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Discursos creados por Estados Unidos para favorecer su intervencionismo en América Latina

El comunismo, el terrorismo y la guerra contra el narcotráfico (V)

Fuentes: Rebelión

Algunos fundamentos para la creación estadounidense de la guerra contra el terrorismo y el narcotráfico. Tras un periodo de veinte años de expansión, posteriores a las dos grandes guerras mundiales, Washington logro establecer la Pax Americana. Misma que se ejercería a partir de que Norteamérica asumió el papel de gendarme internacional y protector del sistema […]

Algunos fundamentos para la creación estadounidense de la guerra contra el terrorismo y el narcotráfico.

Tras un periodo de veinte años de expansión, posteriores a las dos grandes guerras mundiales, Washington logro establecer la Pax Americana. Misma que se ejercería a partir de que Norteamérica asumió el papel de gendarme internacional y protector del sistema capitalista ante el comunismo.

Sin embargo, desde finales de los años sesenta el imperialismo atravesaría nuevamente por una crisis comparable a la sufrida entre las guerras mundiales. De manera que, a principios de los años setenta, aunque los Estados Unidos seguían siendo la principal potencia del capitalismo, a partir del restablecimiento y desarrollo de la economía de los países Europeos de Occidente y del Japón, dicha hegemonía tendría que ser compartida.

Situación que se vislumbraría desde los años cincuenta, a partir de las modificaciones que se comenzaron a dar en la distribución y la correlación de fuerzas que hasta el momento había hecho prevalecer EE.UU.

Y que se expresaron a partir de la disminución del peso relativo de EE.UU en el volumen global de la producción industrial capitalista, el debilitamiento de la competencia de las mercancías estadounidenses en los mercados mundiales [1], el debilitamiento de la posición del dólar, la devaluación de la libra esterlina en 1967, la creación de dos mercados de oro en 1968, la declaración de inconvertibilidad del dólar en 1971, la devaluación de dicha moneda de 1971 a 1973, el final de las tasas de cambio fijas en ese último año. Todo lo cual, marcaría el derrumbe del sistema monetario internacional establecido en Bretton Woods [2 .

El fin del orden de Bretton Woods y los cambios en el FMI.

En 1971, Francia solicita a los EUA cambiar su tenencia de dólares por el oro de la Reserva Federal. A lo cual, Richard Nixon respondería decretando el fin del patrón oro – dólar.

Por lo que la moneda norteamericana se devalúa y los Estados Unidos inician un vertiginoso proceso de emisión sin respaldo, que sigue vigente hasta la actualidad. Así como, desde ese año, los Estados Unidos exportan dólares y acrecientan su deuda, junto con la de los países dependientes [3].

Además de que, de ahí se desprendería que el Fondo Monetario asumiera el papel de asesor y de controlador económico internacional. Siendo sus tareas fundamentales:

– Imponer y resguardar el dólar como divisa de intercambio internacional;

– prestar dólares a los países dependientes, con el objeto de garantizar la fuga de recursos de los especuladores y de las corporaciones hacia los EUA y Europa;

– privatizar empresas y transferir el capital y el ahorro nacional de los países en desarrollo, hacia las corporaciones multinacionales y los gobiernos de las potencias occidentales;

– obligar a los países dependientes a implementar programas de apertura comercial y de ajuste, favoreciendo las importaciones de manufacturas desde EUA y Europa.

Por consiguiente, será desde los años setenta cuando la función del FMI decididamente se orienta a dar garantías al desarrollo de los intereses de estadounidense y de otros países de primer mundo [4].

A la vez que, para finales de esa misma década, se conforma un «policentrismo«, que tendría como eje la rivalidad imperialista entre Europa Occidental-Japón, frente a los Estados Unidos, sustituyendo lo que hasta el momento había sido un «americanocentrismo« [5] .

Situación que se manifestaría con toda claridad, en el otoño de 1973, a partir del aumento de los precios del petróleo, que hizo que la opinión pública de occidente cobrará conciencia de la crisis, nos obstante, desde 1971 ya se comenzaba a manifestar una crisis monetaria.

Y a lo cual se le añadiría que, la aplicación de la política de guerra fría y la carrera armamentista aplicada por Washington en esa política, le generaron gastos absolutos y relativos que darían pie al aumento de las dificultades económicas exteriores, así como se le agudizan los problemas económicos y sociales internos.

E intentaran los EE.UU paliar tales pérdidas, a partir de las rentas que repatriaba desde el Tercer Mundo. Siendo que, éstas tenían como base el intercambio desigual impuesto desde la segunda guerra mundial en la zona, mediante las grandes compañías norteamericanas implantadas en los países productores, logrando controlar la transformación o la comercialización de las materias primas.

Aspecto que estaría unido a la deuda adquirida por los países latinoamericanos, mediante sus burguesías u oligarquías locales, quienes importaban bienes suntuarios, gastos militares o en algunas ocasiones en intentos de industrialización mal organizados. Aspectos que, en su conjunto, obligaron a rematar las materias primas de nuestros países en condiciones cada vez más duras, impuestas por los grandes beneficios que obtenían las compañías estadounidenses.

Empero, tal andamiaje se volvería contra los mismos EE.UU., a partir de que Europa aprovecharía las estructuras de intercambio desigual impuestas en el tercer mundo por Washington, al importar nuevamente materias primas de estas zonas, en lugar de Norteamérica. Derivando en el deterioro de la balanza comercial estadounidense.

Nueva problemática ante la cual, se plantearía como solución la expansión de las firmas multinacionales, de manera que, se intentará contar con las ganancias repatriadas por estas empresas, más que con el excedente comercial venido a menos.

Mecanismo que ya había sido puesto a funcionar en América Latina, donde las filiales de las multinacionales extraen grandes ganancias, e indicándoles sus estudios, que dicho mecanismo también podía ser puesto en práctica en Europa. Así, se transitará a partir de entonces, de un capitalismo monopolista de Estado, a un capitalismo monopolista transnacional.

Capitalismo monopolista trasnacional que, le permitiría a Washington conducir al resto del mundo, así como a tolerar y aceptar su déficit en la balanza de pagos, sin renunciar a ninguno de sus objetivos principales [6 .

En tanto que, en el plano político se establecerían dos estrategias: la multipolaridad y el trilateralismo, que se manifestaron en las figuras de los secretarios de Estado; Henry Kissinger, en la administración Nixon-Ford, y Zbiniev Brzezinski, en el periodo de Cárter [7] .

Partiendo la multipolaridad, por un lado, de la aceptación de la pérdida de la hegemonía de EE.UU., para intentar convertirla en sostén de una economía renovada, en el periodo de Nixon. Mientras que, el trilateralismo con Ronald Reagan, negaría que la redistribución del poder de Norteamérica fuera inevitable, por lo que, pretendería en su lugar, restringir al centro el juego de la multipolaridad a Japón, Alemania y los Estado Unidos como líder, e intentaría restablecer de manera total el esquema centro-periferia.

Política mediante la cual, se trató de resucitar la estrategia de la guerra fría realizada de 1947 a 1956, intentando impedir la unidad socialista-comunista, adaptándola al contexto político y a la correlación de fuerzas de ese momento. Y que tomaría sus bases de la Comisión Trilateral [8], creada en 1973, por David Rockefeller, el hermano banquero de la familia más poderosa de Norteamérica.

Además de que, la trilateral estaría conformada por empresarios, políticos, líderes sindicales y formadores de opinión pública de EE.UU., Europa y Japón. Así como, los trilateralistas ocupaban puestos importantes dentro del gobierno de Carter, como la vicepresidencia, el consejo de seguridad, el ministerio de relaciones exteriores, entre otros de igual importancia [9] .

