entre Ecuador y Colombia, como consecuencia del bombardeo colombiano al suelo ecuatoriano de Angostura ocurrida en marzo del año 2008.

La IV Flota de Estados Unidos comenzó sus operaciones en julio de 2008 con la misión de vigilar buques, aviones y submarinos que transiten por el Caribe, América Central y América del Sur con el siempre recurrido pretexto de supuestamente «combatir el terrorismo» y «actividades ilícitas» como el narcotráfico. La Casa Blanca informaba que la IV Flota podrá emprender acciones conjuntas con las fuerzas navales de países amigos con los que mantiene intereses comunes: ayuda económica, política y militar con fines de adoctrinamiento, cooperación en la ejecución de planes de contingencia, y la acostumbrada «ayuda humanitaria» con la que penetran las tropas yanquis en nuestras patrias, sin disparar un tiro.

Esa Flota estará encabezada por un poderoso portaaviones nuclear y sus actividades serán coordinadas con el Comando Sur de Estados Unidos en Mayport (Florida). En su primera etapa, las operaciones navales estuvieron bajo responsabilidad del contraalmirante Joseph Kernan, que fue comandante del Comando de Tácticas Especiales de Guerra Naval.

En la actualidad, el Jefe del Comando Sur norteamericano, general John Kelly, sostiene que la Flota cumplirá su deber y servirá para neutralizar la influencia iraní en los países de América Latina antagonistas de Estados Unidos.

«La realidad sobre el terreno es que Irán se esfuerza por mantener su influencia en la región, y sus intentos por cooperar con un pequeño grupo de países con intereses adversos a Estados Unidos están disminuyendo», agregaba el militar Kelly en una audiencia en el Senado estadounidense.

En los últimos años Irán ha incrementado sus relaciones con Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina «en un intento por tratar de evadir las sanciones internacionales en su contra y atizar los sentimientos antiestadounidenses, pero esta política no obstante ha tenido sólo un éxito marginal, y la región en su conjunto no ha sido receptiva de los esfuerzos iraníes». Sin embargo Kelly recordó que Hezbolá, que cuenta con el apoyo de Teherán, se ha establecido en zonas de América Latina y ha recibido en el pasado colaboración de autoridades venezolanas.

En ese sentido, y ante los recortes presupuestarios que enfrenta el Pentágono, Kelly advirtió que «limitar la capacidad de inteligencia del Comando Sur podría evitar que se tenga un conocimiento integral de las actividades iraníes y de Hezbolá en la región». Claramente el Jefe del Comando Sur expresa que continuará la injerencia en los países de América del Sur y el Caribe, y para ello servirá la IV Flota que ejecuta maniobras estratégicas en la subregión. Las operaciones navales abarcan los 30 países del subcontinente, «cubriendo 15.6 millones de millas cuadradas en las aguas contiguas a Centro, Suramérica y el Mar Caribe».

En el siglo XXI, por su sobre su capacidad guerrerista y belicosidad despiadada e inhumana, el imperialismo norteamericano ha perdido terreno en todo el mundo y, en especial, en América Latina y el Caribe que han creado nuevas formas de integración y unidad como el ALBA, Unasur y Celac. Estados Unidos ha perdido en algunos países su influencia que era determinante y definitiva debido a su prepotencia imperial contrarrestada por el surgimiento de nuevos líderes gubernamentales y por la conciencia social, nacionalista y soberana de movimientos sociales y políticos cansados de la obediencia al dictado imperial. Ese despertar conciencial se debe al rechazo de los pueblos al consenso de Washington y la consiguiente imposición de políticas neoliberales. «Existe ahora, un desarrollo de la conciencia antiimperialista de los pueblos de Latinoamérica porque los trabajadores y la juventud comprenden que los causantes de sus males, de su situación de atraso y dependencia son responsables los monopolios implantados por las transnacionales y el gobierno norteamericano.

