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El Imperio conduce a la guerra contra nuestro continente

Fuentes: Rebelión

A tres meses de las elecciones ocurridas en los Estados Unidos de Norteamérica y tras los enfrentamientos entre distintas fuerzas en pugna que signaban la »atipicidad» del proceso, los hechos han permitido avanzar en la comprensión del contenido y el perfil de la política interna e internacional del gobierno de Donald Trump y hasta aventurar […]

A tres meses de las elecciones ocurridas en los Estados Unidos de Norteamérica y tras los enfrentamientos entre distintas fuerzas en pugna que signaban la »atipicidad» del proceso, los hechos han permitido avanzar en la comprensión del contenido y el perfil de la política interna e internacional del gobierno de Donald Trump y hasta aventurar algunas hipótesis. El primer discurso del presidente USA ante el congreso de los EEUU fue revelador. En él, ratificó las principales y más importantes propuestas hechas durante su campaña electoral. La idea de «recuperar la grandeza de los EEUU», de que los ciudadanos norteamericanos «están primero» está implícita y hasta preside el discurso. Esa es una expresión cuyas raíces y génesis se pueden ubicar, en este caso, en un nacionalismo conservador de extrema derecha y en el ya conocido «destino Manifiesto». Parte de la creencia de la secta puritana de ser «el pueblo elegido» para gobernar el mundo y el llamado a imponer el estilo de vida, -»el sueño americano»- a los demás pueblos a pesar de su diversidad cultural y niveles de desarrollo, es una manera de llevar a cabo dicha misión sin que exista ningún requisito de orden moral.

Esto es conocido, con la información verificable del genocidio en Oriente Medio realizado por la OTAN con sus socios europeos, Inglaterra, Francia, Alemania…, quebrantando las leyes internacionales aprobadas por las ONU. La destrucción de Irak y Libia, el severo daño causado a Siria y a su pueblo, en los intentos de derrocar al presidente elegido legítimamente, Bashar Asad. Todo lo que sabemos está demostrado y detrás del surgimiento del terrorismo, del sufrimiento y la enorme inmigración de ciudadanos que azota a los países europeos y a los EEUU cómplices en la tarea de »llevar la democracia y los derechos humanos» a la región. También, la despiadada guerra contra el pueblo Palestino -en colusión con el Estado sionista de Israel – y todas las agresiones y provocaciones yanquis contra los pueblos de América Latina.

Trump señaló el propósito de un »nuevo programa de reconstrucción nacional» al criticar la política de su antecesor en Irak, donde gastó alrededor de 6 billones de dólares mientras se desmoronaba la infraestructura del país. También planteó la priorización de la lucha contra el terrorismo, ratificó su política contra la migración, la construcción del muro y otras acciones del mismo corte. Mientras esto ocurre, se denuncia que 20 millones de personas están en riesgo de morir de hambre en «países de la periferia»: Yemén,. Somalia, Nigeria y Sudán del sur.

Creemos útil detenernos en algunas afirmaciones de su intervención contradictoria: »queremos paz dondequiera se encuentre paz», el país busca »armonía y estabilidad, no guerra y conflicto» dijo; pero, en relación al presupuesto militar, anunció un incremento de 54,000 millones adicionales. ¿Cómo interpretar semejante contradicción? Es preciso recordar algunos hechos que se dieron durante y luego del proceso electoral de noviembre pasado en USA, como el encono y los enfrentamientos de personajes relevantes miembros del Club de Bildelberg, las cúpulas republicanas y Demócratas que se unieron y trabajaron contra la candidatura de Trump. Ello graficó claramente las discrepancias contra el plan de gobierno presentado por éste.

Discrepancias importantes, pero no decisivas en el campo enemigo

Sin embargo, también está registrado que tales discrepancias, no fueron obstáculo para que todos se unieran para desbancar, sin reparar en trampas, del proceso electoral, al candidato demócrata Bernie Sanders. La lectura que deviene de ese hecho nos parece clara. Por primera vez -después de Henry Wallace en los EEUU- un candidato, surgido del sector Demócrata, con perfiles socialistas antisistema y sin recurrir a financiamientos de sectores empresariales monopólicos, aparece con posibilidades electorales. Como contrapartida, la unidad demostrada entre las cúpulas de los partidos tradicionales con el discrepante republicano Trump, se muestra claramente como defensora del sistema imperial dominante. Dentro de ese marco las diferencias entre esa »santa alianza» se afincan más en el ambiente envenenado generado por el crecimiento del tumor neoliberal comandando por las megas corporaciones yanquis con sus socios europeos (Inglaterra, Alemania, y Francia, principalmente). Las políticas neoliberales son claramente responsables de la depredación de los recursos naturales y de los graves daños ambientales a nivel global.