Y mediante tal grupo, los EE.UU. pasan a exigir a sus estados clientes que tomen para sí la enorme carga financiera que representó el llamado «aparato de defensa del mundo libre.» Debido a que, después de la crisis de los setentas, los gastos militares ya no tuvieron los mismos efectos expansivos que presentaron en las décadas de los cuarentas, los cincuentas y la primera mitad de los sesenta, a consecuencia del mismo avance en la tecnología militar que permitía dar un salto hacia nuevos tipos de armamento, que aumentaban de manera extraordinaria las inversiones de capital en relación a la demanda de asalariados.

Así como también disminuían la cantidad de soldados por la aplicación de la nueva tecnología. Resultando entonces que, los gastos militares exigentes de grandes cantidades de capital, aumentaron el gasto estatal de por sí ya deficitario, en proporciones fuera de la capacidad de la economía norteamericana de aquel periodo.

De forma que, los EE.UU., creyendo contar con el respaldo de países inmersos en la misma ola derechista (en 1979 Margaret Thatcher era elegida primera ministra de la Gran Bretaña, en Japón Yahushiro Nakasone asume el poder en 1982, en Alemania Federal se nombra canciller a Helmut Kohl en el mismo año, Martens en Bélgica, Lubbers en Holanda y Schlüler en Dinamarca) el vicepresidente Mondale, emprende un viaje mediante el cual pretendió establecer un acuerdo entre Estados Unidos, Europa y Japón para realizar una aventura política de gastos públicos y una recuperación económica bajo el liderazgo de Washington.

Exigiendo los EE.UU, mayores responsabilidades financieras a estos países para defender el llamado mundo libre, con lo cual se relajaría la balanza de pagos estadounidense. Además de que, a Alemania y Japón se le pedía una actitud menos competitiva en el mercado mundial para favorecer un equilibrio económico del mundo occidental.

Peticiones que, en la figura de Carter se enfrentarían a una negativa por parte de Alemania, país que se negó a embarcarse en esa política de aceleración económica, puesto que le podría haber causado efectos inflacionarios, agravando los puntos sensibles de su economía dependiente de las exportaciones, así como aumentarían sus gastos internos y le generarían un presupuesto nacional altamente deficitario.

En tanto que, en Inglaterra encontró un gobierno desesperado con días difíciles para 1978. En el Japón se cernía una crisis política, mientras que en la economía no podía echar atrás su política de expansión de las exportaciones en momentos en que su dependencia de importaciones se hacía más evidente a partir de la necesidad del petróleo.

Contexto al cual se le añadiría la crisis política que afecto a la mayor parte del Tercer Mundo entre los años de 1974-1979. Por ejemplo, en Asía resultaban ganadores los movimientos de liberación de Vietnam, Laos y Kampuchea. Casi al mismo tiempo en África triunfaban movimientos con una ideología similar en Angola, Mozambique, y Etiopía. Así como se radicalización los regímenes de Yemen del Sur, Libia y se conformaba la «Línea del Frente» de tendencia antimperialista, dirigida por Zimbabwe.

Además de que, en el Medio Oriente la revolución islámica de Jomeini deshacía piezas clave de la dominación estadounidense en la región, tal cual era el Sha de Irán. A la vez que, en América Latina se vivía el triunfo sandinista en Nicaragua y el de las fuerzas progresistas de Maurice Bishop en Granada.

Clima que estaría rematado por la ocupación de las tropas soviéticas de Afganistán en 1979. Ocupación que ocurría con la intención aparente de cercar a Occidente, al tomar «la ruta del petróleo» y la súbita elevación de los precios del petróleo dirigida por los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y que derivaría en una triplicación de los precios del petróleo entre octubre de 1973 y enero de 1974 (primer choque petrolero) llegando a multiplicarse por diez entre 1973 y1979 (segundo choque petrolero).

De forma que, todo lo anterior generaría una «angustia sistémica» en el orden establecido de seguridad nacional diseñado por EE.UU. Y ante la cual, la Trilateral recurriría a la aplicación de una violencia sistémica (terror) en la diplomacia intra-hemisférica, que dará pie a la profundización de la contrainsurgencia iniciada con John F. Kennedy.

Pero esta vez, partiendo del supuesto de que las democracias liberales eran proclives a transformarse en ingobernables, se refuerza el principio de autoridad y de unión de los países capitalistas avanzados en contra de la amenaza del Tercer Mundo y del socialismo.

Además de que, la contrainsurgencia impulsada por la Trilateral, se expresaría a partir del abandono que hizo el presidente de Norteamérica de sus funciones como tal, para adoptar el papel de Comandante en Jefe de Operaciones Clandestinas, declarando así, la guerra política y urbana tanto a sus enemigos externos, como a todas las otras formas de expresión estatal que actuarán o potencialmente interfirieran en su accesibilidad a mercados y materias primas externas [10].

Lógica dentro de la cual, América Latina en particular, sería arrastrada hacia una redefinición en sus pasadas relaciones con los países imperialistas. Adscribiendo la región, en 1979, a la Guerra Fría intra-hemisférica que se llevará a cabo bajo la presidencia de James Carter y que sería el preámbulo de las políticas implementadas por una «nueva derecha» encabezada por Ronald Reagan.

De forma que, Reagan [11], ante los estallidos nacionalistas-radicales que ponían en peligro la tradicional hegemonía estadounidense y los respectivos intereses de sus compañías, en 1981, después de la entrega de diplomáticos norteamericanos que habían sido secuestrados durante más de un año en la embajada de Estados Unidos en Teherán, anuncia que, desde ese momento, en adelante se castigará con rapidez y eficacia el terrorismo enfilado contra América.

Intenciones que serían reafirmadas por el secretario de estado de esa nación A. Haig, quien aclaraba que no se trataba de terroristas abstractos, sino del «terrorismo internacional» cuyas fuerzas afirmaba eran entrenadas, subvencionadas y equipadas por la URRS.

De suerte que, las acciones «antiterroristas» que emprendió EEUU, en Diem y Thieu en Vietnam del Sur, con Mabutu en Zaire, colocando a Pinochet en Chile y a Suharto en Indonesia. A partir de alienar a elementos militares y de la élite del Tercer Mundo, cobrara desde entonces, estatus de una política de Estado.

Política que además, sería favorecida por los fondos de los Rockefeller, los Carnegie y Ford, y de trust como el Instituto Hoover, el Consejo para Relaciones exteriores que formularon, quienes, a fines de los años 70, formulan una serie de recomendaciones en política exterior, que estarían centradas principalmente en la lucha contra la URSS y otros países socialistas, en la eliminación de los movimientos de liberación nacional y en la injerencia en los asuntos internos de los Estados liberados.

Y, para lograr esos fines, la tortura se conformaría como una práctica corriente practicada por los Estados clientes de EE.UU. Toda vez que, dichos métodos le permitieron a los Estados Unidos, generar en determinados países una «desintegración forzada«. Desintegración que, consistiría en el desgarre de las estructura políticas y sociales del Estado agredido, hasta que la moral nacional se desintegra y el Estado fuera incapaz de resistir una intervención más intensa.

Así como, Norteamérica contaría con la acción combinada de las corporaciones privadas trasnacionales de su país, las burocracias de la Seguridad Nacional con sede en Washington, y los instrumentos policiaco-militares creados por ésta nación en los países dependientes por distintos medios como el Programa de Asistencia Militar (PAM), de Seguridad Pública (policía) y las juntas militares.

