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Nicaragua

Deuda externa; su efecto empobrecedor perpetuo

Fuentes: Rebelión

A tenor de lo que acontece en algunos países europeos -Grecia, España, Islandia, Portugal, etc.- en donde la deuda externa se revela como la casa última en la que se apoyan los políticos para la reducción -en el peor de los casos desaparición- de los derechos conseguidos por siglos de luchas obreras, se hace necesario […]

A tenor de lo que acontece en algunos países europeos -Grecia, España, Islandia, Portugal, etc.- en donde la deuda externa se revela como la casa última en la que se apoyan los políticos para la reducción -en el peor de los casos desaparición- de los derechos conseguidos por siglos de luchas obreras, se hace necesario estudiar y comprender al interior de los países empobrecidos -es el caso de Nicaragua- esa figura capitalista-colonialista y su efecto en el desarrollo económico, político y social de los pueblos -con los matices derivados de la propia realidad-; especialmente derivado del mayúsculo problema que supone poseer una económica pre-capitalista¹ que intenta industrializarse… para encontrarse nuevamente con ese obstáculo hasta hoy insalvable. Tómese estas líneas como la continuidad de la nota anterior, Breve relación histórica del modelo productivo nicaragüense, que resultó en un esbozo de los problemas coyunturales inherentes a la historia de la sociedad nicaragüense y su efecto negativo en contra del proceso de industrialización.

La deuda externa es una figura económica que no sólo permite la apropiación parasitaria de los recursos naturales y de la fuerza de trabajo del conjunto social de los países empobrecidos y en vías de desarrollo; sino, que además resulta en un método de intervención, coerción y violación efectiva de la soberanía de los pueblos, pues en cada ocasión que estos requieren de financiación a través de la figura del mercado financiero internacional, deben someterse a los designios de los acreedores -públicos y privados-, y al hacerlos someten su soberanía y las necesidades apremiantes de sus conciudadanos -salvo que la administración del momento estime más importante la resolución de los mayúsculos problemas sociales como el caso del FSLN (en donde el gobierno trata de encontrar los puntos de equilibrio como única opción), no así cuando esos gobierno actúan como meros cómplices de los estamentos financieros, como ocurrió durante los años de gobiernos neoliberales-, de lo contrario el acceso a los mismos estará absolutamente vedado. Observemos, que la deuda externa se nutre y crece exponencialmente debido a muchos elementos:

Primero, el desigual mercado internacional que genera un balance económico negativo en contra de los países empobrecidos; es decir, materias primas muy baratas que requieren muchas horas de trabajo y que por lo demás también requieren de la importación de insumos de alto valor añadido y pocas horas de trabajo empleados para su producción…, sin olvidar la altísima competencia en el mercado de las materias primas que resulta en un menor margen de negociación del precio de las mismas, generando un desequilibrio permanente. Es el caso de la agricultura, por ejemplo el café, bananos, etc.

Segundo, la inversión en sectores con poco o ningún impacto social, es el caso de lo acontecido durante la dictadura somocista en donde las inversiones del estado se encaminaron a apuntalar las condiciones de vida y comerciales de un pequeño grupo socio-económico.

Tercero, la adquisición de extensas áreas productivas y/o de servicios del país -energía por ejemplo- por parte de transnacionales que provocan una descapitalización de la economía, a través de la repatriación de los beneficios al país de origen de la trasnacional -los beneficios de FENOSA son repatriados al estado español, por ejemplo-. Por lo que los beneficios económicos no son reinvertidos en el país.

Sin embargo el mayor problema, o el agravante fundamental, son las condiciones impuestas a los países deudores por los acreedores y sus órganos financieros -FMI, BM-, ya no sólo para percibir nuevos préstamos, sino para renegociar la deuda preexistente, de hecho ya de sobra pagada y que se infla en base a comisiones e intereses excesivos, usurarios, que incluso se aplican sobre intereses de intereses. En esas condiciones impuestas se sientan las bases para profundizar la desigual relación comercial norte-sur, aumentar la dependencia, y asegurar el expolio de los pueblos, pues en los mismos se aplican intereses draconianos impagables, y en caso de aplicarse intereses más favorables, los prestamos se reflejan como «ayuda al desarrollo»; en ambos caso, las condiciones impuestas sólo aseguran el pago de la deuda, recordemos que habitualmente en torno al 80 % de los mismos se destinan al servicio de la deuda².

En ese sentido, Nicaragua ha sido víctima de esas políticas financieras y del servilismo de los gobiernos neoliberales locales, estos hicieron propias las directrices de esos órganos monetarios internacionales, al punto que el estado fue adelgazado -privatización de las empresas públicas más rentables-, la inversión social en salud, educación y otros sectores sociales estratégicos disminuida a la mínima expresión, y la mayor parte del PIB destinado al pago de la deuda, aún cuando las condiciones de vida de la población se deterioraron drásticamente; es decir se produjo una violación sistemática de los derechos humanos fundamentales, que bien puede ser considerado como crimen de lesa humanidad dado sus efectos en el universo social. Esos ajustes, según nos dijeron, se efectuaron con el objeto de alcanzar un mayor desarrollo socio-económico pero generó muchísima pobreza, y un retroceso exponencial de los Índices de Desarrollo Humano obtenidos por la Revolución Popular Sandinista en los ochenta.

Hay otro efecto que normalmente desatendemos, y es que para hacer frente a las cuotas de la deuda externa, se debe de incrementar la producción y cuotas de exportación que se refleje en un aumento del PIB del estado. Pero al tratarse de economías con poca o nula industrialización, basadas en la comercialización de materias primas, productos agrícolas, pesqueros, etc., esta sobre producción conlleva una excesiva presión sobre los recursos naturales que no disponen del tiempo necesario para su renovación o que simplemente no son renovables. O, lo que es lo mismo, la deuda externa y las condiciones impuestas por los órganos financieros globales hacen que se adopte un modelo económico de producción insostenible para los países empobrecidos. Es decir, se explotan bosques que no serán replantados y renovados con la misma rapidez en que son deforestados, rupturas de barreras agrícolas y productivas, adopción de monocultivos que inevitablemente simplifican la biodiversidad, y que a su vez han sido sustituidos por los productos no tradicionales que tiene el mismo efecto.

Dado que todo los que se haga simplemente es insuficiente para cancelar la deuda, que de hecho es ilegal (ya han sido cancelada y las características de los intereses son usurarios), ilegítima (una gran parte, sino toda, ha sido adquirida a espalda de los pueblos que son los reales deudores), y odiosa (porque ha sido implementada para formar órganos que permitan a la clase dominante mantener el control social -es el caso de la adquirida durante el somocismo)-; la deuda debe de ser declarada pagada. Evidentemente que para un solo país esto es imposible por las características del mercado internacional, por ello la única vía es que los países víctimas se unan en torno a esa voluntad -es el caso del ALBA-, que también será de gran utilidad a la hora de establecer intercambios comerciales más justos.

Notas:

¹ O economía de subsistencia, se basa en la agricultura o ganadería, generalmente familiares, cuya actividad sólo genera ingresos para la subsistencia de la propia familia o grupo social. No suelen haber excedentes que permitan el comercio y si se producen son exiguos.

² Se refiere a la cantidad de efectivo necesaria para cumplir las obligaciones actuales de deuda de manera oportuna, enmarca tanto amortizaciones como intereses.

Blog del autor: http://bitacoradeunnicaraguense.blogspot.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.