También de las graves brechas sociales y el deterioro del nivel de vida, que se ha agrandado en las últimas décadas y que afectan a diversos sectores sociales incluyendo empresariales, de los países europeos y también de los EEUU. Ni que decir del daño causado a los países de la »periferia», en vías de desarrollo. Esto -hay que ratificarlo- es una expresión sumamente clara de lo que, años atrás, advirtió el Comandante Fidel Castro cuando señaló que el neoliberalismo «…no es una teoría del desarrollo, es la doctrina del saqueo total de nuestros pueblos».

Las expresiones favorables a la paz mencionadas por Trump en su discurso ante el Congreso se contradicen, aparentemente, con el anuncio de incrementar el presupuesto militar y sus declaraciones recientes de que EEUU debe mantener el status de «primera potencia nuclear». ¿En qué paz se está pensando? ¿En la paz de los sepulcros? ¿Cuál es la razón de fondo por la que se aboga por mantener y mejorar las relaciones con Rusia al tempo que amenaza con borrar del mapa a Corea del Norte e Iran? Desde nuestro punto de vista, los más lúcidos representantes del imperio saben que el sistema nació sometiendo, colonizando y neo colonizando al mundo mediante intervenciones armadas, cometiendo genocidios, y apoderándose mediante la fuerza de los recursos naturales más apetecidos. El país del norte nunca sufrió una respuesta militar del tipo que ellos realizaron contra »enemigos», en su suelo. Ellos las han hecho en otros escenarios: Hiroshima y Nagasaki, son nombres simbólicos.

El mundo es tripolar

En el siglo XX se habló de un mundo «bipolar», y a comienzo del presente hubo quienes sostuvieron la idea de un dominio «Unipolar» de la humanidad. Hoy, bien puede aludirse a un mundo Tripolar: EE .UU., Rusia y China, son tres potencias que ejercen influencia decisiva en nuestro tiempo. Sin embargo, el contexto es otro. El mundo está bien informado de la capacidad militar -y nuclear- rusa, y también china. Se conoce el papel relevante de Rusia en la lucha contra el terrorismo en Medio Oriente. Se evidencia que aun cuando los EEUU sean la primera potencia militar en el mundo, nada les garantiza que no exista una respuesta militar y nuclear devastadora contra ese país y sus aliados más incondicionales: Israel, Turquía, Japón y Corea del sur.

En este punto asoman discrepancias con la élite neoliberal guerrerista que constantemente amenaza con agresiones militares »preventivas», y provoca rodeando a Rusia de bases y ejercicios militares en zonas de frontera con ese país. Donald Trump parece tener una visión pragmática al insistir por el camino de restablecer buenas relaciones con Rusia, pero eso puede quedar en las palabras. Lo que parece claro, sin embargo, es que todas las corrientes del Imperio coinciden en la confrontación militar como estrategia para imponer su dominio. No otra cosa quiere decir el aumento del presupuesto militar; y el propósito de desarrollar la potencia nuclear y tecnológica que les permita golpes preventivos que anulen toda capacidad de respuesta.

El peligro de una guerra nuclear, y la agresión militar contra países que eligen el camino de la libertad, de la democracia y soberanía, permanecen latentes. Algunos hechos recientes ocurridos en nuestra América como el aumento de bases militares de la OTAN, los intentos de construir una base de inteligencia militar en la Malvinas con anuencia de gobierno de Macri, el odio irracional que se promueve contra los gobiernos que eligen su independencia y políticas que favorezcan a sus pueblos, como es el caso de Venezuela, Ecuador, Bolivia, y las «licencias operativas» que concede a USA el gobierno del Perú, son indicadores del camino elegido por la elite imperial y sus socios en nuestras tierras. Para enfrentarla, es indispensable promover una política de integración y de paz en América latina y el Caribe. Apoyar con firmeza a la CELAC, UNASUR, el ALBA y consolidar las luchas de los pueblos por la democracia, la justicia, la independencia y la paz.

