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La pregunta cobra relevancia en el contexto actual de la reforma judicial promovida por la 4T ante la emergencia del movimiento magisterial de la CNTE por una jubilación digna.
Este año será recordado no sólo por los rebrotes de la pandemia y sus nuevas variantes, por el acaparamiento, despilfarro y escepticismo hacia las vacunas en el primer mundo, en contraste con la carencia y su falta de distribución en poblaciones empobrecidas que las anhelan.
Invisibilizados por los medios de comunicación. Lapidados en las redes sociodigitales, en ocasiones con ayuda de bots y algoritmos. Denostados por el chantaje progresista del “menor de los males” y una concepción pesimista de la política entendida exclusivamente como “optar entre inconvenientes”, cuya narrativa ha terminado por imponer la 4T gracias a su exitosa estrategia de polarizar a la sociedad mexicana.

En vísperas de su próxima travesía internacional el neozapatismo, fiel a sí mismo y a contracorriente de los tiempos actuales de confinamiento, celebra un año más de sembrar la lucha. Demasiados acontecimientos desde aquella lejana madrugada, oscura y luminosa al mismo tiempo, en ese año en el que debimos entrar al primer mundo de acuerdo con la narrativa oficial.
A decir del presidente en lo que se refiere a salud somos ya como Dinamarca o Canadá, mientras que para la derecha nos parecemos más a Venezuela. Con certeza no somos ni lo unos ni lo otro pero en un ambiente polarizado, a río revuelto ganancia de pescadores, reza el adagio.