Alfredo Rada Vélez | 

Este lunes 11 de septiembre se recordarán 50 años de la muerte del presidente socialista chileno que a lo largo de su vida enseñó el camino de la constancia militante, la coherencia entre el pensar y el actuar, la confianza en el potencial transformador del pueblo, la esperanza en un nuevo mundo sin explotación social ni dominio imperial.

Desde el término de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha sido una superpotencia económica y militar, sin embargo en las últimas décadas, ha experimentado una desaceleración económica y una disminución de su influencia global. Esto se debe en parte a la creciente competencia de otras potencias, como China y Rusia y a la configuración de poderosos bloques alternos de poder como el BRICS, y a problemas internos como la desigualdad y crisis económicas y la polarización política. En este contexto, la guerra en Ucrania y la lucha por la liberación nacional en África son señales de la decadencia económica estadounidense y las fisuras en el sistema capitalista global.

A diez años de creada, la iniciativa de la Franja y la Ruta muestra cifras que dan cuenta de su éxito.

En medio de un panorama tan complejo como el que vive Cuba, encarar los temas que laceran a la sociedad nunca podrá ser visto como un mero lujo.

El porvenir siempre es oscuro. Nadie sabe que nos depara. Pero para vislumbrarlo sirven los antecedentes, la historia, las biografías. Y en el caso de Claudia Sheinbaum es dable suponer que como presidenta de la república no volverá México a las políticas económicas neoliberales, esencialmente a las privatizaciones de los bienes públicos.

A 50 años del golpe en el Chile de Allende

Dossier Milei

Contiene artículos de Laura Marrone, docente y legisladora (MC) del FIT-U, Cuky Quaglia y Yael Carmouse, estudiantes del Profesorado Normal N° 1, Guido Gualtieri de Anred y Jeremías Batagelj, editor de últimas noticias de Página/12.

Hagamos, en primer lugar, la prueba del algodón: Si la amnistía de los delitos cometidos por Puigdemont y otras personas fuera realmente una solución democrática y auténtica de los problemas de Cataluña ¿por qué ni el PSOE ni Sumar llevaban esta «solución» en sus programas electorales?