Los Estados Unidos van a utilizar todo lo que esté a su disposición para remachar las cadenas de dominación en Latinoamérica, para aquello han levantado el concepto de la guerra preventiva, según la cual «debe combatirse al terrorismo donde quiera que se encuentre, debe eliminarse a los ‘terroristas’ a como de lugar, debe interrumpirse o cortar las posibilidades del desarrollo de la guerra revolucionaria, debe incluirse -imponerse si fuera necesario- la incorporación de otros Estados o Gobiernos, debe eliminarse oportunamente las células terroristas, «el eje del mal», deben derrocarse los gobiernos que no son incondicionales a la política del imperialismo» según se advierte en libro de Pablo Miranda, «La guerra preventiva en América Latina», Revista Política N° 24, Ediciones de la Revolución Ecuatoriana, abril 2008, pág. 75.)

«Es así que la IV Flota Estadounidense se convierte en una herramienta de terror y muerte, es parte de la política guerrerista de los EEU, al mismo tiempo se convertirá en un mecanismo de presión y arma fundamental en una presunta intervención a los países donde la correlación de fuerzas ha cambiado».

Jules Dufour, en su artículo «El regreso de la Cuarta Flota y el futuro de América Latina» publicado en Global Research, en agosto del 2008, sostenía: «Las tuercas se aprietan contra América Latina. La cuarta flota estadounidense ha entrado oficialmente en servicio el primero de julio. Este nuevo anuncio del 23 de abril pasado no sorprende cuando uno sabe que Washington se ha mostrado en los últimos años, muy preocupado por los movimientos de emancipación económica, social y política que hacen varios países de América del Sur con los avances extraordinarios de la revolución bolivariana y sobre todo, desde que se ha formado la alianza bolivariana de las Américas (Alba) y que se han creado varias instituciones concebidas para asegurar una mayor autonomía de los países de la región.

El autor añade: Recuperar el terreno perdido parece ser el desafío hecho en la política estadounidense de intervención en América del Sur. Retomar el control en todos los planes y, sobre todo, sobre el plan militar. La cuarta flota es un elemento de la estrategia global aplicada en este contexto. Así, la presencia de esta flota en las aguas que rodean Suramérica y el mar Caribe se ejercerá una presión que será una amenaza constante sobre los regímenes políticos que ya no se conforman mas con las reglas del » partenariat » impuestas por Washington o sobre los que osarían ponerlas en tela de juicio, es decir sobre los que han hecho progresar la democracia participativa, ciudadana y solidaria como sucede en Venezuela, en Bolivia y en Ecuador. Esta presión se agrega al proceso de desestabilización de gobiernos de estos Estados y de consolidación de armadas nacionales de países que continúan siendo fieles y que se han comprometido a colaborar.

Según el comunicado de prensa emitido el 23 de abril de 2008, esta flota tendrá por misión patrullar en las aguas latinoamericanas y caribeñas. «Volviendo a poner en servicio la IV flota, nosotros reconocemos la inmensa importancia de la seguridad marítima en esta región» declaraba el almirante Cary Roughead, en su condición de jefe de operaciones navales del Pentágono». La IV flota tiene su base en Mayport, en el Estado de la Florida y actúa bajo la doble jefatura de la marina americana y de las fuerzas militares del comando sur, es decir que está ubicada bajo la jefatura del Southern Command (SC). Este comando o el comando Sur (US SOUTHCOM) que posee sus cuarteles generales en Miami, en Florida, es uno de los nueve comandos de combate unificados del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Su territorio de intervención cubre la superficie de América del Sur, de América Central y del Caribe. De hecho le corresponde una superficie total de 40,4 millones de kilómetros cuadrados, es decir la de los 30 países que componen el subcontinente y de un punto de vista global intervienen sobre un espacio correspondiente acerca del 20% de la superficie total de los continentes.