Y dentro de ese tenor, para que Latinoamérica absorbiera los gastos de la «ayuda» contra el comunismo, misma en la que no quiso participar Alemania y Japón, Reagan declarara en febrero de 1982, sin desmarcarse de la política trilateral impulsada por Carter, la Guerra contra las drogas, como objetivo urgente de seguridad nacional, donde se califica como objetivo central la detención de la cocaína que ingrese a EE.UU., con lo cual se responsabilizará a partir de entonces a la oferta, es decir, a los países productores, y no a la demanda (los países consumidores), generándose aparte de los «terroristas», al narcotraficante como un nuevo enemigo externo.

La crisis capitalista de los ochentas [12] y su relación con la guerra contra el narcotráfico.

Los años ochenta se verían marcados por una crisis histórica y de largo plazo, que se caracterizaría por fuertes convulsiones económicas y por la consolidación de la caída tendencial de la tasa de ganancia, así como por la disminución del crecimiento promedio del sistema capitalista en su conjunto.

Además de que, para hacer frente a la coincidencia de la crisis estructural originada desde los 70 y la recesión coyuntural de los 80, el proceso de acumulación de capital, no contara como en el pasado con el estímulo que representó la reconstrucción europea y nipona, así como quedaron invalidados los mecanismos ortodoxos que le permitían a los Estados capitalistas reactivar el ritmo de acumulación de capital, con lo cual superar la recesión económica: el crédito y las políticas fiscal monetaria y de comercialización externa.

Motivos por los que, se impondría como contrapeso a esa situación, desde los setenta la generalización y homogenizó la ley del valor (trabajo abstracto), la superexplotación del trabajo en sus distintas modalidades, a partir de estandarizarse la producción de mercancías por medio de la difusión tecnológica, con la intención de homogenizar los procesos productivos» e igualar la productividad del trabajo y por ende su intensidad [13]. Hechos que irán de la mano con la exacerbación de los mecanismos para la transferencia de valor por despojo, como métodos de la «globalización».

De forma tal que, bajo la administración de Reagan, el neoliberalismo se convirtió en una cruzada ideológica dirigida a revalorizar el papel histórico del capital, la iniciativa privada y del mercado como deus ex machina, atacando a todo cuanto se opusiera al libre juego de esas fuerzas y «leyes».

Así como, bajo su gobierno, la unión americana abandona el «trilateralismo» de los años setenta, para poner en práctica en su lugar, un abierto «unilateralismo», es decir un liderazgo exclusivo de EE.UU. Motivos por los que, en adelante intentará marcar la pauta del comportamiento de todo el Occidente, y para lo cual conformará una política de una segunda Guerra Fría, reactivada por Carter en 1979 y que se agudizará con Reagan.

Así, en junio de 1982, Reagan expondría en el parlamento inglés un discurso conocido como «declaración de la segunda guerra fría«. Discurso donde haría un llamando a emprender una nueva «cruzada» contra el comunismo. Y que tomaría cuerpo en el «programa de democracia y de diplomacia pública» supuestamente orientado a «fortalecer la democracia» en los países en vías de desarrollo y en los países comunistas donde fuera posible.

Medios por los cuales, Reagan logro otorgarle el derecho a los EE.UU, para intervenir en asuntos de otros Estados y pueblos soberanos. Así como, dentro de tal entramado, Reagan presentara a los trabajadores de la CIA como los ojos y oídos del mundo libre, por medio de los cuales Norteamérica llamaba a todos los países a desplegar una cruzada por la libertad y una campaña global por los Derechos Humanos.

Y la CIA a su vez presentará al terrorismo como el principal enemigo a vencer, señalando que en 63 países operaban 370 grupos terroristas, principalmente «marxistas», de manera tal que la CIA convertía al llamado «terrorismo internacional» en sinónimo de «comunismo internacional«.

Mientras que, para el caso de su situación interna, intentando contener las manifestaciones e inconformidades de los sectores afectados por las medidas neoliberales, su método predilecto ha sido el de confinar a la gente superflua en getthos urbanos. Y cuando tales medidas fallan, se les envía a las cárceles. Resultando entonces que, durante el periodo de Reagan, el número de presos en Estados Unidos casi se triplico.

Además de que, con la intención de fortalecer sus mismos propósitos, mientras que la justificación de la Guerra Fría iba llegando a su fin, Reagan lanza en febrero de 1982 la «guerra contra las drogas» como objetivo urgente de seguridad nacional.

«Preocupación» que surgió, a partir de una explosión en la venta y consumo de crack dentro de las comunidades negras, grupo particularmente bien escogido por ser uno de los sectores más vulnerables, y hacia el cual se dirigirá una vez más el miedo y el odio, como método estándar de control de la población.

La regionalización y su relación con la guerra contra el narcotráfico.

L a regionalización, entendida como un proceso de ampliación de las bases «internas» de la acumulación, con lo cual se da un traslado parcial de dichas bases de la nación a la región donde se incluyen elementos centrales en la re-definición de lo «nacional» como son la gestión nacional-estatal sobre la moneda y sobre la fuerza de trabajo. [14]

También, se presentará como una respuesta a momentos en que cada vez mas la situación de EUA se complica; de un lado, al estilo histórico marcado por el expansionismo militar, se suma la pérdida de hegemonía. Por el otro, a la dependencia de los energéticos para mantener el complejo bélico-industrial.

De manera que, se gestionó la vinculación geográfica y política con América Latina, una de las regiones más ricas del mundo en recursos estratégicos, hasta arrogarse a la zona los EUA como su zona de influencia necesaria para su sobrevivencia. [15]

Ocurriendo así, dado que, tras la caída del muro de Berlín y la proclama del fin de la Guerra Fría, luego del término del conflicto Este-Oeste; lo que en realidad ha sucedido es una reorganización de la geoeconomía del capital y de la geopolítica, a escala global.

Es decir, se formó un nuevo orden mundial donde el viejo mapa internacional quedó atrás. [16] Dando pasa a un nuevo orden que ha sido conocido como globalización y esta globalización se configuró paulatinamente como: un proceso de dominación y apropiación del mundo. Dominación de estados y mercados, de sociedades y pueblos, que se ha venido ejerciendo en términos político-militares, financiero-tecnológicos y socioculturales.

E incorporando la regionalización a los países dependientes como México, en un neoimperialismo [17] que necesita una mano de obra barata y calificada que garantice ciertos niveles de productividad. Así como le interesan las regiones, zonas o ciudades donde pueda realizar el plusvalor más alto a niveles de calidad de exportación, ya que el mercado interno, constantemente menguado interesa muy poco a las empresas mundiales.

Esto en vista de que los bajos salarios no compensan la baja productividad y el precario desarrollo tecnológico en un contexto donde se hace apremiante que la producción compita en calidad y precio en el mercado mundial.

Además de que, al nuevo imperialismo también se le hacen necesarias excepcionalmente algunas materias primas estratégicas, pero no para trasladarlas a los centros industriales como en el pasado, sino para ubicar junto a ellas las industrias necesarias de las cuales se obtenga el valor agregado más alto posible (sacar de los países desarrollados las industrias sucias en beneficio de su ecología). [18]

Resultando entonces que, a las crisis recurrentes del capitalismo, tanto en los países centrales como periféricos, se les ha sumado una competencia intercapitalista en disputa por una nueva hegemonía en un contexto de recursos estratégicos escasos. Y bajo tales circunstancias, les ha sido necesario incorporar nuevos mercados [19] .

