
De la única parte de donde no se vuelve, es del ridículo. La delegación que la candidata ultraderechista peruana Keiko Fujimori envió a Washington para reunirse con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) para exigirle una auditoría internacional de las elecciones que perdió ante el maestro rural Pedro Castillo, fue un fracaso, un papelón internacional.