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Perú

Cayó Chavarry, ¿Y ahora qué?

Fuentes: Rebelión

La renuncia del fiscal de la Nación, Pedro Chavarry, se produce, por un lado, por la presión popular (del que se vale Vizcarra), y por otro, por una crisis del régimen político que no cierra (a pesar del referéndum), y que ahora, si bien es verdad, se va expresar en el Congreso de la República […]

La renuncia del fiscal de la Nación, Pedro Chavarry, se produce, por un lado, por la presión popular (del que se vale Vizcarra), y por otro, por una crisis del régimen político que no cierra (a pesar del referéndum), y que ahora, si bien es verdad, se va expresar en el Congreso de la República (por las audiencias del affaire Lavajato y las reformas constitucionales), se traslada a una nueva polarización entre el Ejecutivo y las masas laboriosas que se ven afectados por el segundo paquetazo, que el primero aprobó, entre gallos y medianoche, pero en un contexto donde Vizcarra se abre un frente externo al liderar el pro imperialista grupo de Lima contra Venezuela, y de mucha volatilidad y caída del precio de los metales (por la guerra comercial entre China y EE.UU.).

La mafia aprofujimorista y el Convenio con Odebrecht

El «intento golpista» de Chavarry tenía como fin poner gente de su confianza en la fiscalía que investiga el affaire Odebrecht, para filtrar la información de los delatores premiados y evitar más información que termine por «enterrar» a la mafia aprofujimorista. Sin embargo, el tiro le salió por la culata. Keiko, líder del fujimorismo, está presa, y Alan García, arrinconado (por ahora), ambos odiados por la mayoría popular.

El Convenio de colaboración con la empresa implica que ésta se compromete a entregar documentación e información importante sobre el pago de sobornos de esa firma a funcionarios peruanos de todos los niveles. Además, de la entrega de todos los documentos de los servidores My Web Day y Drousys.

No obstante, días antes, el mandatario Vizcarra, declaró, «Pienso que Odebrecht no debería seguir brindando sus servicios de ingeniería, de construcción, de proyectos en el Perú porque ella misma se ha descalificado, Odebrecht se ha descalificado para trabajar con los peruanos», (La República, 31/12/18). ¿Por qué dijo esto? Porque implica la pugna de la embajada yanqui, que está detrás de Vizcarra, para desplazar a los brasileños del mercado de la obra pública. No obstante, esta cuestión implicaría a la vez una nueva reyerta con las bancadas congresales aliadas que salieron a criticarlo como Acción Popular, Frente Amplio, PPK y APP.

«…indudablemente las palabras del mandatario no son convenientes en este momento, porque estamos en un contexto donde el Estado se ha comprometido a un acuerdo con la empresa y no es bueno decirles qué es lo que va a pasar al final de la jornada…», dijo el congresista de AP, Edmundo del Águila (El Comercio, 31/12/18).

A esta cuestión hay que agregar que según O Blobo los efectos políticos de las delaciones serán devastadores para el sistema político. Lo que puede terminar de hundir no solo a García sino a PPK, Toledo, Ollanta, Susana Villarán (razón por la cual el gobierno cuestionó el mismo), así como a empresarios socios de Odebrecht como Graña y Montero, JJ. Camet, entre otros.

El rabo de paja de Vizcarra y la justicia neoliberal

«…Según explica el congresista, aunque la citación a los directivos de GyM era para explicar sobre la participación de su empresa en la entrega de coimas de Odebrecht, también era necesario que respondan por los cuestionamientos sobre la licitación del aeropuerto Chinchero. El señor Vizcarra trabajó con el ‘Club de los Constructores’ en cierta dimensión en Moquegua… Da la casualidad que el señor Vizcarra quería llevar adelante Chinchero y quien era el supervisor de esa obra ganando 20 millones de dólares era GyM» , dijo García Belaunde ( diario Exitosa, 16/10/18).  

Y es esta información la que van utilizar los enemigos del vizcarrismo, que, si bien es cierto, están «golpeados», pues, todavía no están enterrados políticamente, por el carácter complejo y contradictorio de una crisis de corrupción que involucra a los ex presidentes y partidos políticos de los últimos 30 años, y que, así como Keiko que acabo presa bajo el criterio de pertenecer a una organización criminal, también deberían ir presos.

En este contexto de rabia acumulada contra el aprofujimorismo hay los que piensan que Vizcarra va a ser consecuente contra la corrupción de los Cuellos Blancos. Sin embargo, ¿cómo creer en alguien que tiene rabo de paja, conspiró con el propio aprofujimorismo para obligar a renunciar a PPK, y que se caracteriza por gobernar para la rica burguesía y grandes transnacionales (que no pagan impuestos), y que impone paquetazos al pueblo?

