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La infancia asoma a la vida con el dolor hecho carne. No son juegos donde se aprieta un botón y se mueve un ejército. La sangre que corrió por los kibutz israelíes en estos días quedó en las manos de Hamas. Que no es el pueblo palestino cotidiano que busca desde hace décadas sobrevivir y resistir. En medio de la decisión de las grandes potencias que se alinean detrás de Israel y no miran a los ojos de la niñez.
Detrás de los nuevos mecanismos de represión de la protesta, se encuentra el plan sistemático de Mekorot, la empresa israelí que somete a Palestina al Apartheid y busca – en el continente más rico en recursos hídricos – acostumbrarnos a que el agua y la tierra, nos cuesten más que un ojo de la cara.