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El diferendo limítrofe Costa Rica-Nicaragua y las variedades de izquierda

Fuentes: Rebelión

Son cada vez más frecuentes los asuntos que indican con una claridad total la crisis de lo que comúnmente se describe como «la izquierda» a nivel internacional. Desde Palestina hasta Afganistán, esta izquierda global no ha podido resistir de una manera eficaz los crímenes del imperio. El motivo fundamental de aquel fracaso ha sido la […]

Son cada vez más frecuentes los asuntos que indican con una claridad total la crisis de lo que comúnmente se describe como «la izquierda» a nivel internacional. Desde Palestina hasta Afganistán, esta izquierda global no ha podido resistir de una manera eficaz los crímenes del imperio. El motivo fundamental de aquel fracaso ha sido la ceguera de mucha de la izquierda con respecto a la centralidad del antiimperialismo en la lucha en defensa de la humanidad.

La disputa limítrofe ente Costa Rica y Nicaragua es un ejemplo más de esta realidad. Han salido diversas variaciones sobre la propaganda perenne contra el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua. Aquí no hay que optar por el falso consuelo de hablar de un seudo-izquierda. No. Los ataques al FSLN y al gobierno del Presidente Daniel Ortega surgen de la izquierda en sus variedades CIA-compatible y neocolonial. Son sub-izquierdas que eligen, ya sea lavarse las manos con argumentos farisaicos o colaborar abiertamente con los enemigos del FSLN.

Entre aquellos enemigos son los de siempre -el gobierno de Estados Unidos y sus cómplices de la OTAN. Con éstos colaboran sus clientes regionales- los gobiernos de Costa Rica, de Panamá, el gobierno de Mauricio Funes en El Salvador y el régimen pos-golpista de Porfirio Lobo en Honduras. También ayudan en los foros relevantes algunos países del Caribe fieles a Estados Unidos como, por ejemplo, Barbados y Trinidad y Tobago, tanto individualmente como por medio del peso que tienen en CARICOM.

El conflicto entre Nicaragua y Costa Rica forma parte de la batalla regional entre el modelo imperial -de la muerte, la esterilidad, la bancarrota y la desesperación- y el modelo humanitario en base a la solidaridad de la Alianza Bolivariana de los pueblos de Nuestra América, ALBA. El imperio logró derrotar al ALBA en Honduras. Falló en Ecuador. Ahora maniobran para debilitar y socavar el desarrollo del ALBA por medio de la agresión diplomática y propagandística de Costa Rica, de Honduras, de Colombia y de sus colaboradores apátridas dentro de Nicaragua.

Contexto reciente

En 2005, Costa Rica demanda a Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya por supuestas violaciones a los tratados que desde hace unos 110 años definen la frontera entre ambos países en la desembocadura del río nicaragüense San Juan. Costa Rica demandaba, entre otras cosas, el derecho de movilizarse en la zona con tropas armadas.

El 13 de julio de 2009, la CIJ falla en un juicio sobre el río San Juan (que en un tramo corre paralelo a la frontera, fijada en la ribera sur, lo que deja el cauce en territorio nicaragüense), reconociendo el derecho de Costa Rica a la navegación con fines comerciales, pero rechazando su pretensión de realizar patrullajes armados en el río. También la Corte reconoce el derecho de Nicaragua de realizar obras en el río a sus propias expensas, así como de regular el tráfico sobre el mismo.

El 18 octubre de 2010, Nicaragua inició unas obras de dragado del Río San Juan para retirar sedimentos que impiden su navegabilidad y recuperar su antigua desembocadura en lo que el presidente Daniel Ortega consideró «un día histórico».

«Estamos dando por iniciado formalmente en este día histórico el proceso de dragado del río San Juan, ese río que estábamos perdiendo y que hoy estamos recuperando», dijo Ortega. «Este es un día en el que todos los nicaragüenses nos sentimos honrados y orgullosos de ser nicaragüenses», continuó.

Tres días después, el 21 octubre de 2010, Costa Rica presentó una protesta a Nicaragua, alegando que ese país estaba arrojando sedimento producto del dragado del río San Juan en la margen costarricense, afectando la «soberanía nacional» y que sus tropas había incursionado en territorio de Costa Rica. La protesta de la Cancillería de Costa Rica surgió por motivo de un operativo contra el narcotráfico en territorio nicaragüense contra ciudadanos nicaragüenses. Fueron estos ciudadanos nicaragüenses que fueron a San José para denunciar una inexistente «invasión».

Algunas realidades

Anteriormente, poderosos intereses comerciales habían estado esperando un pretexto para armar un escándalo como cortina de humo para avanzar sus intereses que se vieron afectados por el actuar legítimo del gobierno de Nicaragua. A partir de ese momento, los medios costarricenses y sus homólogos regionales convirtieron a Nicaragua, de manera poco imaginativa, en El Gran Violador de la pequeña vecina «sin ejército» ante los ojos de la «opinión pública internacional». Media Imperium dicit.

Poco importa que la frontera en cuestión sea la misma que el ejército nicaragüense ha venido patrullando los últimos 30 años, con períodos largos de guerra de «baja intensidad» y cruentos combates, y no sólo con fuerzas de la «contra», sino también, a partir de 1990, con bandas de los carteles del narcotráfico.

