En Costa Rica se elige este domingo, 2 de febrero de 2014, para Presidente de la Republica y para congresistas, en el carácter de Diputados de la Asamblea Nacional. Trece candidatos se disputan la Presidencia, de los cuales cinco corresponden a los más visibles y beneficiados por el porcentaje de preferencias de las encuestas y […]
En Costa Rica se elige este domingo, 2 de febrero de 2014, para Presidente de la Republica y para congresistas, en el carácter de Diputados de la Asamblea Nacional.
Trece candidatos se disputan la Presidencia, de los cuales cinco corresponden a los más visibles y beneficiados por el porcentaje de preferencias de las encuestas y ocho candidatos in visibilizados, por esos mismos mecanismos y avalados por el Tribunal supremo Electoral, como candidatos de partidos minoritarios.
Los cinco candidatos visibles corresponden a sendos partidos: 1. El Partido de Liberación Nacional (PL), Johnny Araya Monge; candidato oficial del partido de gobierno y sobrino de ex presidente de la misma colectividad.2.- Luís Guillermo Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC), disidencia táctica del PL. 3. Rodolfo Piza, del Partido de Unidad Social Cristiana (PUSC). 4. Otto Guevara del Partido Libertario, de inspiración neo-liberal.5. José María Villalta, del Frente Amplio (FA).
José María Villalta, es un candidato de raigambre popular, por su extracción de clase y su origen partidario, resultado de la simbiosis del creado, hace cerca de ochenta años, Partido Comunista Costarricense; bifurcado para la década de mil novecientos ochenta en dos vertientes: el Partido Vanguardia Popular, de sólida reserva popular; pero en la actualidad sin personería política inscrita y el Frente Amplio un conjunto de fuerza progresistas, sindicales y de izquierda, en liderada coalición obtenida por el recientemente fallecido José Merino del Río y sucedida por el hoy candidato, dirigente estudiantil y joven legislador de reconocida trayectoria y eficiencia.
UBICACIÓN DE LA COSTA RICA DE HOY
En Costa Rica, la izquierda no es revolucionaria. Por no serlo no le demerita su carácter en el contexto internacional y en el ligamen de las luchas reivindicativas y populares. Esto por cuanto la situación concreta del país político costarricense no ha llegado a la situación de degradación de Estado que comparten otros Estados de Nuestra América.
El panorama que ofrece al mundo en el presente histórico la nación costarricense, es la de uno erigido en las conquistas logradas por un estado benefactor; producto de la coalición de la social democracia, la iglesia y el partido comunista costarricense, para la década del cuarenta del siglo próximo pasado. Égida de esa coalición fueron los resultados de una Seguridad Social, esencialmente estatal y la promulgación de avanzada legislación laboral; un control estatal de la industria y campo energéticos; una Banca oficial y un sólido sector oficial de Seguros. Que no decir de la Educación Pública. Para entonces, el liberalismo capitalista manchesteriano había sido desplazado y se aplicaban a lo «tico» los alcances transformadores del socialismo europeo y soviético, en particular. Una coyuntura electoral de desconocimiento no demostrado de un fraude electoral; pero sí al fin y al cabo, coyuntura histórica, hizo que se generara un enfrentamiento fratricida a nivel de guerra civil momentánea en el año de 1948, liderada por el caudillo liberal José María Figueres Ferrer, quien con sus huestes resultó vencedor, instauró una Nueva Republica, creando el partido de Liberación Nacional (PLN) – los libertarios- y disolviendo el ejército. Los socialdemócratas transformadores fueron exiliados y proscrito el Partido Comunista Costarricense, con la figura emblemática de la literata Carmen Lyra.
La nueva republica costarricense, se desarrolló bajo los embates de la guerra fría y el cálculo afinado del imperialismo norteamericano, como patio trasero de las llamadas republicas bananeras. Ese constituye un capitulo de palpitante actualidad, en que las grandes conquistas populares y sociales obtenidas en el pasado siglo flaquearon ante el estruendoso oleaje a ultranza del capitalismo salvaje neo liberal, producto de la post segunda guerra mundial. Dominaron los llamados Programas de Reajuste Estructural y sin pecar de breve, el panorama del Estado costarricense benefactor, sucumbió con la firma del Tratado de Libre Comercio con USA, resultado de un Referéndum que signó la polarización de la sociedad costarricense en un 49% por el No al TLC y un 51% por el Sí. Una nueva derrota, esta vez sin batalla militar, infringida al pueblo costarricense y obviamente por la misma ideología liberal, libertaria.
LA BURBUJA EXPLOSIVA COSTARRICENSE
Para ubicar el acontecer político y social costarricense a partir de mil novecientos noventa; merece destacarse la incapacidad de los dos partidos tradicionales: el PUSC y el PLN en reinventarse: éste en cuanto a superar su fraccionalismo interno, que barrió la posibilidad de hegemonizar un partido de gobierno unitario y aquel, al no lograr reivindicar su pasado de política social.
Ambos partidos transitaron por el filo siniestro del riesgo y el fracaso socio económico del país. Por el de la exclusión social, al primar intereses minoritarios y del capitalismo transnacional. Al generarse una plutocracia propietaria de la institucionalidad pública, poniendo al servicio de sus intereses el andamiaje de un Estado seriamente vulnerado en su eficiencia y eficacia, con la carga histórica del índice señalador de crear, criminalmente, las condiciones para el desmonte de su «gigantismo» y abrir camino a la depredación privatizadora.