Vizcarra, Salaverry y el Congreso de la República

La caída de Chavarry fortalece las tendencias reaccionarias del régimen del 93 dirigido ahora por Vizcarra. Es así como ahora el Ejecutivo tiene a alguien condescendiente en la Fiscalía de la Nación como Zoraida Avalos, y el Congreso, con un presidente como Daniel Salaverry, (que hace la agenda semanal con el mandatario), y que dio luz verde para la creación de nuevas bancadas (Liberal, Cambio 21 y Bicentenario), y acaba de quebrar la bancada fujimorista renunciando a la misma antes que la dirección de ésta lo censure, conquistando una correlación de fuerzas a favor de Vizcarra

No obstante, como dijimos en notas anteriores, a Vizcarra, le conviene la crisis y polarización con un Congreso desprestigiado (y especialmente con el aprofujimorismo en general), y odiado por la mayoría de ciudadanos, para denunciarlo, y elevarse por encima de las contradicciones como un Bonaparte.

¿La chavistización del régimen vizcarrista?

Estos elementos bonapartistas utilizan también sus detractores para acusarlo de ser chavista. Y en cierta medida tienen razón. Hugo Chávez fue un militar golpista que, amparado en las FF.AA., la movilización popular y las elecciones (como método plebiscitario), expreso la crisis del bipartidismo venezolano, barriéndolos del escenario político nacional, y que utilizando el «socialismo petrolero», aplicó política antiimperialista y nacionalista de tipo keynesiano, que, por un lado, enfrentaba al imperialismo, y por otra, permitió crear decenas de programas sociales (misiones), para afirmar su base popular.

No obstante, si bien es cierto, Vizcarra, se apoya en el referéndum y el movimiento anti aprofujimorista, para conectar con la gente, pues, a la vez tiene rabo de paja, está «pegado» a la clase dominante y el Imperio del Norte (por eso promueve el cerco a Venezuela), que le obliga a aplicar planes de ajustes neoliberales contra el pueblo para contentar al FMI y cerrar el déficit fiscal de aproximadamente $8 000 millones, lo cual puede conllevar a un desgaste de su capital más rápido de lo que él piensa.

Por este motivo, el cierre del Congreso, es el plan B, frente a una nueva crisis que cuestione su gobierno.

La izquierda reformista en el limbo

Bajo estas circunstancias, es triste el rol del reformismo de izquierda, que es llevada de las narices como furgón de cola del vizcarrismo argumentando que había que cerrar filas contra el aprofujimorismo, cuando, como estamos viendo ahora, el referéndum era fútil e implicaba empoderar a un gobierno (que será inconsecuente en la lucha contra la corrupción) y bloquear la tendencia a la rebelión popular; y más bien lo que debía hacerse es organizar la movilización ciudadana para forjar el poder de las y los trabajadores y la juventud.

También arguyen que «no hay correlación de fuerzas» para vencer a la mafia, pero cuando ven a las masas en las calles, dicen, «que increíble movimiento».

El segundo paquetazo, la tendencia a la rebelión y el escenario destituyente

Y es que si hay algo que ha caracterizado al Perú en los últimos 18 años es la tendencia a la rebelión y el desborde popular (Marcha de los 4 Suyos, Arequipazo, Tacnazo, Moqueguazo, Baguazo, Aymarazo, etc.). Estos movimientos sociales (clase media-popular, amazónicos, aimaras), si bien es verdad, pasaron por un reflujo (cooptación y desmoralización por la traición de Ollanta y Susana), están en recomposición y a la vez se alimentan del surgimiento de otros nuevos como el de la movilización de la juventud, de las mujeres, magisterial del Sutep disidente o contra los peajes en Lima (que pusieron con los pelos de punta a la elite).

En los próximos días y semanas, estos movimientos (jornada de lucha CGTP y paro obrero del 15 y 22 de enero, respectivamente, como punto de partida), pueden comenzar a confluir en la lucha contra el segundo paquetazo neoliberal (superior en algunos aspectos al de la dictadura fujimorista como en lo antilaboral, privatista del agua, Amazonía, educación, salud, etc.), que al calor de la consigna «Ni corrupción ni explotación, nueva constitución», puede (como puede que no por el rol de colaboración de clase de la burocracia sindical), dar un salto político la conciencia de las y los trabajadores y convertirse en una inspiración semejante a la de los chalecos amarillos.

De contar este movimiento con una dirección realmente honesta y revolucionaria articulada a través de un programa antiimperialista y anticapitalista, pues, el escenario destituyente del régimen golpista de 1993 estaría planteado.

César Zelada. Director de la revista La Abeja (teoría, análisis y debate).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.