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La inevitable vuelta del progresismo, ante la falta de sustento de la derecha

Fuentes: Rebelión

Los tardíos efectos de la crisis del 2008 socavaron los proyectos progresistas en América Latina. Los sensibles achaques comenzaron con Honduras, siguieron con Paraguay, y más adelante con Brasil y Argentina, con juicios políticos y derrota electoral. Después vendrá Ecuador y su singular tropiezo. Ese escenario otorgó a la derecha de la región una perspectiva […]

Los tardíos efectos de la crisis del 2008 socavaron los proyectos progresistas en América Latina. Los sensibles achaques comenzaron con Honduras, siguieron con Paraguay, y más adelante con Brasil y Argentina, con juicios políticos y derrota electoral. Después vendrá Ecuador y su singular tropiezo.

Ese escenario otorgó a la derecha de la región una perspectiva aparentemente promisoria. El nuevo paisaje parecía reportar la recuperación de la derecha, hasta el punto que más de un analista habló del fin del ciclo progresista. Pero los signos ideológicos no aparecen y desaparecen para reaparecer, por imperio de las meras alternancias promovidas desde las proclamas mediáticas. Hace más de siglo y medio alguien advirtió que la realidad social debe ser analizada en el contexto de un proceso histórico, proceso en el que se registran coyunturas que dan movimiento a ese proceso. Y desde esos presupuestos vemos que la coyuntura actual está confirmando que los signos políticos están sustentados en modelos socio-económicos que a su vez se sustentan en las condiciones estructurales globales.

Y si observamos el macro escenario, podemos constatar con claridad que hay un marcado resquebrajamiento del sistema de dominación que se consolida desde fines del siglo XIX y que adquiere su punto más alto a mediados de la década de los 70 del siglo XX. Ese sistema u ordenamiento mundial que provocó dos conflagraciones mundiales y posteriormente la consolidación de un polo de poder en EEUU, entró en un proceso de crisis que parece irreversible, proceso caracterizado por una dispersión de poder ocasionando tensiones que abarcan todo el planeta. Y en este macro escenario es que se registró la emergencia de los gobiernos progresistas en América Latina, emergencia que se debilita con la caída de los precios de los commodities consecuente de la crisis del 2008. Y es en este reflujo que la derecha latinoamericana con los auspicios de ese polo de poder mundial en decadencia, se propone retomar el control social de la región. Mas esa aparente reactivación neo conservadora, en muy corto plazo encontró sus límites, los límites marcados por la crisis global.

Las viejas políticas de ajuste con los costos sociales consabidos de recortes salariales y pensiones, despidos masivos, están produciendo tensiones sociales, poniendo en entredicho esa fallida reactivación.

Las calles de nuevo se calientan

Las plazas y calles de Argentina y Brasil están colmadas de masas enardecidas que no están dispuestas a soportar esas políticas.

Es así que este escenario insurreccional da cuenta de la inconsistencia de ese ilusorio rebrote neo conservador en América Latina. Esa fuerte tensión social consecuente puede verse reflejada en las elecciones a realizarse en América Latina este 2018, año que puede constituirse en el punto de inflexión hacia la vuelta del progresismo en la región.

Paraguay, Colombia, México y Brasil tienen elecciones este año. Sin lugar a dudas, los resultados de las elecciones en México y Brasil son determinantes para la inflexión. A la fecha y de lejos, López Obrador es el favorito para México. En Brasil, si bien la situación del claro favorito Lula Da Silva es jurídicamente incierta, se puede estimar con solidez que el candidato del PT ganará las elecciones, en vista de que si Lula es inhabilitado por la administración de justicia de su país, es seguro que el candidato que tenga su aval llegará al triunfo.

En estos dos grandes estados latinoamericanos, el desprestigio de la derecha es tan grande que no han podido lograr candidaturas con alguna chance.

En Colombia la situación es aún bastante incierta, pero hay indicios de que la figura de Gustavo Petro, candidato progresista, puede lograr la victoria. En Argentina se observa un progresivo deterioro del gobierno de Macri lo que puede avizorar la vuelta de Cristina al gobierno.

Paraguay y su proceso

En Paraguay, a partir del año 2008 hay un inédito crecimiento de la conciencia popular con la experiencia del gobierno de Fernando Lugo, gobierno que fuera abruptamente truncado por un grotesco golpe parlamentario en el 2012. Esa conciencia popular nueva proviene de los avances sociales logrados por el gobierno de Lugo que si bien no pudieron ser muy grandes dadas las tremendas dificultades en un parlamento adverso y los poderosos recursos de los poderes fácticos, hicieron sentir a la gran mayoría de la población que era posible una sociedad más equitativa. Idea novedosa porque esa posibilidad tuvo pocas o nulas posibilidades en un país sin tradición democrática a lo largo de su historia. En el 2010 se funda el Frente Guasu, articulación de organizaciones progresistas sin antecedentes históricos por las razones aludidas.

Es así que Fernando Lugo y el Frente Guasu se constituyen en un referente histórico que a pesar de las dificultades inherentes a la falta de condiciones para una articulación de organizaciones de izquierda, no solamente que se sostiene, sino que tiende a crecer sin pausas.

Amparados en un artículo de la Constitución Nacional que imposibilita la reelección en Paraguay, la reacción impidió sacar del camino a la única figura que podía disputar la presidencia a la derecha, Lugo . Y si bien es cierto que como salida táctica el Frente Guasu constituye alianza con un partido tradicional como el partido Liberal para disputar la presidencia, el rol de cambio en el Paraguay estará dado por la bancada en el Senado del Frente Guasu que de acuerdo a las encuestas, está llamada a ser la segunda fuerza política del país. Siendo así, pareciera que estamos asistiendo a un punto de inflexión histórico que haría que Paraguay desde el Frente Guasu, acompañe la reactivación progresista en la región.

Perspectivas

Para los apurados puristas que no conciben el cambio sino con los cambios radicales de un socialismo proclamado en el siglo XIX y que alcanzara su pico en la primera mitad del XX , debe quedar claro que los gobiernos progresistas de América Latina no van a socializar los medios de producción. Pero habrán de apuntar a una sociedad más equitativa, y sobre todo un proceso de desprendimiento de la hegemonía norteamericana que tanto daño ocasionó y sigue ocasionando a nuestros pueblos. Mas si bien es cierto que no habrá revolución socialista radical, lo que sí es importante, es que a la luz de la experiencia , en la vuelta , estos proyectos deberán saber que si no se le saca poder a los poderes fácticos y principalmente al oligopolio mediático, para en contrapartida, dar mayor poder al movimiento popular, los proyectos de cambio estarán siempre en la cuerda floja. Esperemos que las lecciones de la historia alumbren el nuevo camino hacia una América Latina autónoma e independiente.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.