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¿Espejismo? El desplome de la violencia en El Salvador

Fuentes: Rebelión

En el primer año de Nayib Bukele como presidente, El Salvador ha visto una fuerte caída, del 60 por ciento según cifras oficiales, en las tasas de homicidios, que por mucho tiempo fueron astronómicamente altas. Si bien el público celebra sus políticas de “mano dura”, el éxito podría deberse a un entendimiento discreto e informal entre las pandillas y el gobierno.

Reducir los homicidios por parte de las tres principales pandillas en uno de los países más violentos del mundo es una hazaña de gran importancia. Pero las causas precisas de la disminución son complejas y a menudo poco claras. Los recientes brotes de violencia de las pandillas y controversias políticas resaltan lo frágil y reversible que puede resultar este logro.

Un informe de Crisis Group señala que mantener la reducción de la violencia es clave y para ello l gobierno debería priorizar proyectos de desarrollo enfocados en la comunidad, la rehabilitación de los pandilleros encarcelados y estrategias policiales más sofisticadas, incluyendo más controles internos en las fuerzas de seguridad.

Después de décadas de una atroz violencia de pandillas, las tasas de homicidios se han desplomado en El Salvador bajo la administración de su nuevo presidente, Nayib Bukele. Ante el crecimiento de las pandillas MS-13 y Barrio 18, los gobiernos anteriores recurrieron a políticas de “mano dura” para someterlas, solo para encontrar que incrementaban la violencia.

La caída de las tasas de homicidios puede deberse no solo a las políticas de seguridad pública del gobierno, sino también a la decisión de las pandillas de detener el derramamiento de sangre, posiblemente a raíz de un frágil acuerdo de no agresión con las autoridades.

Además, el estilo beligerante de Bukele, que se ha exacerbado durante la pandemia de COVID-19, pone en riesgo sus reformas de seguridad al enredarlas en batallas políticas. El gobierno  ha robustecido el patrullaje conjunto de la policía y el ejército en los 22 municipios con mayores tasas de delincuencia, y endureció las medidas de confinamiento en las cárceles en un intento de cortar las comunicaciones entre los reclusos y el mundo exterior.

El control indiscutible de las pandillas sobre las comunidades, la disminución de la rivalidad entre pandillas y el liderazgo cada vez más autónomo de los mareros que están fuera de las cárceles pueden explicar esta decisión, más que el Plan Control Territorial. Analistas y activistas locales atribuyen la decisión de las pandillas a un acuerdo informal entre ellas y con las autoridades, quienes presuntamente les han ordenado a las fuerzas de seguridad reducir sus enfrentamientos con estos grupos.

Una repentina ola de asesinatos atribuida a la MS-13 en abril ilustra lo precario que puede ser el compromiso de las pandillas para reducir la violencia. La reacción de Bukele a los ataques, que dejaron más de 80 muertos en un lapso de cinco días, reafirmó su inclinación a adoptar medidas punitivas para someter a las pandillas.

 Imágenes compartidas en todo el mundo desde el interior de las cárceles de alta seguridad de El Salvador mostraban a reclusos amontonados o forzados a compartir celdas sin acceso a la luz del sol. Las pandillas, con menos ingresos por cobros de extorsión debido a las medidas de confinamiento, e indignadas por la represión del gobierno, recurran una vez más a la violencia extrema.

Algunas de las maniobras del presidente para someter a sus oponentes y concentrar el poder en sus manos, incluida la ocupación militar en febrero de la Asamblea Legislativa controlada por la oposición y las repetidas peleas por la legalidad de las medidas adoptadas durante la emergencia del COVID-19, han provocado revuelo.

 Sus demostraciones de fuerza hacia los dos partidos que mantuvieron un dominio absoluto sobre el poder en El Salvador durante 27 años, al igual que hacia las instituciones estatales y judiciales, tienen como objetivo conseguir la mayoría parlamentaria el próximo año.

Gerardo Villagrán del Corral es antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)