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Ante las incertidumbres laborales que están acompañando a la digitalización, y la mutación de actividades a causa del big data y la robotización, a cada paso es más común escuchar a variados optimistas tecnológicos razonar que de esta saldremos como hemos salido de revoluciones tecnológicas anteriores: más ricos, con más empleos, con más consumo.

Los trabajadores en situación social y laboral precaria están alcanzando cifras récord en los países que presuntamente definimos como más desarrollados.

Si uno quiere evaluar el alcance tóxico del actual dominio de lo que hemos dado en nombrar como neoliberalismo conviene definir bien de que estamos hablando. Para así tener claro su distancia del viejo liberalismo, el socialismo o la socialdemocracia. Y reconocerle el enorme potencial para invadir y contaminar el resto de alternativas ideológicas posibles respecto a nuestros problemas sociales. Pues es obvio que los neoliberales no se consideran a sí mismos dentro de una ideología objeto de debate, sino en posesión de la razón misma de las cosas.