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El fracaso de la derecha peruana y los vientos de cambio

Fuentes: Rebelión

El poco crecimiento económico fue amenazado seriamente por una corrupción sistemática que recrea una sociedad con fuertes diferencias sociales; así se eleva los niveles altos de pobreza y analfabetismo, inaugurado por el gobierno golpista de Alberto Fujimori, sin ninguna oposición, que siempre buscó satanizar la política. Corrupción que fue heredada, profundizada sin murmullos ni contradicciones, por los sucesivos gobiernos desde Toledo hasta el actual gobierno. Puesta en evidencia por la pandemia, y la crisis mundial como resultado de meter sus narices, manos y cabeza EE.UU. y sus aliados (Europa Occidental) en los asuntos de economía y política de Rusia, ocasionando una prolongada guerra entre Rusia y Ucrania apoyada por Europa Occidental y EE.UU, trae como consecuencia inflación y, más adelante, se augura una recesión. El presidente ruso, Vladimir Putin, estableció que el mundo se enrumba a una economía y política multipolar, derrotando la política del unilateralismo de EE.UU y compañía. Es inevitable la influencia en la política y economía de Perú. Demostrando el fracaso del modelo de economía social de mercado en el Perú. ¿Cuál es el camino a tomar? Las miradas en el seno de la clase trabajadora se vuelcan al debate de progreso o continuidad de este modelo económico, cambio o estancamiento.

Este desequilibrio entre crecimiento económico y una sociedad más inclusiva, se refleja en gobiernos desconectados de la realidad, con un doble discurso, demagogos, que gobiernan a espaldas del pueblo, muy rígidos a las recetas (hoja de ruta de la Confiep, Consenso de Washington, etc.), donde no se propugna el debate político de cómo salir de la crisis; al contrario, se apoyan en un burdo psicosocial de atribuir a la política un carácter perverso, su objetivo es crear un vacío político en el seno de la clase trabajadora (falta de organización) y neutralizar la participación de los ciudadanos. La derecha en sus distintos colores, desde el sector más conservador hasta el sector caviar, al no contar con una oposición real, se enseñorea y manipula el sentir y las necesidades de la población,y también obcecada en su ambición permanente de capturar el Estado como un botín. Es así como se manifiesta la permanente crisis política en las alturas, el enfrentamiento entre Ejecutivo y Congreso, que no es de carácter ideológico, programático, o de cómo enrumbar el país, al contrario, se trataría de intereses personales y de grupo.

El Perú es visto por la derecha como su propia hacienda y dividen los recursos naturales entre grupos económicos a su mejor conveniencia, el Ejecutivo y Congreso no ingresan a gobernar, a dirigir políticas serias de inclusión social, sino que actúan como mesa de partes del capital financiero, cumplen una función de Lobbies del sector empresarial. Por cada ley que favorezca a un sector corporativo obtienen sobornos, es decir, como la economía y política de este modelo económico no tiene forma y a dónde más crecer, el Ejecutivo y Congreso se disputan los sobornos, como también algunos puestos gerenciales, asesorías, empleos para sus familiares o correligionarios, etc. que obtendrían luego de favorecer al grupo de inversores, todos en una carrera desesperada por ser ricos, no se pelean por la torta, sino por las migajas. Esta es la razón de las muchas denuncias a diversos expresidentes, y políticos.  

El exmandatario Pedro Castillo, ganó las elecciones por los vientos de cambio, el pueblo de manera espontánea pedía cambio. El partido que lo llevó a la presidencia tuvo como programa el “ideario de Perú Libre”, establecía entre otros temas, el modelo económico: “Economía popular con mercados”, que podría ser interpretado como el autor quisiera, porque no tiene ningún fundamento teórico, ni doctrinario. Rápidamente fue sustituido por el programa “Plan de Gobierno. Perú al bicentenario sin corrupción” que no contenía el cambio de modelo económico, tampoco el cambio de la Constitución Política. Como vemos, desde la campaña, el exmandatario Pedro Castillo, ya había abandonado una política de cambio, y se dirigía por el continuismo; política que en su mandato no fue ajena, el exmandatario y su vicepresidenta Dina Boluarte, para mostrar su afinidad a la derecha, se reunían con personajes vinculados al capital financiero de EE.UU o sus aliados en la política nacional y se promulga el DS 164-2021 PCM, que claramente no establece la voluntad política de la conformación de una Asamblea Constituyente, entonces para el gobierno era innecesario un debate sobre el cambio de modelo económico, reformas profundas, nueva Constitución.