«Este comando está dotado de un doble mandato, a la vez militar y civil. Su personal proviene de la armada, de la fuerza naval, de la fuerza aérea, de la infantería de marina, del servicio de guardacostas y de otras agencias federales. Sus diversas misiones y actividades de cooperación en el dominio de la seguridad se efectúan sobre el comando conjunto de la armada del Sur, del comando de la fuerzas navales del sur, de las fuerzas de infantería, de la marina del Sur, del comando de operaciones especiales del sur, de la fuerza de la misión conjunta interinstitucional del sur, del comando de la misión conjunta Bravo, del comando de la fuerza de misión conjunta Guantánamo y de las Oficinas de asistencia a la seguridad (southcom.mil ). La misión del SC es de efectuar operaciones militares y de promover la cooperación en el dominio de la seguridad con el fin de obtener los objetivos estratégicos de los Estados Unidos; para hacer esto, el SC dispone de una serie de recursos para combatir el narcoterrorismo, para prestar ayuda humanitaria en reacción a los desastres, para hacer operaciones que necesitan la participación de la armada y para intervenir en el teatro de operaciones llevadas para garantizar la seguridad. El SC tiene como objetivos principales el de asegurar la defensa de los Estados Unidos como el de promover las alianzas regionales y la estabilidad hemisférica de esta misión. Esta misión y estos objetivos se enmarcan al interior de una estrategia global que consiste en formar alianzas colectivas para garantizar la seguridad, para promover la estabilidad y favorecer la prosperidad en todo este espacio operacional tomando como recursos todas las fuentes de las que disponen los Estados nacionales de las Américas (southcom.mil/).

Patio trasero y lago particular

El discurso colonizador no puede ser más claro, pues para ese tipo de pensamiento, nuestros países siguen siendo el «patio trasero» del imperio y el Caribe su «lago particular». Por eso, el «comando del SC se ejerce sobre la masa terrestre de América Latina situada al sur de México, las aguas que rodean América central y América del Sur, las del mar Caribe con sus doce países insulares y territorios sobre la jurisdicción de países europeos, el golfo de México y una porción del Océano Atlántico. Los países ubicados sobre la vigilancia de este comando son: Antigua y Barbuda, Argentina, Las Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Islas Caimanes, Chile, Colombia, Costa Rica, Dominica, La República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, República de Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucia, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela, (southcom.mil).

La política imperial que se aplica «hoy en día con los dispositivos de vigilancia y de intervención que no exigen necesariamente una invasión terrestre para asegurar el control de un territorio. Es de esta forma que el Southern, no ha estado presente totalmente sobre el terreno; para él, solo le basta con disponer de las informaciones necesarias y el puede golpear ahí donde es necesario de hacer a partir de instalaciones militares que pueden situarse a miles de kilómetros de blancos u objetivos. El golpe perpetrado en suelo ecuatoriano contra las FARC el primero de marzo de 2008, es la prueba de esta situación. Este comando se muestra indispensable para asegurar la seguridad de los intereses americanos en la región y para controlar el acceso a los recursos estratégicos tales como los recursos energéticos fósiles y las reservas de aguas de la Amazonia.

Los estadounidenses disponen, al igual que con el cierre de sus instalaciones en Panamá, de un imponente arsenal de combate disponible para defender los intereses americanos en América del Sur o para «defender la América» como ellos lo dicen en sus reportes. Ellos pueden contar con las fuerzas acantonadas en los mismos Estados Unidos y eventualmente sobre aquellas de las armadas nacionales de muchos países tales como el Perú, Guatemala, República Dominicana, El Salvador, Honduras, Paraguay, Chile y Colombia. Es en este último país y en Honduras, los contingentes de soldados americanos son los más numerosos e importantes. En Colombia, se nota la presencia de 800 militares americanos y de 600 consejeros ubicados bajo contrato. Estos efectivos apoyan desde Bogotá las operaciones contra las FARC y sobre todo contribuyen a la formación y al entrenamiento de las fuerzas militares de Colombia, todo bajo el financiamiento que desde hace 14 años se realiza en el marco del llamado Plan Colombia.

Este plan, que al inicio fue concebido esencialmente para permitir la erradicación de la coca y luego reemplazarla por otros cultivos, fue transformado desde su puesta en marcha en 1999, por un programa de financiamiento de operaciones militares ejecutadas por el ejército colombiano o por diversas fuerzas paramilitares de este país. A partir del 2001, el financiamiento dado por la administración Bush, ha ido incrementándose de manera significativa pasando del orden de un poco mas de 100 a 380 millones de dólares, correspondientes a una parte importante de los 676 millones de dólares acordados en el marco de «la iniciativa andina de guerra contra las drogas». En 2004, este financiamiento alcanzo la suma de $ 463 millones de dólares.