Influencia e importancia de los think tanks en América Latina.

Bajo tales parámetros, cuando fue el auge de los llamados Gobiernos progresistas latinoamericanos, vivimos sistemáticas críticas a tales experiencias, especialmente desde la mancuerna formada por el sector privado-Gobierno, de EE.UU.

A partir de que, dicha mancuerna aglutino a un importante número de académicos y voces expertas en Think Tanks [20], que tienen una importante repercusión en la prensa. Y valiéndose de ellos, se han dado a la tarea de difundir y consolidar una perspectiva negativa sobre dichos procesos, calificados como «corruptos, ineficientes, autoritarios, anti democráticos», y demás.

Así como, bajo sus opiniones se ha conformado una cosmovisión que se autodefine como objetiva, neutral, apolítica y científica. E influyen en la conformación de agendas sobre América Latina: definiendo cuáles son los principales problemas a tratar y cómo deberían enfrentarse.

Ideario que tendrá su punto de partida a su vez, de la creencia de que los EE.UU. tiene la «función» de influenciar a Gobiernos y sector privado de América Latina, para orientarlos hacia una determinada concepción/práctica de democracia, que no debe de ser discutida y que debe de corresponderse con los intereses del sector privado estadounidense.

De forma que, sus análisis han solido subrayar las debilidades democráticas en América Latina, la corrupción, la vulneración de DD.HH., las políticas poco amigables con la preservación del medioambiente y los desaciertos de las políticas económicas (cuando se apartan del derrotero neoliberal).

Procediendo así, no obstante, entre los principales «donantes» de los Think Tanks, se encuentran empresas/fundaciones como Chevron, Pfizer, Lehman Brothers, Open Society (Soros), Caterpillar, entre otras de igual catadura. Y las cuales cuentan con múltiples denuncias a nivel internacional por explotación de la fuerza de trabajo, experimentos químicos en poblaciones, polución ambiental, así como con especulaciones financieras, que han contribuido o han sido la causa de quiebras economías estatales, las cuales, a su vez, han tenido innumerables consecuencias para la población de esos países.

De suerte que, los Think Tanks en realidad han venido teniendo como función, generar una opinión «experta» que le pueda servir como asesoría al gobierno estadounidense, (para garantizar los intereses privados) a la vez que, resultan clave como fuente de información «calificada» para los medios masivos.

Y dicha opinión, vertida por supuestos expertos, ha contribuido a manufacturar/orientar la opinión pública sobre determinados temas, problemas. Toda vez que, logran asentar posicionamientos frente a los mismos, una vez que llegan al público de forma general, a través de medios masivos y redes sociales.

En el caso, en América Latina han logrado colocar cuatro temas/problemas, como los más relevantes para la zona: Venezuela, México, migraciones y Colombia. Siendo concebida Venezuela como un problema grave para la región, presentada siempre desde un ángulo negativo: crisis económica, crisis humanitaria, elecciones ilegítimas y actos de corrupción.

En tanto que, respecto a las migraciones estas también han sido concebidas como un problema «mal atendido» o «mal resuelto» por las actuales administraciones.

Mientras que, en el caso de México, además del tema del narcotráfico, otro caso particular ha sido la defensa del TLCAN, por el asesor del Wilson Center [21], quien ha dicho que, dicho tratado habría llevado a una mejoría en la economía mexicana, así como a importantes avances en el sector de seguridad.

Y en Colombia se ha procedido de tal forma que, de la mano del tema del narcotráfico y el terrorismo, se ha logrado añadir a ese país a la OTAN.

La derecha se vuelve a reposicionar en América Latina.

Desde principios de 2015 y hasta 2018, una serie de regímenes neoliberales de derecha llegaron al poder en países como Argentina, Brasil, Ecuador y Colombia. Uniéndose así, a un grupo de regímenes de «libre mercado» ya existentes en México, Perú, Honduras y Paraguay [22].

Fenómeno ante el cual, Wall Street, la prensa financiera y la Casa Blanca aclamaron los cambios de régimen como una «ola de derechas», un retorno a la «normalidad» y un rechazo al «populismo», la corrupción y la mala gestión económica.

A sí como, las principales casas de inversión confiaron en la intención de los economistas tecnocráticos de seguir los preceptos del neoliberalismo. En tanto que, los banqueros y los inversionistas esperaban estabilidad a largo plazo, crecimiento dinámico y oportunidades lucrativas.

Y acordes con tales deseos, los regímenes neoliberales desregularon sus economías: rebajando los aranceles, eliminando los subsidios a la energía, los combustibles y los servicios públicos; despidiendo a miles de empleados públicos, asó como privatizaron sectores enteros en sectores como minería, telecomunicaciones energéticas e infraestructura.

Mientras que, las moratorias de la deuda terminaron y los banqueros fueron recompensados con pagos millonarios, por los préstamos que habían comprado.

Actos mediante los que, de acuerdo con los regímenes neoliberales, se podría terminar con la corrupción, aumentaría el empleo, así como el consumo masivo. Argumentando que, los déficits y el desempleo disminuirían y que la «oleada neoliberal» duraría una o dos generaciones.

Sin embargo, un año después de llegar al poder, los regímenes neoliberales entraron en una crisis terminal. A partir de que, las políticas socioeconómicas implementadas, rápidamente socavaron las promesas optimistas y condujeron a desastres socioeconómicos.

En el caso de Argentina, el régimen neoliberal multiplicó por dos el desempleo y el subempleo, mientras que los niveles de vida disminuyeron precipitadamente. Además de que, decenas de miles de empleados públicos fueron despedidos. Las tasas de interés subieron a los máximos del mundo al 65%, eliminando así, efectivamente los préstamos comerciales y el financiamiento.

En Brasil, la huelga de camioneros paralizó la actividad y obligó al régimen de Temer a retractarse de los precios de la gasolina. La discordia popular ha bloqueado el programa de privatización y de pensiones regresivo de Temer.

En Colombia, la corrupción del régimen condujo a un referéndum popular, al que se oponía la extrema derecha. Así como los movimientos sociales acusan al nuevo presidente neoliberal Ivan Duque de ignorar y alentar el asesinato de más de trescientos activistas sociales en los últimos tres años.

En Honduras y Paraguay, el estancamiento económico y la regresión social han llevado a decenas de miles a huir al extranjero o a participar en movimientos militantes que ocupan tierras de barbecho.

En Ecuador, la adopción de la reforma falsa del régimen de la élite empresarial y los «ajustes» del FMI ha llevado a una gran desilusión. El programa de austeridad del presidente Moreno ha reducido el PIB al 1% y ha desmantelado programas públicos, ya que establece las bases para la privatización de minas, telecomunicaciones y bancos.

Y, a medida que los regímenes neoliberales se enfrentan a la insurgencia social, estos cada vez más recurren a la militarización del Estado, echando mano del discurso de la guerra contra el terrorismo o el narcotráfico. De forma que, en Brasil, el ejército se ha apoderado de las favelas; en la Argentina han proliferado las operaciones militares [23].

Lucha imperialista y otros efectos de la desregulación económica.

La desregulación económica aplicada en América Latina, ha socavado las industrias locales, las cuales no pueden competir con los fabricantes asiáticos, estadounidenses y de la UE. Así como ha aumentado los costos de los servicios públicos, arruinando a los pequeños y medianos productores.

A la vez que, la privatización le ha restado al Estado ingresos para el financiamiento público. Y los programas de austeridad que reducen los déficits, han socavado el consumo interno y eliminado el financiamiento fiscal.

