Alberto Pinzón Sánchez

Artículos

Así como las nubes tienen en su interior el agua y la tormenta, el capitalismo lleva en su interior la guerra, y en ninguna otra parte del mundo la Historia muestra esta intrincada relación, que cada día cobra mayor actualidad, como en Colombia.

La “reñida” elección presidencial de Gustavo Petro en Colombia, ha llegado al Pueblo Trabajador de la mano de grandes expectativas y esperanzas. Emociones, que cuando no logran sustento en la realidad, se evaporan prontamente convirtiéndose en desilusión y desprestigio.

Aclaración innecesaria: Ciertamente, la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia es un hecho positivo en la ensangrentada historia de Colombia, pero las esperanzas que su gobierno ha generado en la población trabajadora, no implica que se deba renunciar al REALISMO que cualquier análisis crítico, dialéctico e independiente haga de la actual realidad colombiana.

En Colombia, la crisis de legitimidad y de hegemonía del orden establecido ocurrida en 1948 se resolvió con el magnicidio de J. E. Gaitán y la coerción ilegitima y brutal desplegada por el Estado.

El imperialismo global ha preparado con sumo cuidado la situación política, ideológica y electoral en Colombia para seguirla manteniendo bajo su férreo dominio.

Uno de los primeros efectos de la guerra en Ucrania (llámese según los hostiles enfrentados operación militar de desnazificación de Ucrania, o invasión rusa) ha sido la confusión, el desconcierto, el barullo teórico, un poco la algarabía para recordar el libro de Jorge Semprun.

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