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Uruguay

El verso de la aprobación popular de Lacalle

Fuentes: Rebelión / CLAE

La presencia permanente de Lacalle en los medios, sobre todo en televisión, marcan la aceptación de su personaje.

Al comienzo de cada gobierno, la aprobación de los presidentes está en la cresta de la ola, con los mejores niveles de evaluación, y los saldos positivos se mantienen por unos cien días, lo que los politólogos les llaman “luna de miel”. Pero, casi siempre llega un declive que crece a la mitad del mandato para sobrevenir, por último y despedida, un repunte que casi nunca alcanza el pico del inicio de su administración.

Luis Lacalle, o el presidente “verdaderamente surfer” como lo llaman las revistas deportivas especializadas uruguayas, viene surfeando la ola de aprobación siguiendo el ciclo clásico, aunque, a juzgar por las encuestas, llega a la mitad de su mandato con ciertas singularidades, como una luna de miel que se extendió por más tiempo que el observado en los tres gobiernos anteriores del centroizquierdista Frente Amplio.

En un país “viejo”, acostumbrado a presidentes de mayor edad, este abogado de 48 años trajo «Aire Fresco», como bien dice el nombre de su movimiento dentro del derechista Partido Nacional. Reconocido surfista, es heredero de una saga de políticos. Su padre es el expresidente (1990-1995) Luis Alberto Lacalle Herrera y su abuelo el máximo dirigente histórico del Partido Nacional, Luis Alberto Herrera.

Tras su derrota en las presidenciales de 2015 frente a Tabaré Vásquez, en 2019 aunó a la oposición derechista y ultraderechista en la Coalición Multicolor y se impuso en segunda vuelta por un estrecho margen ante el socialista Daniel Martínez, del Frente Amplio, alianza que tras tres mandatos mostraba un natural desgaste.

En bajada

Fue en el segundo trimestre de 2021 que comenzó el declive del ciclo de aprobación de Lacalle, pero a la mitad del período aún más del 45% de los uruguayos en edad de votar hacen una evaluación positiva de su gestión, según el promedio que manejan las cuatro principales consultoras de opinión pública (Cifra, Equipos, Factum y Opción).

Los analistas políticos coinciden en que la gestión de la pandemia explica en parte la consolidación de una evaluación positiva y constituye uno de sus grandes “éxitos” hasta la mitad del mandato. La concreción de los proyectos de ley que el Ejecutivo envió al Parlamento –con el caso paradigmático de la Ley de Urgente Consideración a la cabeza y su posterior reafirmación en el referéndum– es otro de los mojones que destacan los analistas, señala el diario conservador El Observador.

La seguridad, uno de los aspectos que hizo ganar la elección a la coalición de gobierno, es ahora uno de los desafíos sin repuesta, ante el crecimiento de la criminalidad, el narcotráfico y los homicidios, así como las postergadas reformas de la seguridad social y la educación, así como la pérdida de salario real y la situación económica.

Hay otros problemas que Lacalle debe resolver como el funcionamiento de la coalición derechista de gobierno y las eventuales candidatura de cara a las próximas elecciones, además de exagerada centralidad del presidente.

Miriana Pomiés, de la encuestadora Cifra, habla de una estrategia de comunicación efectiva con la población y afirma que el solo hecho de que la oposición acuse al gobierno de un manejo exacerbado de la comunicación ya habla de su éxito en ese sentido. El error puede ser que el discurso queda demasiado centralizado en el presidente.

Francisco Vernazza, publicista y experto en comunicación, señala que de todos los mitos que habitan la política, el más difundido es que la cotización de un candidato o partido en la opinión pública es resultado de mejor o peor comunicación. Esta manera de ver las cosas presta un invalorable contribución a la autoestima de los actores políticos porque implica decir, en voz baja o alta: “Somos mejores que nuestra apariencia. Tenemos un buen globo, solo falta inflarlo», añade.  

Esta convicción puede tener lugar en los textos de autoayuda para la clase política pero, como toda simplificación aguda, “implica el peligro de hacer creer que tenemos la llave teórica del asunto cuando solo tenemos un llavero vacío. La llave del éxito de Lacalle no han sido las horas sumadas de comunicación por la pandemia ni la prolija escenografía de las conferencias de prensa, sino su capacidad de construir un personaje que luce serio,  responsable, sensato, más bien inteligente y sobre todo auténtico”, analiza.

La presencia permanente de Lacalle en los medios, sobre todo en televisión, marcan la aceptación de su personaje, quizás más como ejemplar de un biotipo humano que como un gran líder o pensador político. La valoración estuvo en atributos personales por fuera de la discusión política. Quizás por eso mismo se hizo tolerable para la parte más blanda del espacio frenteamplista.

La coalición de derecha gobernante envió al Congreso un nuevo proyecto sobre medios de comunicación, hecho a medida del oligopolio mediático, que a todas luces favorece y potencia la concentración en pocas manos, que son las que aplauden siempre la gestión del presidente –primero- y del gobierno.

¿Estos éxitos son obra de la comunicación?, se pregunta Pancho Vernazza. Impugnar los superpoderes de la comunicación en política, no implica subestimar al aparato haciendo su trabajo. Todos los días el aparato comunicacional divulga las  fotos correctas, los giros verbales inteligentes, los diseños gráficos de buena presentación. Pero no cambia la historia: las últimas cifras dan cuenta de eso.

En Uruguay los homicidios aumentaron 39 por ciento en el primer semestre de 2022 según un informe del Ministerio del Interior. Además del aumento en cantidad, es el incremento en la violencia, los modus operandi de los homicidios y los femicidios. Por un lado se suman enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes, el avance de toma de territorio, modos crueles de violencia en los hogares con descuartizamientos, cuerpos prendidos fuego, enterramientos en fincas, secuestros y más.

Uruguay acabó el tramo inicial de la era Lacalle con 13.700 presos en sus cárceles (más de 386 personas por cada 100 mil habitantes), un número aterrador para un país de poco más de tres millones de habitantes. Las muertes en las cárceles de Uruguay aumentaron un 79% en 2021, advirtió el Comité de Naciones Unidas contra la Tortura, que además se mostró preocupado por las condiciones de detención en las prisiones y por la falta de una definición de tortura en la legislación uruguaya.

Hoy, mientras el gobierno inunda los medios y las redes con el latiguillo de que la culpa de los males la tienen los tres gobiernos del centroizquierdista Frente Amplio, el 69% de la población responsabiliza al gobierno por la entrega del pasaporte al narcotraficante internacional uruguayo Sebastián Marset, el 70% entiende que en los últimos dos años aumentó la violencia vinculada al narcotráfico y 77% considera que hay vínculos entre estas organizaciones criminales y el sistema político.

Luvis Hochimín Pareja. Periodista uruguayo, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.