Durante una asamblea formativa, donde se analizaba orígenes, historia e impacto del sistema neoliberal en Guatemala, en la ciudad de Cobán, Alta Verapaz, Héctor Seb, fornido indígena maya q’echí, de 38 años de edad, tomó la palabra, y lloró ante la asamblea al narrar la tragedia que vive su Municipio, Chisec, por la inaudita ausencia […]
Durante una asamblea formativa, donde se analizaba orígenes, historia e impacto del sistema neoliberal en Guatemala, en la ciudad de Cobán, Alta Verapaz, Héctor Seb, fornido indígena maya q’echí, de 38 años de edad, tomó la palabra, y lloró ante la asamblea al narrar la tragedia que vive su Municipio, Chisec, por la inaudita ausencia del agua.
«Los ríos, las lagunas, los nacimientos, los pozos… se han secado. Enero fue la última vez que cayó la lluvia en Chisec. No tenemos agua. Nuestro único pozo que aún tiene agua en el centro urbano es motivo de discordia porque todos vamos a hacer fila allí…», indica, con voz entrecortada, ante la asamblea.
«Hace tres días, con mi familia, fui a la comunidad Pozo Seco para lavar ropa acumulada de dos semanas. Viajamos casi dos horas en carro para llegar. Allí también las autoridades comunitarias ya están restringiendo el uso del agua… En la casa ya no lavamos los platos. Sólo medio limpiamos con trapito mojado. Nos estamos bañando cada dos días con un jumbo (2 litros). Las moscas y las enfermedades han aumentado… Perdimos todas nuestras cosechas por falta de lluvias…», narra en una entrevista don Héctor.
Chisec es un Municipio del Departamento de Alta Verapaz, a 300 Km al norte de la ciudad de Guatemala, con una población promedio de 80.000 personas, casi en su totalidad mayas q’echís. Es una región tropical, con permanente precipitación pluvial, abundantes ríos y lagunas turísticas superficiales y subterráneas.
En la medida que nos acercamos al centro poblado, bajo el picante sol del mediodía, de 40º de temperatura, indígenas q’echís deambulan por los caminos cargando consigo piñas de bidones de agua vacías. No son vendedores de plásticos. Son buscadores de agua. En el trayecto, los ríos aún vivos son succionados con bombas desde los puentes hacia improvisados camiones vendedores de agua, los mismos que compiten con lavanderías «comunitarias» de ropas al aire libre.
Desde la orilla de la carretera unos jóvenes varones nos regalan una triste sonrisa mientras esperan para llenar sus cántaros de plástico en un caño público de agua que apenas gotea.
En el Parque Central del municipio, la vida comercial fluye con mediana normalidad aunque todos están con el agua restringida. El sistema del agua municipal también está racionado, por barrios y por horas, porque el río de donde se abastecía dicha red está casi muerto.
Incluso en el Parque Central una fila de carros, con pipas improvisadas, compiten en el único pozo municipal de agua con los vecinos sedientos que hacen fila con sus tinacos. «Estos últimos días la gente amanece aquí haciendo fila con sus bidones, esperando agarrar agua», indica don Héctor al mostrarnos el lugar.
¿Cómo explican los vecinos esta inédita tragedia?
Chisec fue muy conocido por sus paradisíacas lagunas turísticas de Sepalau, a 7 km de la cabecera municipal, pero incluso éstas están casi muertas. Al igual que sus dos ríos principales (San Simón I y II).
«Las empresas palmeras, que en los últimos 15 años se expandieron aquí, han desviado los ríos y los nacimientos de agua para regar sus cultivos. Ésa es la principal causa», indican los lugareños. Y efectivamente, al salir de Chisec, el horizonte geográfico se pinta de verde oscuro constante de la palma.
«No llueve desde enero. En mayo esperamos la lluvia, pero ya estamos terminado agosto y no hay lluvia», indica el entrevistado. Y ésta es otra de las causas de la muerte de los ríos, lagos, pozos y nacimientos de agua en el lugar.
Pero otra de las razones, que en voz baja indican los lugareños, es la «irresponsable y generalizada deforestación de los bosques, incluso en los márgenes de los nacimientos de agua, y la venta de los predios a los empresarios palmeros». Quienes pudieron rebanaron las montañas húmedas. Y otros alquilaron o vendieron sus predios tropicales para la «civilidad» de la palma.
¿Qué soluciones existen?
Vecinos y autoridades locales se encuentran atónitos e inmóviles ante esta inédita tragedia. «Nadie sabe identificar la causa a ciencia cierta». «Mucho menos emprender una solución técnica al problema».
«Nuestras autoridades ya fueron a realizar varias ceremonias mayas en las cuevas y nacimientos de agua más lejanas para pedir a los ajaw («creador y formador» para los mayas) que vuelva el agua», indica Seb, con mirada impotente.
100 km más arriba, en el Departamento de Petén, defensores comunitarios de derechos en el Movimiento Sociopolítico CODECA-MLP debaten las consecuencias del sistema neoliberal, analizan las posibles soluciones a la «orfandad hídrica» que también sufren y plantean constituirse en un movimiento comunitario de reforestadores y de criadores de nacimientos de agua, cuencas y lagunas.
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