Según Piedad Córdoba Ruiz, ex senadora colombiana, el 48.5% de las fuentes de financiamiento del Plan Colombia provienen del Estado colombiano. La «ayuda» militar de Estados Unidos superó ya los siete mil millones de dólares que se han gastado en los «batallones antinarcóticos» y para la compra de helicópteros Black Hawk y para «perseguir, juzgar y condenar los narcotraficantes y otros delincuentes», es decir a los «terroristas» de las FARC-EP y ELN. A más de la IV Flota, el Southern Command posee poderosas bases militares en América Latina. El SC puede operar a partir de sitios localizados en Fort Buchanan, en San Juan (Puerto Rico), y en Fort Bravo en Soto Cano en Honduras. Además, posee otros sitios avanzados en Comalapa en El Salvador, y sobre las islas de Aruba y de Curazao. El comando trabaja de manera cooperativa con las fuerzas militares del Perú, del Salvador, del Brasil, de Honduras, del Paraguay, de Guatemala y de Chile. En Colombia a pesar de que la Corte Constitucional negara la entrega de siete bases militares, Estados Unidos utiliza todas las bases que quiera, según sean sus necesidades o sus objetivos geoestratégicos permanentes u ocasionales. La IV Flota, según N. Kozloff, está conformada por «11 navíos que están actualmente ubicados sobre el Southern Command, una cifra que podría aumentar en el futuro. La flota tiene previsto asignar un porta aviones de propulsión nuclear, en ese sentido el USS George Washington tiene esa fuerza. Según otras informaciones los Estados Unidos tendrían para este objetivo 10 porta-aviones Nimitz que poseen una potencia de desplazamiento de 101,000 a 104,000 toneladas y un largor de 333 metros; estos aparatos están dotados de dos reactores nucleares, pueden desplazarse a una velocidad de 56 Km por/hora y tienen la capacidad de albergar 80 aviones bombarderos. Vale la pena tener en cuenta otros dos navíos que harían parte de la flota, el USS Kearsarge LHD-3 y el USS Boxer (LHD-4).

Durante el siglo XX y hasta la fecha, las fuerzas navales estadounidenses han estado omnipresentes en los océanos del hemisferio sur de la misma manera que lo han sido en todos los espacios oceánicos del planeta. La presencia y las operaciones navales conducidas por la marina yanqui, puesta bajo el mando del Southern Command son una realidad que afecta América Latina en conjunto desde 1960. Pues en efecto, cada año las fuerzas navales del Southern Command realizan maniobras militares y especialmente las operaciones UNITAS. Estos ejercicios se realizan con la participación de algunos países suramericanos y otros países invitados. Generalmente reúnen personal de las fuerzas navales del Southern Command, de los destructores Squadron Four Zero, USS Forrest Sherman (DDG98), USS Farragut (DDG 99) USS Kauffman (FFG 59) así como personal de la división internacional de entrenamiento de la guardia costera de los Estados Unidos y el personal de la marina.

Lejeune Mirhan, en un análisis publicado en www.vermelho.org, traducido para Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala por Àlex Tarradellas sostiene:

Los Estados Unidos poseen el mayor y más poderoso ejército de tierra. Sus fuerzas armadas combinadas, que superan los dos millones de soldados, esparcidos en todos los continentes, son las que poseen los mejores y más sofisticados equipamientos, la mejor tecnología, el mejor entrenamiento y sus soldados -todos profesionales- son los mejor remunerados del planeta.

En el caso de sus flotas navales, éstas siempre han sido siete en total. La Primera Flota es la más antigua, la histórica, y está prácticamente desactivada. La polémica Cuarta Flota funcionó entre 1943 y 1950, pero acabó siendo desactivada. Las otras actualmente se encuentran en las siguientes zonas: la Tercera en el norte y este del Pacífico; la Segunda en el resto del Atlántico Norte, la costa este de los Estados Unidos y el oeste de África; la Quinta permanece constantemente en el Golfo Pérsico vigilando el estrecho de Ormuz; la Sexta en el mar Mediterráneo; y la Séptima en el oeste del Pacífico y todo el océano Índico. Esa es la distribución de las flotas navales estadounidenses.