Y todo lo cual, se inscribe en el espectro más amplio de la guerra comercial planteada por Estados Unidos contra China [24], la Unión Europea y Canadá. De suerte que, tanto México, como otros países dependientes, hoy resultan ser la expresión del agotamiento económico y político puesto en evidencia por el gobierno de Donald Trump.

Toda vez que, dicha guerra tiene sus raíces en las cinco décadas de neoliberalismo que se encargó de instigar al resto del mundo Washington, pero como han terminado por afectarle las mismas políticas neoliberales, hoy se lanza a reducir su déficit comercial, así como a relocalizar sus empresas. Al tiempo que, intenta darles continuidad a sus debilitadas ventajas tecnológicas, hoy desafiadas por la República Popular China.

Siendo que, los sectores de servicios e intangibles [25], empiezan a ser desafiados por la capacidad de innovación de Beijing, a partir de que han logrado acrecentar aún más el déficit comercial total estadounidense: Jack Ma (Alibabá), Pony Ma (Tencent), y Liu Jun (de Xiaomi) empiezan a cuestionar el liderazgo de Larry Page y Serguei Brin (Google), Mark Zuckerberg (Facebook) y Jeff Bezos (Amazon).

Además de que, entre las 50 empresas (startups) [26] de alta tecnología más importantes del mundo, 26 son chinas y apenas 16 estadounidenses. Pero, luego de guerra declarada por Trump, Washington ha denegado recientemente a China Mobile (integrante de la corporación Alibabá) la posibilidad de ofrecer sus servicios de telecomunicación dentro de Estados Unidos, bajo argumentos de «seguridad nacional».

Arena dentro de la que, también Rusia le ha venido a complicar las cosas a los EE.UU, a partir de que, desde principios del siglo 21 Moscú ha fortalecido su influencia política y económica (en particular en el tema clave de la energía) y está reaccionando a las políticas belicistas de la OTAN, que intenta aumentar la presencia militar occidental en sus fronteras.

Avance de la OTAN ante el cual Rusia ha respondido con una exitosa estrategia de fortalecer un proyecto eurasiático, a través de un doble movimiento. Por un lado, Rusia está construyendo alianzas con las ex Repúblicas Soviéticas asiáticas, priorizando acuerdos económicos y proyectos de infraestructura, con desdoblamientos geopolíticos.

En tal sentido, Rusia ha establecido acuerdos con la Unión Económica Eurasiática (UEE o UEEA), formada en 2015 por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y la Federación Rusa.

Mientras que, por otra parte, Moscú ha ampliado sus acuerdos comerciales con países que desde el final de la Segunda Guerra Mundial estuvieron en la esfera de influencia estadounidense. Y para lo cual se ha valido del Foro Económico del Este (Eastern Economic Forum-EEF), creado por Vladimir Putin en 2015, y que se reúne todos los años en setiembre en la ciudad rusa de Vladivostok, con participación de Japón, Corea del Sur, China y entre otros países de la región.

Y, teniendo entre sus objetivos el EEF, la promoción del potencial económico del Lejano Oriente ruso, a partir del mejoramiento de la competitividad y el atractivo de la región para inversores locales e internacionales. Lograría que, un año después de creado, se recibiera como invitado especial al primer ministro japonés, Shinzo Abe, además de que, logro firmar más de 200 acuerdos comerciales, por un valor superior a 20 mil millones de dólares, con presencia de 3.000 delegados de 60 países [27] .

Conflictos que para América Latina vienen teniendo amplias repercusiones, tanto desde el punto de vista económico como geopolítico. En el caso de Brasil, Michel Temer, el seguir las políticas de Estados Unidos lo ha llevado incluso a suspender la construcción del proyectado tren bioceánico (del Atlántico al Pacífico) que estaba destinado a ser una pieza clave en el comercio de la región con China.

Mientras que, en Argentina, Macri, ha desestimado la construcción de Atucha IV, con tecnología canadiense y financiamiento de capitales chinos. Y aún están pendientes la concreción o suspensión del inicio de Atucha V proyectada para inicios de 2022, así como la realización de los acuerdos de producción conjunta de buques, aviones y helicópteros en la Argentina, también con financiación china.

Pero, a pesar del retroceso en los proyectos anteriores y la subordinación política y militar a Washington de los regímenes latinoamericanos, la mayor parte de los vínculos comerciales que vienen desarrollando estos últimos, son con China.

Además de que, dentro de la llamada guerra comercial desatada por Trump, ningún país latinoamericano cliente se ha alineado con Estados Unidos. Sino que, por el contrario, todos se están beneficiando por la pérdida de Washington del mercado chino y están aumentando sus exportaciones. Así como, la venta a precios bajísimos (dumping) de Trump en la Asociación Trans-Pacífico y las amenazas de retirarse del NAFTA, han reducido la influencia de Washington en América latina y Asia.

Mientras que, las políticas económicas neoliberales, implementadas tanto en Brasil y como en Argentina, están sufriendo una profunda crisis, por lo que, se enfrentan con una enorme oposición social y es probable que sean derrotados en las próximas elecciones. En tanto que, Venezuela y Cuba han resistido con éxito las sanciones económicas y diplomáticas que se les han impuesto.

Situación ante la que, militarmente, el presidente Trump se ha empeñado en conserva las bases de EEUU en territorio colombiano, además de haber hecho entrar en la OTAN al gobierno de Bogotá y se ha asegurado operaciones militares en Argentina y Ecuador.

Recrudecimiento de la militarización de dichos países, que también pudiera observarse en México, así como una mayor desestabilización y una profundización de la contrainsurgencia, todo bajo el manto de la guerra contra el narcotráfico y el terrorismo.

Máxime, si el nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se decanta por la aplicación de políticas -tanto en el ámbito internacional como en el nacional- independientes y progresistas, renegocia o se retira tanto del tratado NAFTA, así como de los contratos petroleros y las disputas fronterizas, para beneficio de las clase trabajadoras del país [28].

Toda vez que, le vendría a sumar un escenario más complicado a los EE.UU, ya que, dicho cambio ocurría esta vez junto a la frontera estadounidense y se daría después de 38 años de un procesos constante de políticas neoliberales en el país.

 

 

Ramón César González Ortiz es Licenciado en Sociología y Maestro en Estudios Políticos por la UNAM. 

Notas


[1] La pérdida de la capacidad competitiva de Norteamérica frente a las antiguas potencias capitalistas de Europa y Asia, ya recuperadas de los estragos provocados por las dos guerras mundiales, con lo cual el excedente comercial de EE.UU., ya no encontraba salida, pasando una gama de bienes que eran importados desde Norteamérica después de la guerra (productos intermedios, bienes de equipo corriente, bienes de consumo duradero) a ser manufacturados en Europa y el Japón a precios más bajos, debido a los costes más bajos de mano de obra.

Además de que dichos productos, europeos y japoneses, también ingresaron en el Tercer Mundo, llegando a sustituir algunos bienes que antes eran importados desde Estados Unidos. Extraído de: Fitt Yann, Farhi André, Vigier Jean Pierre. «La guerra económica mundial.» Editorial Fontanella, 1978. Pág. 129 .

[2] Revista, Problemas del Desarrollo. «América Latina: crisis y globalización.» Carmona de la Peña Fernando, (coordinador). UNAM, IIEC, 1993. Pág. 18

En el mes de julio del año 1944, las Naciones Unidas organizaron una conferencia en la instalación hotelera de Bretton Woods, Estados Unidos. Durante el encuentro, en el que participaron 44 estados, los gobiernos triunfadores de la Segunda Guerra Mundial se propusieron organizar las finanzas y el sistema monetario mundial. En esa conferencia surgió la iniciativa de crear el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF).