En el Perú campea el terremoto de Odebrecht

Aunque realmente se ha avanzado muy poco en la investigación y sanción en el caso de Odebrecht, es claro que se trata de una madeja muy larga que compromete a muchas personas, empresas e instituciones, que poco a poco irán desfilando en el escenario nacional en medio de un gran estrépito. Por lo pronto, se han apuntado algunas investigaciones que, en su desarrollo podrían enlodar a los más calificados exponentes de la Clase Dominante, desde políticos hasta empresarios, pasando por periodistas, abogados y técnicos, comprometidos todos en manejos ilegales.

La gravedad de los hechos ha permitido que afloren otros elementos de descomposición social y moral. A los casos de la Interoceánica, se ha sumado recientemente el tema de las «adendas», que se ha extendido, además, al contrato para el Aeropuerto de Chincheros, reclamado por la población del Cusco. Detrás de este tema, han asomado diversas denuncias que, finalmente, han derivado en un pliego interpelatorio, a ser respondido por el ministro de Transportes. Aunque el caso pueda, eventualmente, quedar «resuelto» sin mayores consecuencias, es claro que su repercusión incidirá en el escenario, debilitando aún más a sus actores.

Si se tratara sólo de los caprichos e intereses del fujimorismo, el Congreso de la República, luego de conocer las respuestas del Ministro Martín Vizcarra al pliego presentado por el Legislativo, podría proceder a censurarlo. Al hacerlo no estaría afectando sólo al Ministro de Transportes sino yendo mucho más allá, sancionando al Vice Presidente de la República, a quien virtualmente estaría inhabilitando para el ejercicio de cualquier función pública, vale decir la Jefatura del Estado. Eso le permitiría a la Mafia vacar al Presidente de la República y elevar a la condición de Presidente Provisorio a la actual Presidenta del Congreso para que convoque nuevas elecciones, asegurando una victoria de Keiko Fujimori.

Si eso no ocurre ahora, no hay que atribuirlo a la sensatez del fujimorismo, ni al desprendimiento de Keiko; sino a que las «altas decisiones» en la clase dominante no las toma sólo Keiko y su «Estado Mayor». También ellos dependen de los Banqueros, que son el «Poder real» detrás del trono. En última instancia, serán ellos los que decidan si se adelantan -o no- elecciones. Y, como se sabe, los banqueros no ponen toda su baraja en una sola carta. También los hay, quienes secundan a PPK, y quienes buscan otras opciones. El reciente viaje del Presidente peruano a USA, y su entrevista con Trump, se inscribe en ese derrotero. La Casa Blanca quiere mantener a cualquier precio el control del proceso peruano porque lo considera indispensable para el manejo de su política continental. Tanto es así, que en los 15 minutos que el «hombre fuerte» de Washington concedió al PPK, el «caso Venezuela» tuvo su espacio.

Para los efectos de esta política contra la Venezuela Bolivariana, la Casa Blanca ha entregado a Pedro Pablo Kuczynski un denigrante papel: actuar como cancerbero del Imperio. Por eso a PPK no se le pudo ocurrir una frase más infeliz, como la de comparar a nuestro continente con «un perro manso», dócil al dictado del Imperio.

Como es de dominio público, en el mundo existen hoy casi 800 bases militares norteamericanas fuera del territorio de los Estados Unidos. Más de un centenar de ellas, activa en nuestro continente. En nuestro país ya funcionan más de 10 con distintos objetivos: lucha contra el narcotráfico, combate al terrorismo, defensa continental, preparación de combate, inteligencia y otros rubros. Las acciones que se impulsan en estas bases son «secretas», aún para las autoridades peruanas; pero forman parte de los planes de la OTAN para el despliegue de su estrategia continental de dominación.

En el centro de ella, se inscriben los planes agresivos contra el proceso liberador latinoamericano, al que se busca derrotar. Ahora, la puntería se dirige a Ecuador, donde habrá «segunda vuelta electoral» el 2 de abril y la reacción quiere sumar todos los votos posibles en torno al candidato de los banqueros Incluso han llegado ya a «ganarse» a un supuesto «Partido Comunista Marxista-Leninista» para que apuntale esa ofensiva golpeando a Rafael Correa y a Lenin Moreno «desde la izquierda», en un evidente juego contra revolucionario. Si el candidato de los banqueros triunfara en la Patria de Olmedo, Washington consideraría abierto el camino para emprender una ofensiva desplegada contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. La lucha estaría planteada así, en un terreno «más alto».

Para esa ofensiva el Imperio necesita a PPK, que podría hoy serle más útil que Keiko, que no tiene un perro que le ladre más allá de nuestras fronteras. En esa línea, «los que deciden» aquí, no se animan a situarse con todos sus bártulos a la sombra de la impaciente lideresa de «Fuerza Popular».