Ya se ha hablado del potencial que esas flotas navales poseen. No sólo en términos de armamentos nucleares y tecnología, sino en todo el dispositivo que ésta desplaza al mar. Como media, cada flota naval contiene hasta 120 aviones, 60 tanques, tres submarinos nucleares y 12 navíos de escolta (cruceros o cazatorpederos). Lo más sorprendente es su capacidad de bombardeo. Se sabe que cualquier punto en la tierra, en nuestro planeta, puede ser atacado por un avión estadounidense en menos de 90 minutos, saliendo éste de un portaviones, que son los buques insignia de las flotas navales. Un ataque de esa naturaleza, ordenado por el presidente de los Estados Unidos, podría ocurrir sin que una aeronave supersónica estadounidense necesitara aterrizar en tierra o reabastecerse. ¡Se levanta el vuelo, se ataca y se regresa a la base, en el portaviones nuclear!»

¿Para qué la IV Flota si no es para amenazar a nuestras patrias, muchas de las cuales viven gobiernos progresistas y democráticos? Estados Unidos debería comprender que el Consenso de Washington que originó el neoliberalismo fue un fracaso condenado por latinoamericanos y caribeños y debe entender que estos ya no son tiempos de la política de la zanahoria y el gran garrote y mucho menos de la doctrina Monroe, porque América no es para los estadounidenses solamente, es para latinos y caribeños. Por tanto, todo el poder bélico imperial, incluida la IV Flota son inútiles.

El autor brasilero Lejeune Mirhan, afirmaba: «tenemos las recientes descubiertos megacampos petrolíferos en la costa brasileña, hay más de 300 kilómetros mar adentro y debajo de la plataforma continental, en áreas que hace algún tiempo que los técnicos llaman «pré-sal». Las reservas estimadas y deducidas de la cuenca de Santos, Campos y algunas otras zonas del noreste pueden colocar a Brasil en el mismo nivel que el de las llamadas «Siete Hermanas» de la industria del petróleo, pudiéndose situar entre las tres mayores del planeta. Algunos técnicos y especialistas afirman que podemos haber aumentado nuestras reservas en hasta 50.000 millones de barriles de petróleo, casi cinco veces más que el total de hoy en día.

Brasil, Irán, China…

Con el proceso de reactivación, el griterío fue general. El presidente Lula en su época cuestionó la necesidad de la reactivación de la Cuarta Flota. Para qué, se preguntó Lula. El presidente se extrañó de esa necesidad y lo relacionó inmediatamente con las descubiertas de petróleo en Brasil.

Algunos especialistas llegan a afirmar que esa Cuarta Flota sería para dar apoyo a algún ataque a Irán que sería a partir de la Quinta Flota del Golfo Pérsico. En un máximo de 16 horas, las embarcaciones serían desplazadas desde América Latina y el Caribe hasta el Golfo.

Guillermo Burneo Seminario, en Alainet, decía: «Desintegrada la URSS a inicios de la década del 90 del siglo XX y, ya como potencia hegemónica unipolar, Estados Unidos emprende la guerra contra el «terrorismo» invadiendo a Irak y Afganistán en el Medio Oriente, y en América Latina desplazando y posicionando contingentes armados en bases militares bajo el pretexto de la guerra contra las drogas.

En la actualidad, en una coyuntura internacional en donde la hegemonía de los Estados Unidos es cuestionada y disputada por la emergencia de China como nueva potencia, la IV Flota es reactivada para articular el dispositivo militar estadounidense desplegado en América Latina, como parte de una estrategia bélica de magnitud global en el siglo XXI.

Hay países en desarrollo aplicando políticas anti cíclicas, sostenía. China está promocionando el mercado interno, la industria y la agricultura, la infraestructura, la tecnología, la ciencia y la educación mediante un programa económico anti crisis de 586 mil millones de dólares y haciendo de la crisis la oportunidad para sentar la base de un nuevo crecimiento.