La creación del Fondo se justificó en la necesidad de otorgar estabilidad al sistema financiero internacional, fomentando la «cooperación monetaria», el «crecimiento equilibrado del comercio», la «estabilidad cambiaria» y el establecimiento de un «sistema multilateral» de desembolsos. El FMI destinó recursos para enfrentar los «desequilibrios» de la balanza de pagos de los países. Extraído de: Rebelión. El Fondo Monetario Internacional y el desorden mundial. Por: Aritz Recalde.

[3] El FMI impulsó los programas de ajuste estructural y los lineamientos del Consenso de Washington (apertura comercial, desregulación financiera, apoyo a las exportaciones y no al mercado interno, etc.). Abogó por el achicamiento del Estado con las privatizaciones y con la eliminación de subsidios.

Los desastrosos resultados de sus programas de racionalización y de ajuste están a la vista. Según datos presentados por Oscar Ugarteche, solamente entre los años 1977 y 2001 se produjeron 112 crisis bancarias en 93 países. Durante las últimas décadas los gobiernos que aplicaron sus iniciativas destruyeron sus estructuras productivas y deterioraron seriamente las condiciones de vida de sus comunidades. Las crisis mexicana (1994), asiática (1997), rusa (1998), brasilera (1998) y argentina (2001), hablan por sí solas.

El organismo apoyó los golpes de Estado y las dictaduras de Argentina (1956 y 1976), Brasil (1964), Chile (1973) o Uruguay (1972). En el año 2002 y en plena asonada castrense, el FMI se mostró dispuesto a financiar al golpista venezolano Pedro Carmona.

América Latina implementó los programas del FMI y la década del ochenta fue de crecimiento negativo de la economía. En los años noventa, los estados vendieron su patrimonio al extranjero y reconvirtieron la economía orientando las prioridades al sector exportador, en desmedro del mercado interno. Los gobiernos flexibilizaron las condiciones laborales y se perdieron muchos de los derechos sociales alcanzados. Extraído de: Rebelión. El Fondo Monetario Internacional y el desorden mundial. Por: Aritz Recalde.

[4] Por lo que, los norteamericanos no aplican los acuerdos y sus reglas financieras, así como no son auditados por el FMI, tal y como ocurre con el resto de los países. Resultando entonces que, el FMI no evitó y ni siquiera previó- las crisis financieras de los Estados Unidos del año 2008 y las de Europa (España, Grecia, Portugal, entre otras).

Además de que, del trabajo realizado por el FMI dependen los valores de Wall Street y el desenvolvimiento de las empresas norteamericanas en el mundo. Para lo cual, actua el FMI en línea con el Tesoro (ente público) y con la Reserva Federal (ente público – privado) de los EUA.

De forma que, sus operaciones se articulan con las calificadoras de riesgo financiero que son mayoritariamente norteamericanas, como es el caso de Moody’s, Standard & Poor’s, Fitch Ratings o JP Morgan.

Además, las decisiones del FMI son abaladas por los tribunales de resolución de litigios económicos de los EUA (jueces como Tomas Griesa) e internacionales (CIADIBM). Extraído de: Rebelión. El Fondo Monetario Internacional y el desorden mundial. Por: Aritz Recalde.

[5] Saxe-Fernández John, «Diseños imperiales sobre México y América Latina». Trabajo presentado a las Jornadas Bolivarianas, Instituto de Estudios Latino- Americanos, Universidad de Sta. Catarina, Florianópolis, Brasil, Abril 6-10, 2009.

[6] Fitt Yann, Farhi André, Vigier Jean Pierre. «La guerra económica mundial.» Editorial Fontanella, 1978. Pág. 134.

[7] La multipolaridad significo con la llegada de Nixon a la presidencia en enero de 1969 un cambio político, dejando de lado los dogmas de la guerra fría y se pasa de la confrontación a las negociaciones con los países socialistas pretendiendo con esto normalizar las relaciones con la Unión Soviética. Para esto se llevaron a cabo conversaciones soviético-estadounidenses mediante la visita del presidente Nixon a Moscú en 1972, la visita del Secretario General de CC del PCUS, L. Brézhnev a la unión americana en 1973 y nuevamente la visita de Nixon a la URRS en 1974.

Por medio de estas visitas se firmaron acuerdos como: el Acuerdo sobre la limitación de los sistemas de defensa anticoheteril, el Convenio provisional sobre medidas en el área de restricción de armas estratégicas ofensivas y de particular interés para ambas partes el Convenio de la prevención de la guerra nuclear como medidas observables para la detención de la carreara armamentista, así como la amenaza de una guerra termonuclear a nivel mundial.137

Pero a pesar de estas medidas, la alianza de Nixon con los industriales californianos dependientes de la industria de guerra y con los nuevos grupos económicos vinculados a las empresas que alcanzaron enormes fortunas mediante la especulación bursátil, derivaron en el escandalo del Watergate, que unido a los hechos de Vietnam hicieron agua en el aparato institucional norteamericano, a lo cual también contribuyó la crisis económica de largo plazo iniciada en 1967. Ésta crisis se reafirmaría en 1974-1975, durante el periodo conocido como de estanflación (estancamiento acompañado de inflación), reflejado en incremento de la inflación en un 20% en naciones como Italia, Japón y Gran Bretaña, así como por altos índices de desocupación en los años de 1975-1976, que eran situados por las principales potencias en diecisiete millones.

Con estos hechos, se vislumbró una etapa hasta entonces distinta en el desarrollo del capitalismo contemporáneo, destacándose por una insuficiente recomposición del funcionamiento del capitalismo atreves de la crisis cíclica y una posterior recuperación para resolver de manera idónea y ponerle fin a los graves problemas que habían permitido su concentración en los principales países industriales. La década de los setenta constituía así un periodo de acentuación de las previas tendencias; un acelerado crecimiento de los flujos internacionales de mercancías y de capitales, de forma tal que grandes proporciones del total mundial de capitales y de mercancías rebasó sus fronteras nacionales de origen para realizarse en otras naciones. Derivando así en una relación cada vez más estrecha entre los mercados internacionales, que se traducía a su vez en un mayor desarrollo del carácter mundial de los distintos mercados y una paulatina integración del capitalismo, obteniéndose así, un aumento de la influencia adquirida tanto por las corporaciones multinacionales como por la banca privada internacional, que por esta misma realización ayudaron a la salida de la crisis cíclica y a la atenuación de los efectos de la crisis estructural, motivos por los cuales la crisis fue considerada como una «crisis del mercado mundial». Extraído de: Revista, Problemas del Desarrollo. «América Latina: crisis y globalización.» Carmona de la Peña Fernando, (coordinador). UNAM, IIEC, 1993. Pág. 16

 

[8] La Comisión Trilateral se señalaba como objetivo una reforma a fondo en la política exterior norteamericana, a partir de observar el salto a la palestra económica y política de Alemania y Japón entre los años de 1970 y 1980 y el rápido crecimiento económico de Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, conocidos en aquel momento como los «nuevos países industriales» de Asia oriental, además de la evidente situación de paridad estratégica de EE.UU. con la URRS, lo cual marcaba el fin de la total hegemonía de Estados Unidos.

 

[9] La Iniciativa Mérida: Estado militarización y contrainsurgencia en México. Tesis presentada por: Ramón César González Ortiz, para obtener el grado de Maestro en Estudios Políticos y Sociales. Por la FCPyS, de la UNAM. 2014.

