Mario Osava

Artículos

RÍO DE JANEIRO – La pandemia de covid-19 hizo más visibles los desafíos económicos de Brasil, al agravar la desindustrialización y arruinar un sistema educativo y de innovación tecnológica indispensable dentro de las transformaciones mundiales.

La monotonía del monocultivo de soja domina el paisaje en muchas áreas de Mato Grosso y otros estados brasileños. La regularidad de las lluvias en el bioma del Cerrado (sabana brasileña) favorece ese cultivo al empezar las lluvias, en septiembre u octubre, y permite una segunda siembra, de maíz o algodón, antes del estiaje.

La deforestación y los incendios ocurridos en la Tierra Indígena Alto Río Guamá, en la Amazonia Oriental, reflejan los efectos destructores de la política antiambiental del Gobierno del presidente Jair Bolsonaro. La Amazonia forestal, los indígenas y pueblos tradicionales sufren la invasión de mineros, madereros y los que buscan tierras como patrimonio y no tanto para producir.

La inseguridad alimentaria despegó con fuerza en Brasil y ya afecta a más de la mitad de la población, 59,4 o 55,2 por ciento según dos estudios. La pandemia acentuó la tendencia iniciada en 2014 y agravada por el actual gobierno de extrema derecha.

La agricultura familiar, sometida a políticas adversas en Brasil desde 2016, sufre también los efectos de la covid-19, pero atenuados, mientras mantiene su especial papel de auxiliar a los pobres urbanos, particularmente castigados por la pandemia.

Las crisis mundiales del petróleo en 1973 y 1979 acortaron la dictadura militar en Brasil (1964-1985), al acabar con su “milagro económico”. El escarmiento convirtió el país en exportador del crudo, pero no lo eximió de otras maldiciones.

La ciencia tiene la palabra primordial sobre amenazas climáticas, otros temas ambientales y la pandemia, pero se hizo también objeto de debates en el Foro Social Mundial, no por sí misma, sino por su negación.

De Australia a Hawái una Marcha virtual de 24 horas inauguró el Foro Social Mundial 2021 el sábado 23, con un desfile de luchas, ideas, movimientos y tragedias sociales que claman por un intrincado camino de cambio y buscan una escurridiza síntesis proactiva.

La salida de Ford de Brasil tiene un gran peso simbólico para Brasil, sobre la pérdida de su peso industrial.

Propio de una “república bananera” fue la descalificación con que muchos compararon el asalto al Capitolio, el 6 de enero en Washington, por huestes azuzadas por el saliente presidente Donald Trump, a lo que suele ocurrir en América Latina. Pero es distinto y la diferencia son los militares.

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