Poco y nada importa, además, que el supuesto país invasor importe del invadido tres veces más de lo que le exporta, que su PIB sea cercano a la mitad del invadido, que sus fuerzas armadas (ejército, aviación, marina y policía) gasten tres veces menos al año que su «víctima» gasta en «policías», y que su economía en grado considerable dependa de las remesas de unos 800.000 ciudadanos emigrados hacia el objeto de supuesta conquista.

Mucho menos importa, por supuesto, la nimiedad de que la pobre víctima agredida tenga en su territorio más de 7.000 marines estadounidense y decenas de naves militares de la marina de guerra estadounidense, supuestamente combatiendo al narcotráfico. Todo esto ha tenido lugar en el contexto de la militarización de la región por el gobierno de los Estados Unidos. La administración del Presidente Obama está fortaleciendo su presencia con nuevas bases en Costa Rica, Panamá y Colombia además de mantener la amenaza de la movilización de la Cuarta Flota.

En el caso de Nicaragua, el acoso ahora no es solamente militar (con bases estadounidenses en El Salvador, en Honduras, en Costa Rica y en Panamá). También se trata de una ofensiva jurídica a nivel internacional con esfuerzos de parte de Colombia, de Costa Rica y de Honduras – claramente actuando en coordinación – en la Corte Internacional de Justicia para afectar los derechos territoriales de Nicaragua. Todas las campanas de alerta deberían haber sonado desde un inicio entre la izquierda que se reclama defensora de los procesos de cambio en América Latina al saberse del conflicto entre Costa Rica y Nicaragua. Pero no ha sido así.

Reacción de las izquierdas

En general, la solidaridad ha permanecido desmovilizada entre disquisiciones acerca de la maldad metafísica supuestamente inherente a todo nacionalismo y llamados mediocres y tautológicos a la paz y el diálogo. A menudo estas declaraciones habrían sido más propias de las formulaciones de los estados o de partidos de gobierno. Son profundamente inoperantes a la hora de movilizar resistencias que puedan frenar al militarismo del imperio.

En el conflicto sobre el Río San Juan, ahora llamado San Juan de Nicaragua, no hay dos partes iguales, ambas movidas por sórdidas motivaciones de ganancia para sus propias élites. No se trata de un conflicto entre dos burguesías dependientes ante las que es imposible, desde la izquierda, tomar partido.

Tampoco se trata de un supuesto «error» de los revolucionarios nicaragüenses, de una trampa en la que hayan caído por prejuicios chovinistas. El que así piense muestra lo poco que conoce sobre las realidades de Centroamérica.

Lo que está en juego

Tras este conflicto, que los países del ALBA buscan – y con razón – evitar a toda costa, se esconde un nuevo y muy peligroso frente de la estrategia imperial de los Estados Unidos para retomar su hegemonía sobre el continente americano, su patio trasero estratégico sin el cual no podría seguir existiendo como potencia imperialista global.

El istmo centroamericano es la clave para el comercio marítimo mundial entre el Este y el Oeste; es una de las mayores fuentes de agua dulce del planeta, y es el estrecho que conecta por tierra a Norte- y Sudamérica, sus flujos de mercancías, de armas y de almas migrantes.

No es por lo tanto, ninguna casualidad que cada país de Centroamérica y el Caribe que haya sido invadido una vez por los Estados Unidos, no haya logrado escaparse de al menos una segunda invasión o intervención. En el caso de Nicaragua, para contar esas intervenciones no alcanzan los dedos de ambas manos.

El que, desde la izquierda, piense que al Comandante Daniel Ortega Saavedra un buen día se le ocurrió la idea de recuperar un trozo de suampo perdido en la selva entre su país y Costa Rica por deseos meramente nacionalistas olvida las realidades de estos países que acortan hasta la adolescencia las vidas de los dirigentes revolucionarios, y donde los márgenes de error para la apreciación de los momentos históricos son tan cortos como las distancias que en ciertos lugares separan al Caribe del Mar Pacífico.

El que, desde la izquierda, crea que el gobierno sandinista está jugando, que está probando a ver si logra montar algún negocio con los capitales transnacionales en esa zona de la frontera entre Nicaragua y Costa Rica, ignora tanto las fortalezas como las fragilidades de las correlaciones de fuerzas y los precarios equilibrios sobre los que descansa la dinámica política de esta región del mundo.

No entiende, en resumidas cuentas, que el Frente Sandinista está llevando adelante un proceso de construcción de una mayoría política en el contexto de un pueblo y de una región que está harta de capitalismo. Es un pueblo que pide «pan, trabajo y paz» – hoy, no mañana, ya que no tiene más generaciones de mártires que ofrendar en el altar de una historia que muy bien podría terminar mañana mismo si alguien en la Casa Blanca decidiese apretar un botón, enloquecido de tanta crisis – o, más bien, de tanta ceguera y prepotencia.

Cuando George W. Bush insistió «o están con nosotros o están en contra», estableció las reglas del juego. Nicaragua es un blanco del gobierno de Estados Unidos y sus aliados. Están en una guerra contra las mayorías empobrecidas de América Latina y del mundo. Y está claro que el FSLN en Nicaragua y los pueblos de los países del ALBA no pueden contar con una solidaridad consecuente de la izquierda CIA-compatible de la región, ni con sus primos en la izquierda neocolonial de Norte América y Europa.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.