El 2 de diciembre se reunieron los líderes de 33 países latinoamericanos en Caracas en una cumbre histórica, la Cumbre de la CELAC -Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Con esta reunión se constituye un organismo que tiene el propósito de decidir en el Sur los problemas y asuntos del Sur. Nace en un momento […]
El 2 de diciembre se reunieron los líderes de 33 países latinoamericanos en Caracas en una cumbre histórica, la Cumbre de la CELAC -Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Con esta reunión se constituye un organismo que tiene el propósito de decidir en el Sur los problemas y asuntos del Sur. Nace en un momento oportuno, al tiempo que Europa y los EEUU enfrentan problemas serios o graves y cuando se anuncia una nueva recesión mundial, recesión que en realidad no nos ha abandonado desde el 2008.
En la página de Telesur, Juan Carlos Monedero se pregunta si es este el principio del fin de la OEA y la ONU. Nos recuerda palabras del Che, quien describió a la OEA como «Ministerio de Colonias» de los EEUU. Creo que Monedero acierta en otro punto cuando explica que los visionarios de la CELAC apostaron por la ampliación en vez de por la profundización y mostraron al hacerlo el carácter generoso de los impulsores del proyecto, fundamentalmente de los miembros del ALBA. Monedero los describe como los mas «desprendidos» de los latinoamericanos; yo prefiero nombrarlos como los más solidarios, las mejores personas, o como dijera Hugo Chávez mismo como esos «locos de amor» por América Latina. Y de vuelta al Che, sabio, recordándonos que esa es y debe ser la tarea de los revolucionarios, el amor. El amor implica riesgos; esperamos que ese giro en favor de la inclusión se pruebe una decisión inteligente. Personalmente me recuerda un dicho de mi bisabuela: a los amigos cerca y a los enemigos màs cerca todavía.
Se me viene a la mente lo que Chávez compartiera sobre Simón Bolivar, cuando desde Santa Marta y antes de morir, el 25 de septiembre de 1830, explica que está dispuesto a entregar su vida, su felicidad y hasta su honor por la causa (humana latinoamericana) pero que ese sacrificio sería inútil pues «nada puede un pobre hombre contra un mundo entero.» Y clarifica que los «tiranos de mi país me lo han quitado…yo no tengo patria por quien hacer el sacrificio final.» Chávez explica que así es, que todo estaba al revés, y que prontito matan a Manuel Dorrego y a Antonio de Sucre y se tienen que ir al exilio San Martin, O’Higgins y Artigas -hablando de algunos de nuestros padres fundadores, porque los latinoamericanos tenemos padres fundadores más generosos y humanizados, diría, que los padres fundadores del Norte, estos últimos siempre preocupados por la dominación y aquellos nuestros por la liberación. Pero quienes fueron los que dejaron sin patria a nuestros padres, pues esos «enanos de largas trenzas que se adueñaron de nuestros países.» La historia los nombra, en el caso de mi país, Uruguay, Fructuoso Rivera fue uno de los enanos, además de terminar con el programa Artiguista terminó con las poblaciones aborígenes de mi país. Cada uno de nosotros, latinoamericanos, conocemos los enanos que hemos tenido y que por años le hemos rendido honores porque ellos fueron quienes escribieron la historia que nos han contado en la escuela.
Entonces, con sólo materializarse la Cumbre ha sido un éxito, ya que nos llevamos 200 años tratando de reunirnos de esta forma para decidir sobre nuestro destino, y 500 esclavos, por habernos alejado de la llamada fundamental y dejarnos seducir por esos enanos trenzados que nos han desviado por siglos del destino que con valor y generosidad venían trazando nuestros padres, esos que hoy reclamamos definitivamente como guías y que nos llenan de orgullo con su proceder. Ellos supieron adivinar los peligros de la doctrina Monroe -de América para los Americanos (del Norte) y de las expectativas de Jefferson sobre el destino manifiesto de los EEUU de «tragarse una a una a las colonias españolas.» Ellos no se quedaron dormidos sino que convocaron un congreso también, el Congreso Anfictiónico llamado por Bolivar en 1824. Y aquí estamos hoy, 200 años màs tarde, nuevamente convocados y enfrentando similares peligros.
Primero quiero notar los grandes mensajes de algunos presidentes, por ejemplo el de Evo Morales, que llama a consolidar la gran unidad pero a no olvidar a los responsables internos y externos de las situaciones que enfrentamos. Evo nos recuerda que estamos en medio de una crisis sistémica, estructural, con deudas externas impagables y enfrentando además la deuda del capitalismo mismo que es también impagable. No fue sino hasta que Argentina se negó a aceptar las exigencias del FMI que por primera vez un país les dijo no al pago y luego Ecuador establece la primera auditoría de una deuda, y ahora último en Europa, Islandia cuestiona su deuda, se niega a pagarla y quiere llevar a juicio a los responsables. Evo también habla de la necesidad de retomar la lucha de nuestros antepasados a favor de la creación de sociedades balanceadas -que podemos llamar socialismo del siglo 21, socialismo comunitario, o el buen vivir, que busquen igualdad y la preservación de la dignidad de nuestros pueblos. Habla además de lo importante que es recuperar nuestros recursos naturales, terminar con el estado colonial, las políticas desde arriba y afuera, la creación de nuevos entes financieros, la seguridad ciudadana y la seguridad alimentaria. O sea, gobernar para nuestros pueblos.