[10] Saxe Fernández John. De la seguridad nacional. Grijalbo. 1977. Pág. 17

[11] Reagan, mediante un discurso televisivo dirigido a su nación, sobre la situación en Centroamérica el 9 de mayo de 1984, le dejaba en claro al mundo la manera en que desarrollaría su política sobre nuestro continente: «Pedí este tiempo para hablarles de algunas decisiones fundamentales que corresponde a ustedes tomar. Creo que mi responsabilidad constitucional es presentar estas cuestiones ante ustedes. Estas cuestiones se refieren a la seguridad nacional de ustedes, y esa seguridad es la función más importante del gobierno federal. En ese contexto, mi deber es prever problemas, advertir de peligros, y actuar para apartar el peligro de nuestras costas.

Nuestros objetivos diplomáticos no se alcanzarán solamente con buena voluntad y nobles aspiraciones. En los últimos 15 años el crecimiento del poder militar soviético ha significado un cambio radical en la naturaleza del mundo en que vivimos. Esto no significa, como algunos aspiran a que creamos, que estamos en peligro inminente de guerra nuclear. Tal no es el caso.

Mientras mantengamos el equilibrio estratégico y lo hagamos más estable mediante la reducción del nivel de armamento por ambas partes, podemos contar con la prudencia básica de los líderes soviéticos en evitar ese tipo de desafío hacia nosotros. Actualmente nos están desafiando con una nueva clase de arma: la subversión y el uso de fuerzas subordinadas de otros países, las cubanas, por ejemplo. Hemos visto que esto se ha intensificado en los últimos 10 años, a medida que la Unión Soviética y sus subordinados actuaron para establecer control sobre Vietnam, Laos, Camboya, Angola, Etiopía, Yemen del Sur, Afganistán y, recientemente, en nuestra vecindad en Nicaragua y ahora el Salvador. Esta noche quiero hablar de los destinos de esta región.

La cuestión principal en este caso es nuestro esfuerzo para promover la democracia y el bienestar económico frente a la agresión de Cuba y Nicaragua, con la ayuda y el respaldo de la Unión Soviética. No se trata desde luego de planes para el envío de fuerzas norteamericanas a combatir Centroamérica. Todos los años, la Unión Soviética provee a Cuba de 4 mil millones de dólares en asistencia y le envía toneladas de armas para fomentar la revolución en nuestro hemisferio.

Cuando la mitad de nuestro tonelaje de mercancías y del petróleo importado pasa por las vías marítimas del Caribe y casi la mitad de nuestro comercio con el exterior atraviesa el Canal de Panamá y las aguas del Caribe, la economía y el bienestar de Estados Unidos están en juego.» Extraído de: La Iniciativa Mérida: Estado militarización y contrainsurgencia en México. Tesis presentada por: Ramón César González Ortiz, para obtener el grado de Maestro en Estudios Políticos y Sociales. Por la FCPyS, de la UNAM. 2014. Pp. 85-86.

[12] En la nueva crisis de 1980-1982 la sobreproducción se extiende a todo tipo de mercancías, materias primas, energéticos y alimentos, mientras que la de los setenta solo se había centrado en productos industriales.

II. Diferenciándose de lo ocurrido en 1974-1975, la crisis cíclica de 1980-1982 afecto a las relaciones económicas internacionales, de tal manera que el volumen del comercio internacional cae 11.3% entre 1980 y 1983, asimismo los flujos de inversión extranjera directa disminuyeron prácticamente a la mitad y el crédito internacional cayó en más de 12 por ciento.

III. En contraste con el decenio anterior, en la que los efectos adversos de la crisis se concentraron en los países industriales, esta crisis de 1980-82 afecta también – aunque con cierto retraso – al capitalismo menos desarrollado, de forma tal que a partir de mediados de 1981 y hasta el fin de la crisis mundial – últimos meses de 1982 – los niveles de actividad cayeron más que en los países industriales. En América Latina el PIB regional cayó 1.4% en 1982%, mientras que la inversión extranjera cayó 34.6% entre 1981 y 1983153.

Esta tendencia prevalecerá a pesar de que en 1982 se da una pequeña recuperación, en tanto que esta recuperación traerá consigo problemas como el alto endeudamiento que se da en el conjunto del sistema capitalista, pero principalmente en la economía estadounidense que desde entonces se coló como una nación deudora neta por el crecimiento de su deuda externa.

De esta manera, se perfiló el crac de octubre de 1987, derivado del endeudamiento generalizado que se dió en los años setenta por medio de la intermediación bancaria y en los años ochenta a partir de los problemas generados por la incapacidad de pago de los países atrasados, así como por la situación interna de las economías desarrolladas. Estos hechos culminaran con el desplazamiento de la deuda del sistema bancario a la bolsa de valores. Extraído de: La Iniciativa Mérida: Estado militarización y contrainsurgencia en México. Tesis presentada por: Ramón César González Ortiz, para obtener el grado de Maestro en Estudios Políticos y Sociales. Por la FCPyS, de la UNAM. 2014. Pág. 87.

[13] Con la homogenización de las mercancías mediante el desarrollo tecnológico que además configura la estandarización de la explotación, se dará pie a la flexibilización del proceso del trabajo enraizada en una nueva organización laboral «toyotista» o «automatización flexible» en contraparte del viejo paradigma organizacional «fordista-taylorista» de producción en masa.

Pero la aplicación del toyotismo como una «superación» del fordismo no implicara una ruptura, sino su rearticulación dentro del nuevo paradigma productivo y organizativo que se hará cada vez más dominante en el curso del decenio de los noventa y del 2000.

El toyotismo como nuevo patrón de acumulación correspondiente a la fase del capitalismo conocido como globalización en los ochenta, encontrará su expresión en las políticas económicas conocidas como neoliberales que funcionaran como una palanca para los grandes centros capitalistas en la socavación de las fronteras nacionales, con la finalidad de despejar el camino para la circulación de sus mercancías y capitales dentro de la globalización del mercado mundial en su madurez.

Esta sociedad neoliberal que en casi todo el mundo marcó el inicio de los ochenta tendrá como consecuencia una relativa recuperación de la tasa de ganancia, pero con costos en las condiciones de vida de los trabajadores y de la sociedad en su conjunto.

De esta manera, la globalización de la producción mediante políticas neoliberales ofreció a los empresarios la oportunidad de hacer retroceder las conquistas logradas por la clase trabajadora y de ahí resarcir la caída de la tasa de ganancia.

Para esto se utilizará el discurso neoliberal de la prensa empresarial que exigirá a los «mimados trabajadores occidentales» a abandonar sus «estilos de vida lujosos», así como las «rigideces del mercado»: seguridad del trabajo, pensiones, salud y seguridad laboral. Teniendo además la posibilidad de aplicar estos ajustes, gracias a que el final de la primera Guerra Fría colocó a la mayor parte de Europa del Este en su papel tradicional de prestadora de servicios.

Con lo que, empresas como la General Motors y Volkswagen, desplazan la producción hacía un Tercer Mundo restaurado en el Este, donde encontraron trabajadores que laborarán por solo una fracción de los costos de los «mimados trabajadores occidentales», beneficiándose además con las tarifas proteccionistas que los mercados libres realmente existentes ofrecen a los ricos. Extraído de: La Iniciativa Mérida: Estado militarización y contrainsurgencia en México. Tesis presentada por: Ramón César González Ortiz, para obtener el grado de Maestro en Estudios Políticos y Sociales. Por la FCPyS, de la UNAM. 2014. Pp. 89-90.