La escandalosa cifra de un millón de personas ( en un país de escasos cuatro millones de habitantes) en condiciones de pobreza y/o de pobreza extrema, que comprende unos trescientos mil hogares costarricenses; el sacrifico de la vocación agraria costarricense; la degradada capacidad adquisitiva de la antes estable clase media costarricense, basada quizás en aplicables instrumentos de solidaridad social emprendedora; el desperdicio de los recursos naturales con que se cuenta; pudieren significar algunas de las estaciones del doloroso calvario neoliberal padecido por la nación costarricense.
Corolario de lo anterior nos permite colocarnos en la dolorosa realidad del primitivismo político demagógico, aupado por esos partidos tradicionales, pese a la realidad aplastante a que han llevado al Estado costarricense a niveles de inercia e ineficacia, con la peligrosa tentación de degradar el estado mínimo de derecho, por el reinado impune de la corrupción, el descrédito político y el crecimiento de la violencia criminal en todos sus ordenes.
DE LA ACOGIDA AL FRENTE AMPLIO
En términos generales una política frentista implica la convergencia de diferentes matices e intereses como un mosaico multicolor. En terminología política, un Frente no es un partido político único y en sí. En las condiciones particulares costarricenses ese Frente Amplio se institucionalizó como partido político en el amparo de la legalidad electoral vernácula. Pero en la inspiración de su fundador- José Merino del Río- primó el principio de inclusión de todos. Esa es la ventaja estratégica que el Frente Amplio les lleva a los demás partidos en el escenario nacional. En el Frente Amplio caben las ideologías convergentes de servicio e intereses populares. Caben las tendencias políticas graficadas como de izquierda, de centro, progresistas, verdes-ecológicos, socialistas, comunistas, masónicas. Caben las etnias poblacionales: población afro caribeña, indígena, emigrante y minorías nacionales y población vulnerable, sin importar raza, religión, elección libre y personal de opción y preferencia sexual, etc. etc.
Toda esa gama de intereses y de reivindicaciones políticas y sociales para toda su amplia base popular es la que le permite al Frente Amplio colocarse a la vanguardia de la vida política nacional costarricense; de la mano con un programa político, social y cultural emprendedor; de crecimiento con equidad y distribución de la riqueza, como función social de la propiedad privada.
QUE SE ESPERA EL PROXIMO DOMINGO 2 DE FEBRERO
Existe una fundada esperanza de triunfo del pueblo costarricense por un cambio. Cambio que implica el comportamiento de participación política de la población, sobre la construcción de un orden nuevo, no impuesto.
La compleja situación costarricense anteriormente expuesta, exige capacidad y liderazgo para impulsar transformaciones en el plano y ejercicio democrático. Pero negros nubarrones han ensombrecido el panorama del debate electoral. Repitamos que apologistas del imperialismo y el neoliberalismo visceral la emprendieron con el estigma de «comunista» contra el joven y valeroso candidato del Frente Amplio. Grupos de presión económica como la Cámara Costarricense de la Construcción, apersonaron tan desleal y villana campaña, alentando, por diferentes medios, a los trabajadores de las empresas a no votar por los «comunistas» adelantando toda una campaña sucia de miedo. La multinacional comercializadora Avon Inc Productos Inc, resultó involucrada en la sucia tarea de que sus productos en los puestos de distribución de mercadeo, pulperías, supermercados, etc., llevaban adheridos panfletos descalificadores del candidato del Frente Amplio, asustando al electorado con el «coco» del comunismo.
El medio primordial de la campaña para conocer la posición los candidatos, lo ha constituido los debates televisivos. Intensos, hasta de tres horas de duración en fogueo entre los cinco candidatos ungidos con el principio de «proporcionalidad» aplicado por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
A su vez, la campaña ha sido afectada por el uso malintencionado de intereses no populares, manipuladores de las encuestas. Pese a que diferentes encuestas han venido dando, en ocasiones el mayor porcentaje de aceptación al candidato del Frente Amplio, las mismas corresponde admitirlas con beneficio de inventario. Esa aparente resignación del candidato del partido gubernamental oficial conllevaba subliminalmente a disfrazar de felicidad anticipada a los activistas y electorado del Frente Amplio. Hasta que, por una parte, el Partido Liberación Nacional (PLN) hizo publica su aceitada maquinaria electoral clienteleista y por la otra, en editorial del día de ayer 28 de enero, el poderoso diario de los intereses plutocráticos costarricenses, La Nación, decidió no dar a conocer un segundo estudio de la encuestadora Unimer, contratada por el diario. El primer estudio de preferencia de voto, contratado a la misma empresa y por el mismo diario, fue publicado al inicio de la campaña, unos tres meses atrás, que daba como favorecido al candidato del Frente Amplio. La inteligencia a seguir se tejió sobre la seguridad que los incautos Frentistas se dormirían en los laureles de la victoria anticipada, generando su inmovilidad y triunfalismo. Vendría entonces el resultado de esa práctica con la segunda y última entrega de la encuestadora, a presentarse a puertas del cierre del debate electoral. Pero al parecer algo les salió mal y la tan esperada última y definitiva encuesta el mencionado diario no la hizo pública. La malicia indígena y de ideosincracia popular concluye que tan mencionada encuesta resultó favorable al candidato Villalta del Frente Popular y por ningún motivo lo iban a hacer de un conocimiento público los intereses privados de ese monopolio de la información.
Es dable concluir por tanto, que el interés del pueblo costarricense está centrado en el resultado efectivo y practico de la decisión electoral de las urnas este primer domingo de febrero de 2014. !A Votar, se dice!
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