Nada más producirse el golpe de estado del 24 de marzo de 1976, el rey exhortó al embajador que se apresurase a entregar el aval oficial a la dictadura. Distintos documentos oficiales muestran las excelentes relaciones que se establecieron entonces entre la España de la transición y la Junta de militares, responsable de miles de crímenes.
El presidente Joe Biden deberá afrontar en lo inmediato una serie de crisis interiores extraordinarias –una pandemia que se dispara, una economía en punto muerto y punzantes heridas políticas, en particular tras el reciente ataque de los trumpistas al Capitolio–, pero pocos desafíos son susceptibles de resultar más graves que la gestión de las relaciones de Estados Unidos con China.
Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos.
EEUU consideró que Panamá no necesitaba un ejército, pues para eso estaba el suyo, y decidió ordenar su desmantelamiento, cosa que ocurrió en el primer aniversario del Tratado nefasto, el 18 de noviembre de 1904.
Estados Unidos se encuentra conmocionado otra vez por una serie de tiroteos que han golpeado a los estados de Georgia, California, Oregón, Texas (en dos ocasiones), Pensilvania y Colorado: en total, siete eventos, en cada uno de los cuales al menos cuatro personas recibieron heridas de bala en apenas una semana.
La pretendida neutralidad política de las Fuerzas Armadas españolas ha sido una falsedad o tal vez simplemente un fracaso. El origen de la situación actual se encuentra en la forma en que se llevó a cabo la llamada Transición.
Poco después que Joe Biden definiera a Putin como un asesino, Vladimir Putin invitó a Biden a una discusión pública, en vivo y en línea, diciendo que sería beneficioso tanto para los norteamericanos como para los rusos.
En la agenda de prioridades del Estado el combate integral al hambre y la desnutrición crónica infantil no aparece en su radar de acciones políticas y estrategias de primer orden.
