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América Latina y África: historias paralelas contra la hegemonía global

Fuentes: Rebelión

Los procesos históricos a veces parecen trastrocarse. América Latina fue la primera región en la historia mundial en lograr la independencia (como país Estados Unidos la obtuvo en 1776) frente al colonialismo a inicios del siglo XIX, es decir, en los albores del capitalismo.

El primer país en liberarse fue Haití, en 1804, gracias a la lucha de su población negra; y el último, en sentido estricto, fue Cuba, en 1898, porque Puerto Rico pasó a ser “Estado Libre Asociado” de Estados Unidos y Belice, independiente en 1981, continuó como monarquía constitucional parlamentaria, con gobernador bajo dependencia del Reino Unido. En contraste, si bien Liberia proclamó su independencia en 1847 y Etiopía lo hizo en 1941, durante la Conferencia de Berlín (1884-1885) las potencias europeas se repartieron África, de modo que las independencias masivas en este continente se produjeron después de la II Guerra Mundial (1939-1945), cuando creció el bloque de países socialistas y su apoyo, encabezado por la URSS, a las luchas de liberación del “Tercer Mundo”. El primero en iniciar el proceso independentista fue Ghana (Costa de Oro), en 1957 y el último en obtenerla fue Angola, en 1975.

Sin embargo, América Latina y África han sido víctimas del saqueo colonialista, la larga dominación y explotación a sus poblaciones, el establecimiento del racismo y el clasismo como fundamentos del poder, además de que en África los seres humanos fueron convertidos en mercancías esclavizadas, que se vendían en Europa y se exportaban a América. Varios países latinoamericanos tienen poblaciones negras.

Nuestras historias tienen rasgos comunes en múltiples aspectos y algunos son inéditos y poco recordados. Entre ellos destacan, como lo hace el historiador Sergio Guerra Vilaboy, las misiones de Cuba en Argelia (octubre 1963-abril 1964), para garantizar el primer gobierno independiente; una década después (octubre 1973) un regimiento cubano estuvo en Siria, que se hallaba amenazada por Israel. También recuerda que Cuba sostuvo misiones militares asesoras en el Congo Brazzaville, Guinea, Guinea-Bissau, Mozambique, Benín y otras naciones africanas, al punto que Ernesto Che Guevara encabezó la que llegó al Congo, entre 1965-1966. Cuba igualmente desplegó contingentes militares en Angola y Etiopia, para defender sus independencias de las agresiones de gobiernos vecinos. Cabe recordar, además, que el Che pasó de África a Bolivia, donde organizó la guerrilla del Ñancahuazú (1966), en la que fue capturado y luego ejecutado el 9 de octubre de 1967.

Cuba y las figuras de Fidel Castro y del Che tienen, por tanto, fuerte presencia histórica en África. Y a través de este hecho, sin duda está presente América Latina, que también libra luchas contra el subdesarrollo, la dependencia y el monroísmo.

Uno de los episodios igualmente destacables en el pasado reciente y, además, en el presente, tiene que ver con Burkina Faso (antes República del Alto Volta), que se independizó de Francia en 1960. La edificación de su Estado nacional ha tenido múltiples conflictos y complejidades, como ha ocurrido en los países africanos abrumados por las herencias coloniales de la miseria y el saqueo. Tras un golpe de Estado de militares jóvenes, el capitán Thomas Sankara instauró un gobierno revolucionario entre 1982-1987, que reivindicó a Cuba tanto como a Fidel y al Che, que estuvo guiado por el marxismo, la denuncia del neocolonialismo y el apartheid, una fuerte posición antimperialista contra Francia, la solidaridad con Cuba, Nicaragua, Grenada y otros países, y un claro panafricanismo. Sankara realizó la reforma agraria que logró la autosuficiencia alimentaria para combatir la hambruna; atacó el analfabetismo generalizando la educación; con ayuda de médicos cubanos emprendió un vasto programa de vacunas y salud; creó Comités de Defensa de la Revolución; nacionalizó las tierras y minas, especialmente la producción del oro, tan codiciado por el occidente capitalista y eje de la riqueza del país, rompiendo así con cualquier relación financiera con el FMI y el BM; extendió importantes obras públicas; implantó derechos de las mujeres (prohibió las ablaciones femeninas, los matrimonios forzados y la poligamia). Esas inéditas transformaciones en la historia del África crearon un amplio apoyo popular. Sin embargo, como sigue ocurriendo entre los países africanos, los militares de la reacción, que respondieron a los poderes afectados, terminaron con el gobierno y asesinaron a Sankara.

Pero la memoria histórica del “Che Guevara africano”, como fue bautizado Sankara, se mantuvo largo tiempo. En la convulsa Burkina Faso, un nuevo golpe de Estado llevó al poder a otro joven militar, el capitán Ibrahim Traoré, el 30 de septiembre de 2022. Su gobierno ha pasado a dar continuidad a la revolución de Sankara, aunque con un paso económico adelante: se impulsa la industrialización, incluso promoviendo la producción local (desde uniformes hasta vehículos eléctricos para lo cual creó una marca automotriz nacional), el control de las minas y, sobre todo, el oro, incluso nacionalizando empresas extranjeras. Vuelve sobre la autosuficiencia alimentaria, promociona a pequeños y medianos productores, desarrolla los programas de educación, salud y obras públicas. «Los africanos deben despertarse. Tenemos que trabajar por la independencia. Tenemos que descolonizar nuestra mentalidad» ha sostenido Traoré. Su gobierno reanimó el panafricanismo y consiguió unir a Mali y Níger en una inédita integración que cuestiona el camino seguido por la Cedeao (Comunidad Económica de Estados de África Occidental). Las fuerzas militares francesas fueron obligadas a salir de sus territorios. Además, Traoré está interesado en unirse a los BRICS, la organización creada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a la que se han integrado Egipto, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita e Indonesia.

En África, la “revolución de las boinas rojas” (https://t.ly/YBkCN) en su primera época con Sankara y ahora con Traoré despierta la inquietud del occidente y del norte global. En América Latina el proceso de crecimiento de los BRICS, que va consolidando un nuevo eje de la multipolaridad, desafía la descompuesta hegemonía internacional de los EE.UU. y, por tanto, ha ocasionado la furia del gobierno de Donald Trump, que tiene bajo la mira a los progresismos latinoamericanos y especialmente a Brasil, convertido en un objetivo central de la geoestrategia. No se han descartado las acciones directas y las amenazas contra los gobiernos que enfrenten al neomonroísmo, como ocurre con Colombia o México, mientras se tiene como aliados ejemplares a Ecuador y Argentina, donde el modelo de economía oligárquica (Ecuador) o burguesa (Argentina) ensayan el perverso camino de la “libertad económica” sin Estado que estorbe a los negocios privados.

América Latina y África tienen mucho por aprender juntos. Viven procesos paralelos, bajo distintas y propias condiciones históricas. Ninguna de estas gigantes regiones, con numerosos países, podrán progresar con las políticas neoliberales y peor con las libertarias anarcocapitalistas. Ecuador es tierra minada poco a poco. Argentina se adelanta en esa misma vía. En ambos continentes todavía hay un largo camino para derrotar definitivamente a los poderes oligárquicos y a las élites empresariales corruptas por el enriquecimiento a costa de la explotación laboral, social y ambiental.

Blog del autor: Historia y Presente
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