El expresidente Pedro Castillo, ¿estuvo a la altura de los vientos de cambio? La salida de su cargo no es similar a lo ocurrido en Bolivia. El exmandatario de Bolivia, Evo Morales, inició reformas profundas y aplicaba políticas de estatización con apoyo del pueblo. La gota que rebasó el vaso fueron los yacimientos mineros de litio que la derecha boliviana en alianza con el capital financiero de EE.UU. quisieron hacer de la suyas, el pueblo boliviano se negó y defendió su soberanía. En el Perú no ocurrió nada de eso: Pedro Castillo por pura demagogia recogió el sentir del pueblo, el cambio, no tenía la menor intención de bajar a las bases y juntamente con las grandes mayorías hacer que la derecha ceda ante el clamor popular de una nueva Constitución; al contrario, se disfrazó de Evo Morales, y además se puso un sombrero de su región, lo que significa que sólo se había colocado el cliché de izquierdista, como lo hizo Mendoza, Villarán, Yehude, etc.

Pedro Castillo fue exmilitante del partido de derecha Perú Posible, su secretario general era el expresidente Alejandro Toledo, hoy prófugo de la justicia en los EE.UU. Con el tiempo se hizo parte del sindicato de profesores, fue a raíz de su popularidad en el sindicato de profesores que Vladimir Cerrón lo había invitado a participar en su partido Perú Libre para las elecciones del 2021. Dina Boluarte inicialmente participó en un pequeño partido local de la Provincia de Lima, “Despierta Surquillo”, luego se fue a las filas de Villarán, después a UPP, finalmente pasó a la militancia de Perú Libertario que posteriormente cambió a la denominación de Perú Libre. A su triunfo, Vladimir Cerrón declaró que “Nuestro cálculo era pasar la valla y colocar una bancada que allanara el camino a la presidencia, matemáticamente era posible. No planificamos un triunfo presidencial”. Es decir, el partido Perú Libre, es como cualquier otro partido de derecha, funciona como un vientre en alquiler, por eso no tiene cuadros políticos, no tiene bases, no tiene equipo, justamente por sus falencias internas, y la falta de un programa serio que diga claramente quienes somos, hacia dónde vamos, etc., no tiene otra opción que llegar a una descarada convivencia con la derecha, reduciendo la política estatal a las condiciones impuestas por la derecha gobiernista y la derecha dura. Es así como se desarrolla la política peruana, sin principios ni valores, sin un pleno convencimiento de servir a las grandes mayorías. La derecha hace de la política un mercado de compra y venta de conciencias.

A pesar de que el ex-mandatario había dado vistos buenos de alinearse a la derecha, de continuar en piloto automático, y el sector de la derecha dura, (fujimorismo, el grupo de López Aliaga, Avanza País, un sector de AP, APRA) que recrudece una contra campaña feroz, pedía su vacancia, el ex-mandatario había logrado desde la campaña electoral aliados, conformados por un conjunto de partidos, que devendrían en una derecha gobiernista (Somos Perú, Podemos, APP, un sector de AP, el sector de Mendoza, Partido Morado), sectores que conjuntamente con Perú Libre (se dividió en diversas bancadas por sus propios intereses), le otorgaban el soporte necesario para no ser vacado o destituido en cada pedido de vacancia. Entonces la confrontación de ambos sectores de derecha se reflejaba en un enfrentamiento entre Ejecutivo y Congreso, que no es desde ahora, viene desde el gobierno de Ollanta Humala, que en su gobierno quiso dirigir un golpe de Estado, pero abortó.

