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Panamá

El Fondo de Ahorros de los «Empresarios»

Fuentes: Alainet

En medio del griterío provocado por los políticos de las grandes empresas transnacionales y sus sucursales panameñas, se creó la nueva figura legal denominada Fondo de Ahorros de Panamá (FAP). En la Asamblea de Diputados los partidos políticos, con el Partido Cambio Democrático del presidente de la República a la cabeza, aprueban leyes impopulares destinadas […]

En medio del griterío provocado por los políticos de las grandes empresas transnacionales y sus sucursales panameñas, se creó la nueva figura legal denominada Fondo de Ahorros de Panamá (FAP). En la Asamblea de Diputados los partidos políticos, con el Partido Cambio Democrático del presidente de la República a la cabeza, aprueban leyes impopulares destinadas a arrancarle al pueblo los pocos recursos que le quedan. Los partidos de la oposición, sin provocar sorpresas, no hacen esfuerzo alguno para detener el saqueo de comunidades, pueblos y del mismo país.

Todo parece indicar que cada vez es menos lo que las empresas monopólicas pueden arrancarle -legal e ilegalmente- al pueblo panameño. La «guerra contra las drogas» ha servido para que esta clase y sus partidos políticos se rearmen nuevamente hasta los dientes, reprimiendo a los pueblos indígenas, campesinos y comunidades pesqueras.

En teoría, el capital puede despojarle a los trabajadores parte del valor de su trabajo. Es decir, el capital se queda con una parte de la riqueza producida por los trabajadores. Esta capacidad para apropiarse del trabajo ajeno fue analizado por grandes pensadores como Adam Smith -en el siglo XVIII- y Milton Friedman en el siglo XX. Aún más, estos y otros autores estudiaron la forma en que el capital se apropia de la naturaleza que en dos siglos ha llegado a su límite. Esto significa que el capital se apropia del pasado de los pueblos, de su herencia e, incluso, de su propia historia.

Ante las dificultades para arrancarle más valor a los trabajadores y la creciente destrucción de la naturaleza, los empresarios panameños han creado una figura que puede resolver en parte el dilema de cómo seguir haciendo dinero si han acabado con los trabajadores y la naturaleza. La solución es el Fondo de Ahorros de Panamá.

El FAP no es el instrumento legal que los empresarios utilizarán para seguir saqueando las playas o los ríos, tampoco servirá para continuar explotando a los trabajadores (extendiendo su tiempo de labores o reduciendo aún más sus salarios). El Fondo de Ahorros tiene su mira puesta en los hijos y nietos de los trabajadores y las futuras generaciones de panameños. Mediante el FAP los empresarios de la especulación crearan una bolsa en donde todas las riquezas que genere la posición geográfica privilegiada de Panamá se depositarán. Según el ordenamiento legal que pretenden crear, todos los fondos que se generen en el futuro estarán a la disposición exclusiva de este grupo de empresarios.

Mientras que los trabajadores -80 por ciento de la población- siguen empobreciéndose, este grupo de empresarios tendrá asegurados ingresos multimillonarios. De la enorme riqueza del cual dispondrán, una pequeña parte será destinada a satisfacer las necesidades de una decreciente clase media (que prefiere llamarse «sociedad civil»).

Lo que se ha creado es el Fondo de Ahorros de los empresarios, del emporio comercial soñado por Mariano Arosemena, Tomás Arias y tantos otros que resucitaron en el siglo XXI. La junta directiva del FAD estará compuesta, en forma exclusiva, por un grupo de empresarios dignos herederos de los «próceres» que quisieron – pero no pudieron – vender la patria que los panameños le entregamos a mala hora.

La Junta Directiva del recién creado FAP fue oficializada mediante decreto ejecutivo por un periodo de siete años. Fue nombrado José Abbo, asesor financiero, quien laboró en SFC Investments Panama y Cable and Wireless, entre otras reconocidas empresas al servicio del capital trasnacional monopólico. En la directiva también estará Alberto Alemán Zubieta, quien fungió durante 16 años como administrador de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). Los acompañará el exministro de Economía y Finanzas, Alberto Vallarino C., quien es actualmente vicepresidente del Partido Panameñista. Los tres fueron designados por el gobierno para ocupar esas posiciones durante cinco años.

Los otros directivos, quienes estarán en el cargo por tres años, son Fred Kardonski, heredero de una familia que hizo fortuna en el comercio de trasiego de la Zona Libre de Colón. No sorprende ver el nombre del presidente de la República electo en 1984, Nicolás Ardito Barletta. Igualmente, otro antiguo ministro de Economía y Finanzas, Domingo Latorraca. Por último, Jorge Vallarino Strunz, hijo del jefe de la Guardia Nacional (1952-1968), Bolívar Vallarino.

Entre las personas nombradas para formar parte de la directiva del FAP no hay un profesional de la medicina, derecho o ingeniería. No hay un profesor, académico o intelectual. No hay un activista ambiental, sindical o agricultor. En otras palabras, sólo fueron nombrados personas que se dedicarán a hacer negocios para sus patrocinadores. No hay un solo representante del país. No hay un vocero de los intereses de la Nación panameña y de su pueblo.

Los mártires del 9 de enero de 1964 quienes simbolizan las luchas por la recuperación de la soberanía y del Canal de Panamá han sido muy mal servidos. Precisamente, quienes se opusieron a las luchas populares para la recuperación de la posición geográfica usurpada por EEUU, ahora estarán sentados en la directiva del FAP administrando los recursos futuros de un pueblo que luchó y sacrificó 23 jóvenes en esas luctuosas jornadas de enero de 1964.

La lucha continúa.

Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA

www.marcoagandasegui12.blogspot.com

www.salacela.net

Fuente: http://alainet.org/active/58895