Para la Mafia, «la salida» puede ser seudo legal

Próximamente, el Congreso de la República habrá de designar al miembro que «falta» del Tribunal Constitucional. La idea de la mafia es incorporar a este organismo a Javier Villa Stein, para hacerlo Presidente del TC. Cuando asuma esa función, y luego de un breve periodo de «adaptación» a su nuevo cargo, éste «resolverá» inapelablemente anular el juicio y la sentencia contra Alberto Fujimori y dispondrá su inmediata libertad. Para tal efecto, se sumará ya la campaña iniciada en diversos «medios» para que «los mayores de 75 años» no cumplan «carcelería efectiva» sino prisión domiciliaria, u «otro régimen».

Cuando eso ocurra, la Mafia tendrá el camino expedito para acceder al poder y construir su mecanismos de dominación extendiéndolo el mayor tiempo posible.

Seria esa una salida formalmente «legitima», en el marco de la irrita «Constitución» del 93, que permitiría a Alberto Fujimori abandonar su encierro, dejando en él -de ser posible- a Alejandro Toledo y Ollanta Humala en tanto que a Nadine Heredia le reserva un lugar aún más ominoso. Los planes de dominación del enemigo de clase están planteados y en plena ejecución. Lamentablemente, no encuentran respuesta en una Izquierda forma que sólo busca satisfacer apetencias electorales, pero no acierta una ni en la luchas social ni en las tareas de la unidad.

Para el pueblo, la salida no es electoral

En lo que se refiere a nosotros -el CEDIS- no nos cansaremos de repetir que la salida para el pueblo, no es electoral. Es básicamente política y tiene que ver con la correlación de fuerzas que seamos capaces de construir en esta etapa.

Por lo pronto, la derecha más reaccionaria, bajo el irrito cuento de la «ideología de género» ha logrado construir un movimiento de masas extremadamente agresivo y peligroso, similar al que forjara el fascismo en el Brasil de los años 60. En esa circunstancia, el movimiento de masas tomó banderas similares: «Dios, Familia y Propiedad» fueron los ítems manejados por la reacción en las calles de Rio y Sao Paulo, como hoy los Grupos Evangélicos y los núcleos más conservadores del Opus Dei y el pensamiento católico liderado por Juan Luis Cipriani, enarbolan en el Perú. De allí emergen aquí figuras repugnantes como Lourdes Alcorta, y el Pastor Rodolfo González; o periodistas como Phillips Batthers y Aldo Mariátegui, ridículas expresiones del fascismo criollo.

Ante ellos, y para derrotarlos, hay que trabajar intensamente: unir y movilizar a las masas, desplegar una verdadera y amplia batalla política, lograr que la gente tome conciencia de la realidad, y sea capaz de combatir por sus propios objetivos, superando los límites de la «Constitución del 93», que hay que derrotar. Para este efecto, el 5 de abril y la memoria del pueblo, serán decisivos. No tomarlo en cuenta y priorizar «alianzas» para participar en elecciones procurando «acuerdos» con movimientos por el hecho que estos tienen «registro», es una desvergüenza política, típica de sectores que carecen de compromiso con el país, y su pueblo. Ese camino no conduce a ninguna parte y sólo expresa la ambición de quienes aspiran a cargos -que no habrán de lograr-para satisfacer ambiciones de orden personal o partidista.

Hoy el mundo recuerda los 70 años de la Doctrina Truman, base de la Guerra Fría, la injerencia norteamericana en Grecia y en las elecciones de Italia, y la creación de la Agencia Central de Inteligencia, la CIA que ahora opera contra todos. Pero no es solo eso lo que se recuerda. También, los 50 años del asesinato del «Che».

El 2017, centenario de la Revolución Socialista de Octubre y escenario -como en otros confines del planeta- de actos en honor a tan grandiosa epopeya, no debiera dar paso a expresiones de oportunismo. Construir Poder Popular es forjar una herramienta de lucha independiente y de clase, que responda a los grandes ideales de Lenin y de Mariátegui, y sea capaz de asumir el rol de Vanguardia por el que el pueblo clama.

Recordemos al Amauta: «Presenciamos la disgregación. La agonía de una sociedad caduca, senil decrépita, y al mismo tiempo presenciamos la gestación, la formación, la elaboración lenta e inquieta de la sociedad nueva». Por ella, combatimos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.