El enfrentamiento entre ambas coaliciones políticas (derecha gobiernista y la derecha dura) lleva a una permanente crisis de la política y economía, que no favorece al normal desarrollo de la política, se estancan diversos proyectos regionales, los reclamos de la población no tienen solución, situación favorable para el canibalismo político, reacomodos políticos, negociaciones para sacar ventaja de la Ley. En consecuencia, la corrupción se acentúa, Castillo es sujeto de una propaganda mediática bien fuerte: para la derecha dura es un comunista que quiere convertir al Perú en una dictadura comunista similar a Venezuela, o Cuba, se le acusaba de un fraude electoral, se le insultaba de incapaz, etc.. Para la derecha gobiernista, Castillo es víctima de racismo, dispuesto a dialogar, cerrar el Congreso. Cada sector inventa sus métodos para sacar o mantener un gobierno en función a sus intereses, añadiendo que lo hacen por el bien de la democracia, en defensa de la institucionalidad, en aras de la gobernabilidad.

Luego de un segundo intento frustrado de la vacancia presidencial, la presión de la prensa mediática, las investigaciones del Ministerio Público a cargo de la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, le respiraban en la nuca del ex-mandatario Castillo, quien no salía a declarar a la prensa sobre la situación. La derecha empieza a debatir la figura jurídica que se ajustaría para sacar al presidente de su cargo, ya fuera una vacancia, juicio político, inhabilitación, destitución, etc., siempre en la idea de mantenerse en el normal funcionamiento del Congreso, porque ambas coaliciones de derecha no querían irse del Congreso junto con el presidente.

Nuevamente se inicia un tercer pedido de vacancia que no alcanzaba los votos necesarios para la vacancia, se cita al presidente al Congreso para el 07 de diciembre del 2022, dos días antes se archivó en el Congreso la denuncia constitucional contra Dina Boluarte, la habilitaba como vicepresidenta con plenas facultades para ser presidenta. Pedro Castillo, o su entorno cercano ¿no tuvieron los reflejos políticos para avizorar un futuro cercano?, teniendo en cuenta que la misma derecha decía que “Boluarte, sería una suerte de refresco para el poder”, o que Castillo fue convencido para decidirse en dar lectura de un documento de disolución del Congreso para salir del cargo que ostentaba, acusado de “rebelión” o de “corrupción”, consumándose un suicidio político.

En ese mismo día fue vacado el presidente Pedro Castillo. “Cuando el barco se hunde, las ratas escapan”. Fue traicionado por su propia militancia (Perú Libre, el sector magisterial, grupo de Bermejo, Bellido) y por la derecha gobiernista (Somos Perú, Podemos, APP, un sector de AP, el sector de Mendoza, Partido Morado) que lo llevó al gobierno, que no le sirvió de apoyo efectivo, salvo para favorecerse para sus propios intereses y en el momento conveniente sacaron cuerpo. Dina Boluarte, juramentaba como presidenta, con la intención de obtener la aprobación de la derecha, es recibida en la Embajada de EE.UU. De esta manera, se impone en la política estatal la derecha dura frente a la derecha gobiernista.

Contra toda expectativa del Congreso y Ejecutivo, el pueblo tuvo una reacción inmediata en contra del gobierno de Dina Boluarte, que es vista como el continuismo de la derecha más rancia y corrupta que encarna el fujimorismo y aprismo. Un levantamiento popular espontáneo que ningún partido político la dirige ni la puede dirigir, el pueblo rebasó a la llamada izquierda radical de Perú Libre, a la llamada izquierda caviar de Verónica Mendoza, Mirtha Vásquez, Anahí Durand, al etnocacerista de Antauro Humala, todos ellos no estuvieron a la altura de los vientos de cambio.

