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Entrevista al ex-líder guerrillero Hugo Blanco

«El Perú en riesgo de volver a tener un gobierno de corruptos, ladrones y asesinos»

Fuentes: ABI

Hugo Blanco (1934), reconocido militante campesino, ex dirigente de la Federación de Campesinos de Cusco-Perú y ex-líder guerrillero, advirtió el jueves a su paso por Estocolmo que su país corre el riesgo de sentar en el poder a un gobierno de «corruptos y asesinos», en el balotaje (segunda vuelta) previsto para el 10 de junio, […]


Hugo Blanco (1934), reconocido militante campesino, ex dirigente de la Federación de Campesinos de Cusco-Perú y ex-líder guerrillero, advirtió el jueves a su paso por Estocolmo que su país corre el riesgo de sentar en el poder a un gobierno de «corruptos y asesinos», en el balotaje (segunda vuelta) previsto para el 10 de junio, en que el nacionalista Ollanta Humala y Keiko, hija del expresidente peruano Alberto Fujimori (1990-2000) pugnarán la silla presidencial el domingo 5 de junio que viene.

La conversación con Hugo Blanco (HB) se logró durante su efímera visita a Suecia, asistiendo a diversas actividades preparadas por organizaciones suecas y latinoamericana en las que dio a conocer «la lucha de los pueblos indígenas en defensa de la naturaleza» y el rol que desempeña en el Perú su organización ideal: Lucha Indígena.

-Jaime Padilla (JP): ¿Cuál es la situación del Perú, después de los resultados electorales del 10 de abril?

-HB: Las cifras macroeconómicas muestran que el Perú goza de una gran bonanza. Sin embargo eso beneficia solamente a las grandes compañías multinacionales y a las autoridades sobornadas por ellos, no llega al pueblo. Han quedado dos candidatos: Ollanta Humala quien promete tomar algunas medidas para que la bonanza económica sirva para mejorar algo el nivel de vida de la población y Keiko Fujimori, hija del dictador que hizo un autogolpe, implantó el neoliberalismo, cometió muchos robos y asesinatos, por algunos de los cuales están presos Fujimori y algunos de sus cómplices, otros están «fugitivos».

Ella dice que está de acuerdo con la forma de gobierno del padre. Todos sabemos que lo primero que hará será liberar a su padre, quien será el que gobierne. Deberá liberar a toda la mafia, para que no delate sus fechorías.

Volveríamos a ser gobernados por la mafia de corruptos ladrones y asesinos a la que el pueblo peruano expulsó hace 9 años.

JP:- ¿A qué atribuye el comportamiento del electorado peruano que otorga posibilidades presidenciales a Humala y a la hija de Alberto Fujimori?

-HB: El 75% de la población quiere cambios, una parte de ella ve en Humala la posibilidad de cambios. La votación por Keiko es porque Fujimori «acabó con el terrorismo», según dice la derecha «con Humala volverá el terrorismo». Además dicen. «Fujimori me regalaba arroz», refiriéndose a la política asistencialista que practicó.

-JP: ¿A su criterio cuál de los dos candidatos tiene más probabilidades de ganar?

-HB: Es tanto el dinero dedicado a la política del miedo que me temo que gane Keiko. En general, por ella votará fundamentalmente la población de Lima, donde reside un gran porcentaje del electorado. El interior, donde se ubican los grandes conflictos entre las empresas (mineras, hidrocarburíferas, agroindustriales, etc.) que depredan el medio ambiente y la población que lucha contra la depredación, votará por Ollanta

-JP: El Perú desde hace varias décadas no puede elegir a un candidato de izquierda. ¿Es rechazo o miedo?

HB: A diferencia de Ecuador y Bolivia que están muy delante de nosotros, en el Perú hubo una guerra interna entre el Estado y Sendero Luminoso (SL), que provocó 70.000 muertos, la mayoría indígenas que nada tenían que ver con SL. Entre ellos muchos dirigentes campesinos. Esto debilitó enormemente a las organizaciones.

En Bolivia y Ecuador los pueblos derrocaron a varios presidentes, por eso el imperio y la derecha nacional tuvieron que permitir la subida de los actuales gobernantes, para evitar una revolución que hubiera destrozado el sistema capitalista. Además la propaganda del sistema identifica izquierda con SL.

JP: Su trayectoria de lucha en lo sindical y político, es larga, así lo reconoce la historia. Por su experiencia y pensamiento ¿qué opinión tiene Ud. hoy de los movimientos campesinos y de indígenas que se dieron hasta ahora en Perú?

