Gustavo Duch

Artículos

Es un momento trascendental. El parto ya ha tenido lugar y hay que cortar el cordón umbilical, ese río que en gotas de sangre trasvasa el oxígeno y los alimentos con el que el feto se ha desarrollado. Una pinza ayuda a contener la hemorragia. Hay quien la conserva.

El ‘Homus economicus’ no sabe nada de ecodependencia. Y cuando se pretende corregir los hábitos insostenibles, ni avanzamos lo suficiente, ni en la dirección correcta

Una multinacional experta en la industria del expolio y la destrucción anuncia un sustituto “sostenible” de la margarina con prácticamente la misma receta, cuya producción supone una seria amenaza para la biodiversidad

Esta semana Barcelona acoge el gran evento mundial de McDonald’s, que reúne a cerca de 14.000 de sus directivos y franquiciados. Pero, ¿qué representa McDonald’s?

Son multinacionales, a menudo españolas, las que se encuentran detrás de las muchas verduras y frutas que llegan de fuera y generan las malas prácticas que denuncian las recientes movilizaciones

Ahora hará veinte años que con otras compañeras nos dedicamos a dar a conocer el concepto de soberanía alimentaria. Y al parecer, ahora que está muy presente en los debates y declaraciones ligados a las movilizaciones del campesinado, no lo hemos hecho del todo bien. Sobre todo, cuando el concepto se lo apropian la derecha y la extrema derecha –como también ha ocurrido en Italia y en Francia– y lo traducen en una propuesta más parecida a «nacionalismo alimentario» donde lo que se defiende (supuestamente) es un autoabastecimiento del país por encima de cualquier otro criterio.

Del compost venimos y en compost nos convertiremos

El gran desfalco alimentario

Al salir de un comercio conocemos lo que marca el ‘ticket’ de la compra, pero a esta cantidad habría que añadir otros gastos ocultos de tipo sanitario, ambiental y social

Debemos ponernos en la piel de quienes viven en lugares tocados por la maldición del descubrimiento de minerales apreciados para la llamada ‘transición ecológica’

En 1948, año del inicio de la Nakba, las personas e instituciones judías eran propietarias de alrededor del 6,5% de las tierras fértiles, mientras que la población palestina poseía casi el 90%. En apenas 70 años, la situación se ha invertido

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