La demanda de materias primas por parte de China y otras economías en desarrollo, está permitiendo también a los países ricos en minerales e hidrocarburos sortear la crisis económica. El Financial Times informó que China prestó 110.000 millones de dólares en el 2009 y el 2010 a las naciones en desarrollo, superando al Banco Mundial en el mismo periodo. También China es el primer acreedor de los Estados Unidos mediante la compra de bonos del tesoro público.

Mantener el rol hegemónico del dólar en el comercio y las finanzas internacionales es vital para la política y estrategia imperial de los Estados Unidos. El dólar es la médula del sistema financiero internacional, lo que le da una gran ventaja. Es por eso que como respuesta a la crisis está inundando de dólares «el mundo que, como el dinero falso, carece totalmente de respaldo». País que se atreva a optar por otra moneda está sujeto a una «gran presión y en algunos casos bajo devastadores ataques. Saddam Hussein, que prohibió la circulación del dólar en todas las esferas económicas de Irak, incluido el comercio del petróleo fue derrocado y ahorcado y su país quedó en ruinas. Muammar Gadafi inició el cambio en las transacciones de petróleo y gas libio a divisas árabes con respaldo en oro y los ataques aéreos se iniciaron casi de inmediato…Teherán tuvo que suspender su plan de eliminar el dólar para evitar ser víctima de una agresión». Esto no amilanó al presidente chino Hu Jintao quien manifestó que «la preeminencia del dólar es cosa del pasado».

Estados Unidos tiene claro que su alianza con Europa es una garantía fundamental para su hegemonía. Es sobre esta alianza que erige y expande la OTAN como el gendarme global bajo su férula. Pero es en época de crisis cuando las tensiones entre aliados se agudizan. Con el euro debilitado y zarandeado, con el precio del petróleo en alza y el descontento social creciendo, Europa se asocia con Rusia en la construcción de ductos necesarios y vitales para el abastecimiento de gas.

Rusia, renaciendo desde sus cenizas y con la garantía de su poder atómico, demanda y clama ser considerada como protagonista decisiva en los asuntos globales, fundamentalmente en Europa, Medio Oriente y Asia. Necesita de sus vecinos europeos para garantizar que la paz perdure en el continente, así como, para lograr el propósito de modernizar su industria que la convierta «en una de las cinco economías del mundo para el 2020».

La OTAN invita a Rusia a integrase a su sistema militar, pero Estados Unidos persiste en instalar el escudo antimisiles en Polonia, lo que es inaceptable para Rusia. Por otro lado, Rusia no descuida su relación con países que integraron la URSS y busca darle nuevo dinamismo a la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Ya en el 2000 fomentó la Comunidad Económica Euroasiática (CEEA) y en el 2001 constituyó la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) con Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y China y como observadores, a India, Irán Pakistán, Mongolia, Bielorrusia y Sri Lanka.

Es sobre esta última organización en donde Rusia y China apuestan su alianza estratégica mediante la red de oleoductos y gaseoductos ya construidos, como por construirse en Asia Central. El impacto geopolítico de esta organización no sólo llega a la región con la mayor reserva de hidrocarburos, sino también a Europa y los Estados Unidos.

Rusia y China necesitan contener la penetración y presencia de los Estados Unidos y la OTAN en Medio Oriente. La inestabilidad de esta región pone en jaque las expectativas de crecimiento de ambos países. A China por ser su fuente principal de hidrocarburos, a Rusia porque la obliga a destinar gasto militar, y a ambos porque les limita las posibilidades de millonarios negocios en la región.

China está aplicando la estrategia del beneficio mutuo con Japón, con los Tigres del Asia, con la India y con Australia, proyectando hacer de Asia el centro industrial, financiero y comercial del siglo XXI. Y como era de esperarse, Rusia no quiera estar ajena a este acontecimiento.