En mi época, los años 60′, la lucha era por la tierra, podemos decir que en general la vencimos, por eso el Perú es el país de América Latina con mayor porcentaje de pequeños propietarios de tierra, en forma individual o colectiva.

Esto se está revirtiendo, está creciendo el latifundio, ya no el semifeudal que nosotros combatimos, sino el agroindustrial.

Ahora la lucha es por la defensa del medio ambiente; contra las empresas mineras que roban el agua de la pequeña agricultura y la envenenan; contra las hidroeléctricas para la minería que también roban el agua de la pequeña agricultura; contra la agroindustria, que además de robar el agua, mata la agricultura para la subsistencia trabajando para la exportación y mata el suelo con el monocultivo y el uso de agroquímicos (fertilizante, insecticidas, herbicidas); contra la extracción de petróleo y gas que envenena los ríos de la selva, de cuyos peces se alimentan los habitantes; contra el saqueo de madera; contra el cultivo de biocombustibles; contra la cría de ganado, que son diversas formas de matar la selva amazónica que es el pulmón del mundo. Por esto la lucha de los hermanos amazónicos no es sólo autodefensa sino defensa de los intereses de toda la humanidad.

Las luchas son fuertes, pero como las organizaciones nacionales fueron debilitadas por la guerra interna, son aisladas. Naturalmente surge el intento de coordinación, pero ésta es todavía débil.

-JP: En su momento histórico su propuesta era la lucha armada. ¿En la actualidad es o no una alternativa para lograr la liberación nacional?

-HB: Nunca fue mi propuesta ‘la lucha armada’, es como decir que mi propuesta fue el bloqueo de vías de comunicación o las marchas.

Mi propuesta siempre fue la completa democracia. Naturalmente la lucha comienza con trámites legales, luego de fracasados éstos se recurre a paros, huelgas, bloqueos, toma de edificios, etc. Si hay ataque armado y la colectividad decide defenderse en forma armada, se hace eso.

Entiendo la lucha armada no como una estrategia, sino como una táctica a ser aplicada en determinados momentos. La estrategia es la acción directa de la colectividad democráticamente organizada para luchar contra el sistema capitalista opresivo, antidemocrático y dictatorial.

El movimiento campesino indígena de La Convención, Cusco, comenzó con trámites legales, al no servir éstos y habiendo crecido la organización, se hicieron marchas, mítines, paros. Luego se recurrió a la huelga. Debo aclarar que a diferencia de la huelga obrera o de empleados donde los huelguistas deben sufrir la falta de salarios y sueldo, en la huelga campesina los campesinos disfrutaban de más tiempo para atender sus cultivos en lugar de ir a trabajar donde el patrón como «pago» por la parcela que ocupaban. En los hechos, aunque inconscientemente fue el comienzo de la Reforma Agraria.

Naturalmente que el gobierno decidió atacar en forma armada. Los campesinos, organizados democráticamente, acordaron defenderse en la misma forma y me eligieron a mí para que encabezara la organización y acción de la autodefensa, lo que cumplí. Nuestro lema era «¡Tierra o Muerte!», y vencimos, logramos la tierra.

Probablemente en el futuro también haya momentos en que deberá optarse por esta táctica, como lo decidieron los indígenas de Chiapas, o como en algún momento lo decidieron los indígenas del Cauca, Colombia; eso les benefició pues consiguieron que en la constitución colombiana figure el derecho de tener autoridades indígenas regionales. Esto mismo sucedió con los Kuna de las islas de Panamá, que luego de la revolución Kuna de 1929, obtuvieron ese mismo derecho constitucional. En Guerrero, México, hoy existe la policía comunal, armada y uniformada. Precisamente hace pocos días un representante suyo, en uniforme, fue uno de los oradores en el Zócalo de la ciudad de México al culminar la Marcha por la Paz.

Lo que sucede es que, como son «historias de indios», no se les da importancia. SL comenzó como un grupo de valientes indignados ante la situación de opresión de nuestro pueblo. Tomaron las armas por decisión propia. No fue como en los ejemplos indígenas mencionados decisión democrática de la colectividad. Esto fue tomado como pretexto por el sistema para reprimir armadamente al movimiento popular peruano que se amedrentó y continúa amedrentado. Por eso mucha gente votará por Keiko.

