
La cuestión del Sáhara Occidental ya no puede ser abordada únicamente como un tema de descolonización pendiente. Es un frente de resistencia ideológica. La derrota de la causa saharaui equivaldría a la legitimación de este nuevo orden colonial disfrazado de modernidad. Y su defensa, por el contrario, mantiene viva la posibilidad de un Magreb libre de injerencias, fiel a su historia de liberación y soberanía.