Pero es África en donde se transluce en forma diáfana, la pugna y lucha entre la potencia en declive y la emergente, los Estados Unidos y China. Se proyecta que para el 2020 China adelantaría a EEUU como potencia económica y «lo mejor que puede hacerse es ralentizar su crecimiento económico, privarla de los minerales, dado que quien controle los minerales controla la economía mundial». «La causa de este desafío es la creciente demanda global y (…) la conducta agresiva y a veces monopolista de China en pos de los minerales…,El Consejo Nacional de Seguridad de EE.UU., el Departamento de Defensa (DOD) y el AFRICOM podrían desarrollar contingencias para enfrentar la eventual perspectiva de cortes de recursos y la posibilidad de conflicto por minerales estratégicos».

Si nos miramos en el espejo de África, no es difícil deducir que los Estados Unidos y Europa no le harán fácil el avance a China en nuestra región. Y es aquí en donde Brasil entra a jugar su rol como integrante del BRICS, foro que reúne a las principales economías emergentes como Rusia, Brasil, India, China y Sudáfrica.

Brasil siempre ha sido el interlocutor principal con los Estados Unidos en los asuntos de América del Sur. Pero en la medida que sin sometimiento y con políticas independientes asume protagonismo en asuntos globales, Estados Unidos estará presto a impedirle el paso. Y no hay que soslayar que Brasil es el principal socio comercial de China en América del Sur. «En el 2009 el Banco de Desarrollo de China concedió un préstamo a la empresa brasileña Petrobras por 10.000 millones de dólares, que avala con el suministro de 200,000 barriles diarios».

Es en Venezuela donde China evidencia su necesidad estratégica por petróleo. Le ha proporcionado un crédito de 20,000 millones de dólares que Venezuela cancela con petróleo para «el 2010, 200 mil barriles diarios; para 2011, 250 barriles diarios y para 2012, no menos de 300 mil barriles diarios. Si a esto se agrega los 500 mil barriles diarios que Venezuela ya envía diariamente a China y 400 mil barriles diarios que producirá una empresa mixta bi-nacional en la faja petrolera del Orinoco, en 2012 Venezuela estará enviando a China más de 1 millón de barriles diarios, la misma cantidad que exporta a Estados Unidos».

Es en este contexto que la IV Flota de los Estados Unidos tiene sentido. Para el Comando Sur, esta flota es el articulador del dispositivo militar que involucra ejercicios militares, operaciones conjuntas, bases militares, Plan Colombia y venta de armamento para abordar «amenazas domésticas y trasnacionales como organizaciones narcoterroristas, tráfico ilícito y disturbio social». Entonces, no estamos ajenos también a que se invoque al Consejo Nacional de Seguridad de EE.UU., al Departamento de Defensa (DOD) y al Comando Sur para «desarrollar contingencias para enfrentar la eventual perspectiva de cortes de recursos y la posibilidad de conflicto por minerales» y porque no, a la Fuerza de Respuesta de la OTAN, a semejanza de África.

Mauricio Becerra, en un análisis difundido por El Ciudadano, afirmaba: Desde el 2008 que por las aguas de Latinoamérica y el Caribe navegan los barcos de la IVª Flota de la Marina de Estados Unidos. Además de la influencia que ejercen en los cuerpos armados de la región a través de ejercicios conjuntos, la apuesta es vigilar el crecimiento de Brasil y la alianza de gobiernos progresistas de la región. La experiencia tras el terremoto de Haití da algunas pistas sobre sus prioridades.

La reactivación en julio del 2008 de la IVª Flota de la marina de EEUU da cuenta de la prioridad en las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica. El objetivo de Estados Unidos es contrapesar a los gobiernos progresistas que han tomado control de sus recursos naturales, como Venezuela, Argentina, Bolivia o Ecuador.

Pero un motivo mayor es intentar frenar el crecimiento de Brasil como potencia en el continente, país rico en recursos naturales en su territorio y en su espacio marítimo, sea el Amazonas o sus costas.

Además EEUU instaló 5 bases aéreas y 2 navales en Colombia, hecho revertido por un edicto de los tribunales de dicho país. Pese a ello, recientemente el general Dumpsey visitó la base militar colombiana de Tibú y dijo que para la lucha contra el narcotráfico y la insurgencia se envió a comandantes de brigada con experiencia práctica en Afganistán e Irak para que entrenen a militares y policías colombianos.