[14] Revista, Problemas del Desarrollo. América Latina: crisis y globalización. Carmona de la Peña Fernando, (coordinador). UNAM, IIEC, 1993. Pág. 22

[15] Gallardo Rodríguez, José Francisco, Ejército y Sociedad en México: Reforma de las Fuerzas Armadas, Tesis Doctoral en Administración Pública, Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México 2007. Pág. 115

[16] Ibíd. Pág. 116

[17] De acuerdo con John Atkinson Hobson, «El nuevo imperialismo se distingue del viejo, primero, en que, en vez de las aspiraciones de un solo imperio creciente, sostiene la teoría y la práctica de imperios rivales, guiado cada uno de ellos por idénticos apetitos de expansión política y de beneficio comercial; segundo, en que los intereses financieros o relativos a la inversión del capital predominan sobre los comerciales. Extraído de: Gallardo Rodríguez, José Francisco, Ejército y Sociedad en México: Reforma de las Fuerzas Armadas, Tesis Doctoral en Administración Pública, Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México 2007. Pág. 119

[18] Saxe-Fernández John, (Coordinador). «Globalización: crítica a un paradigma.» UNAM, IIEC, DGAPA, Plaza y Janés, 1999. Pág. 359

[19] Gallardo Rodríguez, José Francisco, «Ejército y Sociedad en México: Reforma de las Fuerzas Armadas«, Tesis Doctoral en Administración Pública, Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México 2007. Pág. 117

[20] Un think tank (literalmente del inglés «tanque de pensamiento»), laboratorio de ideas, instituto de investigación, gabinete estratégico, centro de pensamiento o centro de reflexión, ​ es una institución o grupo de expertos de naturaleza investigadora, cuya función es la reflexión intelectual sobre asuntos de política social, estrategia política, economía, militar, tecnología o cultura. Pueden estar vinculados o no a partidos políticos, grupos de presión o lobbies, pero se caracterizan por tener algún tipo de orientación ideológica marcada de forma más o menos evidente ante la opinión pública. De ellos resultan consejos o directrices que posteriormente los partidos políticos u otras organizaciones pueden o no utilizar para su actuación en sus propios ámbitos.

[21] Organismo que se posicionó tempranamente de modo crítico frente a los procesos de cambio en América Latina, recuperando las posturas liberales de académicos reconocidos a nivel latinoamericano o especialistas en América Latina a nivel internacional. Centró las discusiones en el «populismo del Siglo XXI» y las limitaciones de la «gobernanza democrática» en estos procesos.

Además de que, este Think Tank, entre 2016 y 2017, recibió financiamiento (entre 50.000 y 100.000 dólares anuales) de Amgen Inc. y Pharmaceutical Research and Manufacturers of América especialmente destinado al Instituto sobre México. Para el mismo Instituto, las empresas CEMEX S.A. y Google donaron entre 25.000 y 50.000 dólares anuales. Empresas como Allen & Company, Exxon Mobile, Gruma SAB de CV, Grupo Lala, Harvard Developments, Noble Energy, Penoles Metals and Chemicals, Pioneer Natural Resorurces Company y Walmart stores, también donaron entre 10.000 y 25.000 dólares. Extraído de: Rebelión. ¿POR QUÉ Y CÓMO SE PIENSA DESDE EEUU A AMÉRICA LATINA? Función, dinámica e intereses de los think tanks estadounidenses que estudian América Latina . Por: Silvina M. Romano, Tamara Lajtman y Aníbal García.

 

[22] La mayoría de los regímenes llegaron al poder a través de caminos autoritarios. En Brasil, Michel Temer asumió la presidencia mediante un golpe de estado en el Congreso, basado en la supuesta mala administración administrativa de la presidenta Dilma Rousseff. En Honduras, un golpe militar respaldado por Estados Unidos derrocó al gobierno liberal progresista del presidente José Manuel Zelaya, como fue el caso en Paraguay con el presidente Fernando Lugo. En Argentina, Mauricio Macri explotó la maquinaria patronal provincial, capitalizada por una alianza banquero-mediático-agro-minera, para tomar el poder con base en un proceso «electoral» de estilo mexicano.

En Ecuador, el recién electo presidente Lenin Moreno siguió una estratagema de «Caballo de Troya»: pretendió seguir los pasos del presidente nacional populista Rafael Correa, pero una vez elegido, abrazó a los oligarcas de Guayaquil y a los banqueros de Wall Street. Extraído de: Rebelión. –Interludio de derecha y el estertor del neoliberalismo. Por: James Petras.

 

[23] Rebelión. –Interludio de derecha y el estertor del neoliberalismo. Por: James Petras.

[24] Estados Unidos ha decidido instituir aranceles del 25 % a partir del 6 de julio sobre 818 artículos chinos, por 34.000 millones de dólares. Y mantiene en carpeta para decidir antes de que termine este año la inclusión de otras 300 posiciones arancelarias, sobre 16.000 millones. La respuesta de China fue gravar, prioritariamente, a aquellos productos que Beijing tiene identificados como pasibles de ser adquiridos a través de proveedores (países) alternativos, y a aquellos bienes que proceden de las zonas del Medio Oeste donde Trump tuvo su mayor caudal electoral en las últimas elecciones. Con este último objetivo China intenta garantizar conatos de resistencia en el núcleo duro del voto republicano. El 90 % de los 545 aranceles que Beijing ha decidido imponer provienen del sector agrícola de los farmers, históricos seguidores de las posiciones supremacistas de la derecha estadounidense. Extraído de: Rebelión. Consecuencias en Latinoamérica de la guerra comercial. Cuando se pelean los elefantes. Por: Jorge Elbaum. 17-07-2018.

[25] Activos intangibles, es decir aquellos que no se pueden tocar, a diferencia de las máquinas, los bienes de equipo, los ordenadores, las fábricas…que sí se pueden tocar. Por ejemplo, la I+D es un activo intangible y su importancia es bien reconocida. El software también es un activo intangible, aunque de aparición más reciente. El interés actual por los intangibles tiene su origen en la explosión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Las TIC han transformado los procesos productivos de muchos de los sectores económicos existentes al impulsar el desarrollo de la robotización y la automatización. Dando origen a nuevos sectores y a una nueva forma de hacer las cosas. Se encuentran también tras la fragmentación de los procesos de producción en distintas fases (las denominadas cadenas globales de valor) que son el origen de la globalización. A los fenómenos asociados a estos cambios se le denomina de forma genérica Economía del Conocimiento y los intangibles están estrechamente relacionados con ella. Extraído de:

 

[26] Los términos empresa emergente, compañía emergente, compañía de arranque, compañía incipiente y startup se utilizan en el mundo empresarial aplicados a empresas que buscan arrancar, emprender o montar un nuevo negocio, y aluden a ideas de negocios que están empezando o están en construcción, y generalmente se trata de empresas emergentes apoyadas en la tecnología. Son ideas que innovan el mercado y buscan facilitar los procesos complicados, enfocadas a diferentes temas y usos. Generalmente son empresas asociadas a la innovación, al desarrollo de tecnologías, al diseño web o al desarrollo web, y son empresas de capital-riesgo.

 

[27] Rebelión. La alianza estratégica entre China y Rusia cambia el escenario mundial. Por: Beatriz Bissio. 07-06-2018

[28] Rebelión. Trump marcha hacia adelante y hacia abajo. Por: James Petras. 23-07-2018.

 

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