En Colombia la existencia de las FARC es tomada como pretexto para agredir al movimiento indígena. Quien debe decidir si usará armas o no es el propio movimiento popular en forma democrática, no un grupo de valientes en su nombre. El caso cubano y el nicaragüense fueron excepcionales por la fuerte represión pre-existente.

Por supuesto que el sistema capitalista que sólo el nombre tiene de democrático, defenderá sus privilegios si es necesario con las armas, por lo tanto el pueblo organizado, si está en posibilidades de hacerlo, se verá obligado también a usarlas para defender la verdadera democracia, su propio mandato. Mientras no se dé ese enfrentamiento final, considero que la lucha armada, a veces, es la única opción para garantizar ciertas conquistas y si el pueblo, democráticamente, opta por ella, naturalmente que la apoyo.

JP: Son cientos los militantes encarcelados de los grupos armados de Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, juzgados por una ley antiterrorista, que soportan un tratamiento inhumano que no encuentran eco en el sistema judicial peruano ni en organizaciones internacionales de Derechos Humanos. ¿Por qué tanta insensibilidad?

-HB: Naturalmente estoy en contra de ese atropello. Como miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, iba a visitar a las presas de SL (cuando fui donde los varones me insultaron y me botaron). Desgraciadamente la mayoría del pueblo peruano no piensa así porque se aterrorizaba con las acciones de SL, que mató dirigentes populares por no pensar como ellos. Menciono los asesinatos que ellos reivindicaron: María Elena Moyano, Roberto Chiara, Porfirio Suni. Por supuesto el gobierno aprovechando eso mataba en nombre de SL.

El comportamiento del MRTA fue diferente, pero es difícil que la gente no los ponga en el mismo saco. Por eso ahora muchos votarán por Keiko. En la medida en que no haya una exigencia del pueblo peruano, las organizaciones internacionales de DDHH no se moverán.

JP: ¿Qué le dice la situación política de hoy en Bolivia y Ecuador?

-HB: Es un gran paso adelante en la lucha del pueblo boliviano por su liberación, es nuestra obligación defenderlo ante la agresión del imperialismo y de la reacción interna. Apoyamos a los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela en esas confrontaciones.

Cuando son confrontados por las organizaciones indígenas u otros sectores populares, por su inconsecuencia, naturalmente estamos del lado de los sectores populares. Son procesos revolucionarios que están en medio camino.

JP: En América del Sur con la participación de Brasil, por su economía e influyente política en las relaciones exteriores, se ha configurado un nuevo mapa político, que permitió la creación de organismos de integración regional: Mercosur, Unasur y otros que reglamentan desde el comercio hasta el flujo migratorio. Considera que esto es un esfuerzo continental para frenar las intervenciones del gobierno norteamericano?

HB: Por supuesto que apoyamos cualquier paso que signifique un avance contra el sometimiento al imperio del norte. Sin embargo hay aspectos de la Iniciativa para la Integración de Infraestructura Regional Sudamericana – IIRSA contra los que estamos. Por ejemplo el proyecto de la represa de Inambari que pretende desalojar a miles de indígenas y campesinos de Cusco, Puno y Madre de Dios para construir una gran represa que dotaría de electricidad al Brasil. Estamos en contra de ese supuesto «desarrollo» que agrede a la naturaleza y a la población.

-JP: ¿Qué debemos hacer como pueblos para romper con ese lazo de dependencia con el gobierno de Estados Unidos que no descansa en su conspiración para derrocar a los gobernantes de Venezuela, Bolivia y Ecuador?

HB: Como dije anteriormente, en esa confrontación apoyamos a los gobiernos de esos países. Sin embargo creemos que debemos construir desde abajo organizaciones populares realmente democráticas, pues sólo éstas son coherente y consecuentemente ecologistas y anticapitalistas, no capitulan ante la política «desarrollista» como lo hacen los mencionados regímenes, esa contradicción se ve en Bolivia, Venezuela y más claramente en el Ecuador. Esas sociedades enlazadas serán quienes construyan «un mundo nuevo». No es casual que sea el movimiento indígena el que está a la cabeza de la defensa de la naturaleza. Pero no es sólo eso, también encabeza la lucha por un nuevo tipo de sociedad, colectivista, democrática, al defender su comunidad indígena.