La región del sur del Perú, siempre a la batuta de los acontecimientos, ante la continua explotación, el sarcasmo de las autoridades nacionales a la vida de la clase trabajadora que no escuchan el pedido de cambio, ante la violencia de la política estatal que busca criminalizar la protesta, alza su voz de protesta y se formó la Asamblea Macrosur, conformada por organizaciones sociales de Arequipa, Tacna, Puno, Moquegua, Madre de Dios, Ayacucho, Apurímac, Ica, Cusco, llamado a unirse al paro nacional convocado para 04 de enero de 2023, pidiendo: “El restablecimiento de la voluntad popular del cierre del Congreso, llamando a elecciones generales inmediatas, liberación  de todos los detenidos políticos del presente régimen y el fin del estado de emergencia a nivel nacional”, así mismo, recomienda entre otras temas, que los días de tregua son viernes y sábado y domingo previo aviso, pidiendo el resguardo de los líderes sociales ante las constantes detenciones injustificadas de la policía.

Recordemos que en el seno del pueblo nació la frase “que se vayan todos”, eso significa que, si se va Pedro Castillo de la presidencia, también tenían que irse los congresistas. Si Boluarte hubiera tenido tacto político, hubiera renunciado o ese mismo día hubiera llamado a elecciones para el 2023, pero no fue así; decidió quedarse juntamente con el Congreso por sus apetitos personales hasta el 2026. Fue el pueblo que marchó gritando “atrás gobierno incapaz”, “no somos terroristas. Terrorismo es el hambre y la miseria por culpa de sus gobernantes”, etc., pidiendo elecciones inmediatas y la renuncia de Dina Boluarte que inauguró un gobierno de dictadura cívico-militar, similar al gobierno del golpista y dictador Alberto Fujimori, nombrando jefe de la DINI a Liendo O’Connor, que trabajó junto a Montesinos, e imprime una política de represión, el 04 de enero de 2023 fue remplazado por Roger Arista Peralta. Luchas sociales que cobraron la vida de 27 compatriotas, aun así, el Congreso y Ejecutivo siempre gobernando a espaldas del pueblo, programan elecciones para el 2024.

Son la irracional violencia estatal y la intención de enquistarse en el gobierno ante la incapacidad de ver la realidad, hechos que la deslegitima a Dina Boluarte como presidenta. No sería nada casual, que la derecha esté viendo a José Williams Zapata como sucesor de Dina Boluarte, un personaje con un oscuro pasado, que estuvo a la dirección de la matanza de Acomarca.

Apreciados compatriotas, estamos frente al fracaso de la política de derecha. La derecha en su agonía implementa una política de terror, en defensa de una llamada democracia, cuando esa democracia no es real sino formal, donde 74% de los trabajadores no gozan de un trabajo estable, son precarios, y de ellos el 30% se encuentra en extrema pobreza, y cada cinco años debemos elegir a un candidato que no pretende hacer ningún cambio sustancial, más bien se dedica a saltar de partido en partido en función a sus intereses, y termina con denuncias por corrupción. Tenemos dos alternativas, nos quedamos mirando o somos actores del cambio.

La realidad nos impone la necesidad de crear una organización político-partidaria que dirija el cambio. Esta es nuestra tierra, y lo que nos motiva es el amor profundo a la patria, el respeto a la vida. Un pueblo que sólo tiene sus puños en alto, su voz, clama justicia, igualdad. Saludo la formación de la Asamblea Macrosur, así como toda forma de organización sindical, gremial, pero un proyecto de cambio requiere de un partido de izquierda con programa, donde todos discutamos quiénes somos, hacia dónde vamos, qué tipo de sociedad queremos, etc., de lo contrario la derecha con toda tranquilidad seguirá festinando.

Si la derecha tiene como programa el continuismo o la “hoja de ruta”, la clase trabajadora debe crear su programa “siempre por la ruta del cambio”, sólo así podremos avanzar a una Asamblea Constituyente, y más que eso, avanzar hacia la refundación del Estado, acorde a los a los vientos de cambio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.