Gustavo Duch

Artículos

Si durante los años de la abundancia agrícola, ligada a la disponibilidad de energía fósil, los mercados alimentarios no garantizaban rentas suficientes para buena parte del campesinado, ¿qué pasará ahora que entramos en el tiempo de la escasez?

El cuerpo humano aún conserva las facultades necesarias para vivir como nos corresponde por naturaleza

Adaptación libre del texto de Hermann Hesse

Nuestra especie no solo ha industrializado la agricultura y la ganadería, sino que también ha industrializado la administración de la muerte. ¿Por qué nos descomponemos en nichos cual enjambres donde no somos provecho para la tierra?

Ciclo de debates online

En un marco de colapso global, reunimos a activistas locales e internacionales para reflexionar sobre las estrategias de protesta y movilización por la defensa del territorio y la construcción de alternativas en un ciclo de debate organizado por la Revista SABC y la Fundación Rosa Luxemburgo.

La dieta convencional actual llega a los supermercados a partir de unas prácticas agrarias que podemos denominar industriales porque su funcionamiento es precisamente esto: fábricas de fabricar comida. Movidos por el paradigma de los máximos rendimientos, la producción vegetal y la producción animal se han desligado la una del otro, como históricamente habían funcionado, y lo que tenemos son sistemas agrícolas de monocultivos, por un lado; y sistemas ganaderos de macrogranjas por el otro. ¿Qué consecuencias tiene este divorcio?

El pasado 12 de septiembre, el presidente de Estados Unidos Joe Biden, firmó un mandato ejecutivo con el que da una serie de órdenes muy precisas (asignando los presupuestos necesarios) para activar una economía basada en la “biotecnología y la biofabricación”.

Hace unos 10.000 años, el trigo del Mediterráneo, el maíz americano y el arroz en Asia, sincronizados sin que sepamos entender cómo, se pusieron de acuerdo para lanzar su estrategia evolutiva: ‘¿Qué os parece si domesticamos a los humanos?’

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