Por otra parte también está a la vanguardia en el camino hacia otra ética. La religión neoliberal identifica la felicidad con la posesión de la máxima cantidad de dinero posible para comprar lo que ordena la sociedad de consumo y así causar el respeto y la envidia de los congéneres. En mayor o menor medida, la sociedad urbana comparte esa moral.

En cambio la población indígena está más cerca de lo que se ha dado en llamar «el buen vivir», que significa que la felicidad no consiste en tener más dinero sino en vivir satisfactoriamente. Tengo muchos ejemplos pero no hay espacio para manifestarlos.

-JP: ¿Qué le dice la situación argentina? Usted conoce bien los diferentes tiempos y épocas de luchas y pugnas políticas que se han dado en los últimos 50 años.

-HB: La rebelión del 2001 (¡Que se vayan todos!) dejó su huella. Como toda rebelión espontánea tenía aspectos negativos y positivos. Lo negativo fue que por la ausencia de organización, declinó. Pero dejó mucho de positivo.

Los gobiernos de Kirtchner son progresistas si se los compara con Alan García.

Es cierto que el movimiento de los desocupados (piqueteros), en gran parte fue cooptado por el régimen kirtchnerista, pero también es cierto que la organización Darío Santillán subsiste y acoge en su local a todo tipo de movimientos que lo usan para sus reuniones (mujeres, gays, estudiantes, sindicatos, etc.). En Buenos Aires vi el local de una organización de mujeres que también acoge a todo tipo de movimientos. Ya quisiéramos tener algo de eso en el Perú.

Las fábricas recuperadas por sus trabajadores son un ejemplo para el mundo de que la sociedad industrial también puede ser democrática, horizontal, como la indígena. Tuve la fortuna de presentar mi libro en el Hotel Bauer, que está en manos de sus trabajadores.

Las luchas por el medio ambiente también son ejemplares, como el caso de Andalgalá en Catamarca. En el festival de «la vendimia» que se realiza en lugares vitivinícolas hay «reinas». En Mendoza este año hubo sólo dos reinas, hechas con papel y llevadas en hombros. Una era la muerte, una calavera, representaba a la mina. La otra era la Madre Naturaleza, representaba la vida. El festejo fue una marcha hacia el parlamento, cuando salió el vice-gobernador a decir que estaban «atropellando la democracia», uno de los manifestantes dijo: «Que levanten la mano los que estén porque la mina se vaya». Todos levantaron la mano. Le explicó al vice-gobernador: «Ésta es la democracia, éste es el verdadero parlamento, no necesitamos de gente que hable en nombre nuestro».

Hay muchos ejemplos más, está la marcha de los indígenas del país que culminó el día del 2º centenario de la independencia para decir «¡Existimos! Argentina, al igual que Bolivia y Ecuador, debe declararse estado plurinacional». Está la lucha de los indígenas Qom en Formosa. Respeto mucho la lucha del pueblo argentino.

-JP: Por último su comentario en torno a la ola de rebeldía que se ha generado en algunos países del Medio Oriente: Túnez, Egipto, Libia.

-HB: Comenzó con que en Túnez, un técnico en informática que debía trabajar como vendedor ambulante de fruta y verduras, cuando los policías municipales le quitaron su mercadería se echó gasolina y se prendió fuego. Las llamas tumbaron al gobierno de Túnez y al de Egipto y continúan ardiendo en el mundo árabe. Se han extendido a un país del «África Negra», Burkina Faso, en forma de rebelión estudiantil.

El mundo árabe está harto del sistema capitalista que produjo el primer fuego, está harto de la corrupción, de la dictadura, del servilismo de sus gobiernos a la prepotencia israelí y al imperialismo yanqui.

El sistema también se lanza contra los habitantes del «Primer Mundo», donde la crisis causada por las empresas financieras y otras, debe ser pagada por las poblaciones, aumentando la edad de jubilación y recortando los servicios públicos. En Estados Unidos se prohíbe la negociación colectiva de los sindicatos de empleados públicos, se exonera de impuestos a los millonarios.

El premio Nobel de la Paz continúa fabricando guerras. Estoy seguro de que es la crisis final del capitalismo, lo que no sé es cómo morirá.

Una de las opciones es la sustitución del gobierno del mundo de las empresas multinacionales por el gobierno de toda la sociedad. La otra opción es que la humanidad permita que siga gobernando el capital y que aumenten el calentamiento global y los otros ataques a la naturaleza, hasta exterminar a nuestra especie en 100 años más. Como miembro de la especie homo sapiens, prefiero que escojamos la primera opción.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.