Wall Street Journal informó que Colombia ya constituyó sus propios Comandos Conjuntos de Operaciones Especiales que imitan a los estadounidenses para llevar a cabo misiones de cazar-matar a militantes de las guerrillas FARC y ELN.

La «ayuda humanitaria»

El Comando del Sur también financió la edificación de un Centro «de emergencias y ayuda humanitaria» instalado en el Aeropuerto de Resistencia, en la norteña provincia del Chaco de Argentina a fines de marzo, para lo que se puso con 3 millones de dólares; y la construcción de una base naval en la isla Saona en República Dominicana, cuyo costo es de 1,5 millones de dólares. Si en la base en territorio argentino la excusa es apoyar en emergencias, en la isla caribeña es el control al tráfico de drogas y la inmigración ilegal.

Algunas de las 1000 bases militares de EEUU alrededor del mundo están en Belice, Nicaragua, Panamá, Guatemala, Costa Rica y Honduras, país en el que EEUU tuvo activa participación en el golpe de Estado que el 2009 terminó con el gobierno de Manuel Zelaya.

SOA Watch acusa que «la expansión de la presencia militar de EEUU en la región busca, además de intimidar los procesos políticos de transformación en la región, posicionar su fuerza militar en áreas estratégicas de gran riqueza natural». Apenas una semana después del terremoto en Haití el Pentágono envió un portaaviones, 33 aviones y varias naves de guerra; tomó el control del aeropuerto de Puerto Príncipe; y dobló con 16 mil soldados a los 7 mil de las fuerzas de la Minustah (la Misión de Naciones Unidas para la «Estabilización» de Haití). Se trataba de una misión de carácter humanitario.

Con el mismo argumento, Chile ha participado de la Minustah en conjunto con otros países latinoamericanos. El director del Centro Conjunto para Operaciones de Paz de Chile (Cecopac), capitán de navío Claudio Zanetti, detalla que ya se han hecho 17 relevos a Haití, cada uno compuesto por poco más de 300 hombres. Además Chile tiene soldados con el casco de Naciones unidas en Chipre y Bosnia; además de observadores en Líbano, India Pakistán, Siria y Palestina.

«El beneficio para nosotros como FFAA es la experiencia que se tiene al estar operando 24 horas al día por 7 días a la semana»- recalca Zanetti.

Dicha experiencia fue requerida los días posteriores al 27F. «Vimos los beneficios con el terremoto. Mucha gente que participó en la mantención de la paz y el orden en las regiones afectadas por el terremoto fue gente que ya tenía experiencia en Haití»- cuenta Zanetti.

La misma experiencia fue la usada por los paracaidistas brasileños que en diciembre del 2010 comenzaron a invadir las favelas de Río de Janeiro. El comandante a cargo de la operación, el general Fernando Sardenberg, se desempeñó el 2004 como comandante de la Minustah y la práctica ganada por sus tropas frente a la población civil de Cité Soleil y Belait la aplicaron para controlas las poblaciones de las favelas del Complexo do Alemão y Vilha Cruzeiro. El objetivo de la llamada ‘pacificación’ es la restructuración urbana de la ciudad con miras a las futuras Olimpiadas y el Mundial de Fútbol.

Zanetti defiende esta nueva capacidad militar diciendo que «en las misiones de paz el uso del arma es el último recurso. Entras por presencia y el trato con el civil es el factor primordial a desarrollar. Lamentablemente esto se aplica en nuestro entrenamiento militar hace sólo unos 5 años. Tú ya no ves un enemigo, ves a una persona que tiene un problema».

En última instancia, Estados Unidos con todo su poderío bélico y su IV Flota recorriendo los mares adyacentes a América Latina y el Caribe, no podrá detener la oleada popular que ha decidido acabar con el neoliberalismo, el imperialismo y sus ansias de dominación neocolonial. Otros tiempos viven nuestras patrias y son tiempos de recuperación plena de la independencia y soberanía.

Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php/IMG/jpg/spip.php?article1674