Artículos
Las trabajadoras migrantes, muchas de ellas aterrizadas directamente en los barrios privados de sus nuevos «señores», ni se enteran del detalle de las ocho horas ni de nuestra legislación modelo si se la compara con las del resto del continente. Algunas madrugan en el cuarto junto con el lavarropas y se acuestan luego de que el último patrón haya terminado de cenar, pero igual se han hecho un tiempo para salir de esas cuatro paredes y contar su historia.
Sobrevivieron al hambre, a la desnutrición crónica y a la miseria: son una porción de niños que nacieron en los hogares caídos del sistema y fueron llamados «la generación perdida». Los grandes estudios estadísticos no registran su huella pero ahí están, testigos de una sociedad que mejoró sus indicadores económicos y aun así permanece tercamente […]