Quiero además mencionar algo de lo que dijo Raúl Castro, quien definió a la CELAC como un instrumento político para la unidad y la soberanía, la cooperación y solidaridad, con un ideario que no es homogéneo pero que requiere trabajar en respeto y cooperación buscando la sostenibilidad y la diversidad cultural e interrelacionada, en territorios libres en el futuro de bases extranjeras. Raúl nos recuerda también nuestro rol en Haití y como Haití es la prueba que enfrentamos, que debemos tratar con respecto al pueblo hermano con quien tenemos responsabilidades históricas y éticas de solidaridad. Además nos dice, estamos en medio de la pugna entre intereses oligárquicos y el capital transnacional y los derechos legítimos de los pueblos, en un mundo complejo y convulso, donde reinan políticas de saqueo, corrupción y abuso de poder, neoliberalismo y la violación, por parte de las grandes potencias, del derecho internacional con pretextos y manipulaciones como en el caso reciente de Libia.
Finalmente, quiero mencionar la intervención de Cristina Fernandez, quien trajo a la mesa la idea de que la CELAC es un anillo más de protección a nuestras sociedades en momentos en extremo difíciles. Y, de la presidenta Dilma Rousseff quiero destacar algo que mencionó en su discurso sobre la influencia que ha tenido en nosotros la esclavitud que nos ha hecho creer que es posible desarrollarnos y crecer sin incluir a toda la población, algo totalmente falso y que por primera vez estamos mirándonos a nosotros mismo y viendo a nuestros pueblos y entendiendo que no hay crecimiento sin inclusión.
Todas estas ideas, ricas, igualitarias, solidarias, avanzadas, se enfrentan sin embargo a un mundo crecientemente opresor donde la potencia dominante y sus aliados hacen uso de la tortura abiertamente y como instrumento aceptable, de la amenaza de guerra y la guerra como pan de todos los días, y donde la mentira sustituye a la verdad como en los tiempos de los nazis y para saquear, violando el derecho internacional y los derechos humanos. Y ese mundo opresor que nombro no es simplemente «externo» a América Latina sino interno también. No han faltado quienes han hablado que es una vergüenza que Sebastian Piñera, pinochetista, sea justamente el próximo presidente de la CELAC, yo no voy a defender a Sebastián Piñeara pero digo que al menos con Piñera sabemos con quien estamos tratando y además hay peores, porque Piñera no ha sido comandante de los escuadrones de la muerte, como es el caso de Juan Manuel Santos, de Colombia. Ademàs digo que al menos con Piñera sabemos que su gobierno es neoliberal, con otros pensamos que contamos con gobiernos diferentes y en la práctica tenemos gobiernos neoliberales, como en el caso de Mujica en Uruguay o de Funes en El Salvador.
La CELAC enfrenta desafíos, el primero es el de cuanto de aceptado y dominante es aún el modelo neoliberal, el otro es la cantidad de tratados de «libre comercio» o convenios similares que han sido firmados por nuestros países y que los tienen atados de pies y manos, imposibilitando cambios de políticas en los gobiernos incluso cuando lo quieren hacer. En esa situación está México, y no por Calderón, sino por gobiernos anteriores al del, pues en México la imposición del neoliberalismo y de cambios a la política externa mexicana comenzó en 1988 con Salinas de Gortari y continuó con Ernesto Zedillo del PRI. En Chile las políticas neoliberales fueron fortalecidas por la Concertación, que gobernó 20 años, no por Piñera. En esa misma situación están, Centro América, República Dominicana, Colombia, Perú y Uruguay, todos manejados por funcionarios de gobierno que representan, no los intereses de sus respectivos países, sino los intereses de las instituciones financieras del imperio. Y otro desafío importante son los tratados militares con el imperio, que incluyen bases como en el caso de Colombia, Perú, Paraguay, El Salvador, Honduras y convenios menores con Republica Dominicana.
Es por eso que los comentarios y análisis de periodistas y académicos antes y después de la cumbre se me dan como en exceso optimistas, además de caer en el ridículo de querer identificar a los presidentes de Chile, México, Panamá y Honduras como las «ovejas negras» de la Cumbre siendo que olvidan que una cantidad de gobiernos de la llamada centro izquierda han sido responsables de la firma de instrumentos legales que condenan a nuestros países a la sumisión so pena de tremendas multas y que muchos de estos documentos firmados ni siquiera se han hecho públicos, por lo que no han podido ser analizados y se ignora las obligaciones que nos han impuesto.
Falta comentar los acuerdos solidarios de la Cumbre con respecto al bloqueo contra Cuba y el reclamo por las Islas Malvinas bien habrían podido incluir un reclamo por la situación de Puerto Rico y de otras colonias del Caribe como las Antillas Holandesas, Guadalupe, Martinica y Guayana Francesa bajo el rótulo de «cero colonización en Latinoamèrica.» Y se podría ademas haber incluido una acción inmediata punto seguido de la declaración y el acuerdo, una carta al presidente de los EEUU firmada por todos los mandatarios para poner fin al bloqueo a Cuba.
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