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Guatemala se desangra

Fuentes: Rebelión

Hace ya unas cuentas décadas Eduardo Galeano hablaba de las venas abiertas de América Latina, haciendo referencia a la historia de expolio, imposición, colonialismo y violencia a la que ha sido sometida esta región, la más desigual del planeta, desde tiempos de la conquista. De esta manera, Galeano explicaba que América Latina, a lo largo […]

Hace ya unas cuentas décadas Eduardo Galeano hablaba de las venas abiertas de América Latina, haciendo referencia a la historia de expolio, imposición, colonialismo y violencia a la que ha sido sometida esta región, la más desigual del planeta, desde tiempos de la conquista. De esta manera, Galeano explicaba que América Latina, a lo largo de los últimos 5 siglos largos, siempre ha sido vista por los poderes globales como un territorio del que extraer el máximo beneficio, sin capacidad de decisión propia ni soberanía, y en el que la pobreza y las grandes brechas sociales no eran sino efectos colaterales de su función subalterna en el entramado internacional. Una región, por tanto, con las venas abiertas, desangrándose para beneficio de unos pocos.

Hoy, en esta primera década del siglo XXI, podríamos quizá hacer otra lectura del subcontinente. Una lectura más positiva, en la que destacaríamos que el ¡ya basta¡ que retumbó en 1992 con motivo de la celebración del genocidio indio -descubrimiento de América dicen algunos- se ha transformado en procesos políticos y sociales que enfrentan esta caracterización histórica. Así, es indudable que la región ha ganado en soberanía y en integración, plantando cara a los agentes y a las políticas neoliberales, e incluso proponiendo alternativas emancipadoras que superen en actual sistema vigente. Hoy por tanto, existen fuerzas, poderes, agendas que se empeñan de manera denodada en frenar la sangría, en cicatrizar las venas abiertas de un continente enrabietado y digno (un recuerdo especial para Hugo Chávez, el mejor cirujano que ha tenido América en las últimas décadas).

No obstante, estos procesos alternativos, aún sólidos e ilusionantes, se enfrentan a un gigante despiadado y a unas estructuras forjadas a fuego a lo largo de la historia. Así, América Latina se sigue desangrando, aunque hoy contamos con la esperanza de poder revertir esta situación. Esa misma ilusión, esa misma esperanza que recorre la región también ha llegado a países especialmente castigados como Guatemala, donde sus venas todavía están abiertas en canal. Porque en Guatemala la sangre ha fluido a borbotones durante el conflicto armado (1960-1996). Porque en Guatemala, a día de hoy, la sangre sigue fluyendo a borbotones.

Y esto es así porque la visión colonialista, racista, antidemocrática e interesada de las nuevas alianzas del poder (gobiernos militares, empresas transnacionales, grupos de interés nacionales, narcotráfico) no ha cambiado ni un ápice, y no están dispuestos a que estos vientos de emancipación, a que estos deseos de cicatrización se asienten en Guatemala. Frente a ello, se oponen tajantemente a la creciente contestación de los pueblos y movimientos sociales, así como a las propuestas alternativas que han situado en su agenda para el conjunto de las mayorías sociales. Ahí precisamente se sitúa la estrategia de generar miedo y amedrentar a los activistas sociales y políticos, de criminalizar la protesta, y de usar la violencia para sostener dicha estrategia.

En este marco se sitúa el asesinato el pasado 18 de marzo de líder comunitario del Pueblo Xinca Marcos Ucelo, después de ser secuestrado junto a otros tres compañeros, al regreso de una consulta comunitaria. Se trata de activistas reconocidos que han participado en grandes movilizaciones como la Marcha Indígena y Campesina, y que luchan por el reconocimiento de la propiedad comunal de sus tierras, frente a los intereses empresariales. Otro ejemplo de esta estrategia, de los muchos que hay, es el injusto encarcelamiento del Rubén Herrera, amigo personal y dirigente de la Asamblea Departamental de Huehuetenango, acusado de terrorismo y otras lindezas simplemente por oponerse a la instauración sin consulta popular de una central hidroeléctrica gallega. Intereses empresariales y políticos se mezclan en este hecho -como en tantos otros-, y dan lugar a un comunitario muerto, a un estado de sitio declarado…y a más de trece detenidos, por supuesto de las comunidades. Rubén ha sido el último, cuando el resto ya ha salido de la cárcel por falta de pruebas.

Negocio, expolio, miedo, amedrentamiento, violencia salvaje, gubernamental o empresarial. Esta es la propuesta oficial. El presidente, Otto Pérez Molina, así lo dijo en su visita a Madrid. Traduciéndole a un discurso inteligible, esto fue lo que dijo: «Vengan empresas españolas, que el país está en venta. Ofrecemos seguridad jurídica, legal y social a las inversiones, cueste lo que cueste». Y cueste lo que cueste son muertes, como la de Marcos; y detenciones, como la de Rubén.

Pero Rubén sabe, como sabía Marcos, y como saben los pueblos y los sectores populares de Guatemala, que el miedo que quieren generar es proporcional al miedo que el poder atesora. Porque los vientos de cambio ya han llegado, un nuevo Baqtún está en marcha, y las venas de este atribulado país van a ser cicatrizadas. Porque se debe, porque se puede. Nadie puede poner freno al viento, y en Guatemala tampoco. ¡Ánimo Rubén!

Gonzalo Fernández Ortiz de Zárate. Mesa Internacionalista de Alternatiba

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.