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La dieta convencional actual llega a los supermercados a partir de unas prácticas agrarias que podemos denominar industriales porque su funcionamiento es precisamente esto: fábricas de fabricar comida. Movidos por el paradigma de los máximos rendimientos, la producción vegetal y la producción animal se han desligado la una del otro, como históricamente habían funcionado, y lo que tenemos son sistemas agrícolas de monocultivos, por un lado; y sistemas ganaderos de macrogranjas por el otro. ¿Qué consecuencias tiene este divorcio?
El pasado 12 de septiembre, el presidente de Estados Unidos Joe Biden, firmó un mandato ejecutivo con el que da una serie de órdenes muy precisas (asignando los presupuestos necesarios) para activar una economía basada en la “biotecnología y la biofabricación”.
Hace unos 10.000 años, el trigo del Mediterráneo, el maíz americano y el arroz en Asia, sincronizados sin que sepamos entender cómo, se pusieron de acuerdo para lanzar su estrategia evolutiva: ‘¿Qué os parece si domesticamos a los humanos?’
De los catorce barcos que han partido desde los puertos del Mar Negro con grano ucraniano, ninguno tiene un país africano como lugar de destino. Solo uno transporta trigo: se han priorizado productos que sirven como pienso para la ganadería industrial
Tras seducir a la población con las supuestas maravillas de la dieta vegana, las transnacionales de producción de carne y los grandes fondos de inversión aterrizaron en la industria de los alimentos que se presentan como sustitutos
Desde hace unas semanas observamos que los dos bandos de la guerra se reprochan la interrupción de la exportación del grano de Ucrania hacia terceros países y la crisis alimentaria que puede derivarse de ello. ¿La guerra será la responsable de un nuevo episodio de hambre? ¿Estamos hablando de una crisis coyuntural o de un colapso del sistema alimentario globalizado?
Queda claro que la arrogancia del progreso no advierte de la cadena de errores ni mucho menos detendrá (palabra vetada en el diccionario de la modernidad) la situación, pero como era de esperar, el tiempo de la escasez ya ha llegado a su fin
La adquisición de alimentos no puede depender, como hasta ahora, de una moneda que está ligada a la especulación


