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No hay que esperar grandes cambios en la economía mundial del 2021 respecto de lo acontecido el pasado año e incluso, de los inmediatos anteriores, aun cuando pesa y mucho el impacto del COVID19 en el 2020, lo que agravó el proceso recesivo, o de desaceleración, verificable desde la gran crisis del 2007/09, o si se quiere desde el 2001 estadounidense.
La inflación es una manifestación del poder, del poder que tienen los que pueden incrementar los precios de los bienes y servicios que se ofrecen en el mercado. Solo “puede” aumentar precios el que «puede», no el que quiere, para ser más precisos, el que tiene el poder de hacerlo.
La pandemia por el coronavirus agravó el regresivo impacto social de una situación económica mundial que confirma la desigualdad, concentrando el ingreso y la riqueza, al tiempo que extiende las penurias sobre la mayoría de la sociedad. Diversos informes de organismos internacionales y centros de investigación dan cuenta del fenómeno que señalamos. Al comienzo del […]
Ni los demócratas, ni otro republicano, ni Trump en 4 años resolverá la contradicción interna del capitalismo en EE.UU., que se sostiene sobre la base de la emisión monetaria y de deuda pública
Más de un año de grave situación sanitaria derivada del coronavirus nos debe llamar la atención sobre las políticas públicas, especialmente la política económica, y más aún el impacto que se genera sobre el orden económico vigente.
Lo grave del momento es que la situación socioeconómica no golpea por igual a la minoría que concentra los ingresos y las riquezas respecto de una abrumadora mayoría que sufre las consecuencias y penurias de una agravada coyuntura.
Confieso que siempre me llamó la atención el título del escrito fundante de la Economía Política: “Una investigación acerca de la riqueza de las naciones”, publicado por Adam Smith en 1776, año de la independencia de EEUU, el único país colonial que llegó a ser imperialista.
Estamos sobre el final del 2020, con las fiestas y los tradicionales encuentros de despedida del año que termina y con augurios por el que viene. Son ocasiones adecuadas para hacer balances del más diverso enfoque. En ocasiones se clama por el final de este “nefasto” año en lo socioeconómico para casi todes (una ínfima minoría acumuló inmensos ingresos y riquezas), pero también de expectativas por quienes ampliaron familias, afectos, o multiplicaron relaciones para una sociabilidad más placentera.
Hace un año había gran expectativa en buena parte de la sociedad argentina por dejar atrás los 4 años de gobierno Macri (2015-2019), especialmente por los resultados económico sociales, los que podemos resumir en tres años (de cuatro en la gestión) de recesión, con impacto en desempleo y empeoramiento de las condiciones de vida y empleo de trabajadoras y trabajadores.
Los datos de la pobreza que difunde en estos días la Universidad Católica de la Argentina, la UCA, son muy interesantes para pensar el país, la región y el mundo[1]. Son datos convergentes con los que oportunamente difunde el Instituto de Estadísticas y Censo, el INDEC. Por eso son de interés para el análisis, ya que anticipan la información oficial y resulta confiable para la consideración económica, política, cultural y social.


