Artículos
Barroso anticipó ayer, por sorpresa, el reparto de carteras de los nuevos comisarios. Confirmó los rumores y dejó las dos principales carteras económicas, Competencia y Asuntos Económicos y Monetarios, fuera del control directo de París, Berlín y Londres. Almunia y Rehn son sus dos lugartenientes, lo que ha provocado duras críticas a Merkel en Alemania.
La lucha por el reparto de las carteras más jugosas e importantes de la Comisión Europea llega a su recta final. Los estados miembros de la Unión Europea han aumentado su presión sobre Durao Barroso, toda vez que los Veintisiete ya han designado a sus candidatos a comisario europeo. En público o en privado, todos miran a su propio interés y Barroso no es precisamente alguien que pueda imponer el interés general sobre los «grandes».
¿Será hombre o mujer? ¿político o secretario? La cumbre extraordinaria de hoy debe elegir al presidente del Consejo Europeo (cargo creado por el Tratado de Lisboa). Designará, además, al Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y al nuevo secretario general adjunto del Consejo. Más altos cargos. El de presidente es el más llamativo, pero el menos definido.
En el artículo del pasado sábado sobre las mentiras y fantasmas de la UE anunciábamos nuevas entregas sobre un tratado, el de Lisboa, que plantea casi tantas preguntas como respuestas. Hoy analizamos las que se abren en torno al Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y de Seguridad. Mañana, coincidiendo con la cumbre extraordinaria, abordaremos la cuestión del presidente del Consejo Europeo.
El Tratado de Lisboa entrará en vigor el 1 de diciembre próximo, pero muchos de los elementos y novedades recogidas en el mismo lo harán mucho más tarde, algo realmente difícil de entender. Analizamos cuatro de esos puntos en este artículo.
La presidencia de turno del Consejo de Ministros de la Unión Europea anunció ayer que los jefes de Estado y de Gobierno se reunirán el día 19 para designar los dos cargos institucionalizados por el Tratado de Lisboa: el presidente estable del Consejo Europeo y el jefe del nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior. La UE perderá otra ocasión de actuar con transparencia y democracia; lo decidirán en secreto -e improvisando, según parece- durante la cena.
A la Unión Europea, en cierto sentido, le viene bien el pulso que mantiene con Vaclav Klaus, porque le da un par de semanas de margen para seguir negociando sobre los nuevos cargos y sobre sus competencias reales
Decir que la Unión Europea se la juega en Irlanda parece una obviedad. Todo lo demás entra en el terreno de la especulación, de las hipótesis. Tras su rotundo «no» al Tratado de Lisboa hace quince meses, los irlandeses acuden hoy de nuevo a las urnas. Los sondeos apuestan por el «sí», aunque anoche se afirmaba que la campaña del «no» recuperaba terreno. La UE aguanta la respiración mientras mira de reojo a Praga y niega tener un «plan B».
El proceso que, salvo sorpresa mayúscula, culminará con la reelección de Barroso al frente de la Comisión Europea, va quemando etapas. El jueves presentó su pliego de «orientaciones políticas» y esta próxima semana será examinado por los diputados europeos. Previsiblemente, le darán el visto bueno el 16 de este mismo mes, y en noviembre se repetirá el proceso con los comisarios designados. Antes, el 2 de octubre, los irlandeses darán su veredicto sobre Lisboa.
Entre otros muchos novatos, Ramón Jáuregui se estrenó ayer en Estrasburgo y sus palabras a la radio pública española sirven de arranque de este análisis: la vida en el Parlamento Europeo, aseguró, no es fácil. Veamos cómo viven… y cuánto trabajan.