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Los cuentos de Mercado

Fuentes: Tortilla con sal

Aparentemente falto de exposición mediática -el vehículo usado por ciertos intelectuales para hacerce valer en el duro mercado de las ideas- o tal vez agobiado por la falta de fuentes de inspiración, el escritor nicaragüense (eso de nicaragüense, es cada vez más un decir) Sergio Ramírez Mercado aparece por estos días bostezando un incongruente análisis […]

Aparentemente falto de exposición mediática -el vehículo usado por ciertos intelectuales para hacerce valer en el duro mercado de las ideas- o tal vez agobiado por la falta de fuentes de inspiración, el escritor nicaragüense (eso de nicaragüense, es cada vez más un decir) Sergio Ramírez Mercado aparece por estos días bostezando un incongruente análisis sobre el presidente Daniel Ortega Saavedra.

En su crónica «Cuentos de camino», Ramírez brinda al lector algunas dudosas primicias: la primera es la de que existe una cadena árabe llamada Al Jazeera.

Que Al Jazeera desde los tiempos de la invasión a Irak haya causado dolores de cabeza a los estrategas de la propaganda del Pentágono y de Tel Aviv al transmitir información desde el terreno sobre las atrocidades cometidas por Occidente en el Oriente Próximo es un dato que, milagrosamente, no había llegado hasta la encumbrada torre de marfil habitada por tan selecto novelista. Mucho menos, agregamos, el que Al Jazeera forme parte del paquete de canales habituales de muchos proveedores de televisión por cable en todo el mundo excepto, probablemente, en los Estados Unidos.

Un detalle a favor del escritor Mercado es el de que parece no ver demasiada televisión. Bueno para su salud. Porque la programación de Al Jazeera se puede ver incluso en Nicaragua.

Con su aparentemente escaso bagaje de cultura televisiva, Mercado nos ilumina sobre un supuestamente oscuro entrevistador de nombre David Frost, que hace muchas décadas saltó a la celebridad a raíz de una entrevista en la que puso contra la pared al alcoholista presidente Richard Nixon en tiempos del Watergate.

En la narrativa del novelista Mercado, Frost habría pasado décadas de confinamiento en algún rincón del olvido mediático para luego despertar de nuevo a la fama gracias al último folletón de Hollywood sobre el infame presidente. Nada más falso, ya que durante muchos, muchos años, Frost ha conducido uno de los programas de entrevistas más populares de la televisión inglesa en el canal de la BBC de Londres, en el que semana a semana ha hablado con políticos y celebridades de fama mundial.

Una tercera – esta sí – novedad que aporta el escritor Mercado sobre el mundo de la televisión, es la existencia de un canal de cable ruso vinculado al insondable y calculador (el infaltable cliché usado contra todo político del otro lado de la «cortina de hierro») Vladimir Putin.

Es un canal excelente. Por ejemplo, la semana pasada mostró un documental muy interesante sobre los objetores de conciencia en el ejército estadounidense – algo tal vez no del todo aceptable al gusto del escritor Mercado, que hace apenas unos años defendía a capa y espada como un derecho del pueblo venezolano las telenovelas producidas como artículos de charcutería barata y el resto de programas de televisión basura que canales como el golpista venezolano Radio Caracas Televisión acostumbran transmitir.

Y una cuarta – esta no – novedad anunciada por Mercado, son las entrevistas que el presidente de Nicaragua ha concedido a esos medios: la de Al Jazeera/David Frost a comienzos de 2009 y la de la televisión rusa (RT, se llama) el 23 de agosto de este año, hace ya cuatro meses.

Por cierto, la entrevista en el canal RT, a cargo de la periodista Elena Rostova, forma parte de un programa semanal en el que yo he visto ser entrevistados a los presidentes Hugo Chávez, Evo Morales, Fernando Lugo y Leonel Fernández, al presidente de la Asamblea Nacional de Cuba Ricardo Alarcón, al embajador de Costa Rica ante la Federación Rusa Manuel Antonio Barrantes y a otros políticos latinoamericanos, así como a varios intelectuales de este continente, entre ellos varios escritores. De toda esa lista, Ramírez escoge a un agente de la tenebrosa KGB. Claro, como buen escritor, tenía que irle dando clima a la historia.

En cuanto a Ortega, a Mercado se le olvidó, además, otra entrevista de una hora de duración que el presidente de Nicaragua concedió este año para una serie del canal TeleSUR sobre varios mandatarios de América Latina, entre ellos el colobiano Álvaro Uribe Vélez (Típico de un malinche, eso de olvidarse de lo producido en casa).

Semejante acumulación de inexactitudes, en apenas dos párrafos, sería tomada en el caso de un periodista como una grave falta de profesionalismo. Por suerte, el género del escritor Mercado es la ficción, lo que parece exonerarlo de cualquier responsabilidad.

No en vano hace unos años declaró en una entrevista que su oficio consistía en escribir mentiras creíbles con las que engañar al lector, en este caso, usando el conocido eje propagandístico de «sandinistas, peleles de Moscú», favorito de aquel viejo «demócrata» nicaragüense de la Cuesta del Plomo, de los BECATS y de La 21, hace ya tres décadas derrocado por una insurrección popular un 19 de julio de 1979 y gloriosamente defenstrado por una bazooka guerrillera en el Paraguay.

Lo que sigue en el texto de Mercado es una continuación de los Cables de Trivelli -por si alguien se preguntaba por aquello de los «cuentos de camino» del título de la nota.

Nicaragua es «esclava de Moscú» al reconocer como naciones independientes a Osetia del Sur y Abjasia, según Mercado «territorios separados de Georgia por la fuerza militar de Rusia». Que Nicaragua fuese una de las pocas naciones del mundo verdaderamente libres de tomar semejante decisión (buena o mala, eso es lo de menos) es algo que a Mercado no le interesa reconocer. En todo caso, el escritor acepta como un hecho del universo la existencia de ese protectorado bushista de Georgia, dirigido por el mafioso e incapaz pelele Mijeil Saakashvili, heredero de una «revolución de las rosas» orquestada desde Washington.

Entonces, ¿Nicaragua actúa como pelele de Moscú al suspender relaciones con Israel a causa del criminal ataque sionista a la Flotilla de la Libertad este año? ¿Actúa como pelele de Moscú al tener relaciones diplomáticas con Taiwán y al mismo tiempo desarrollar los vínculos económicos con Beijing? ¿Actúa como pelele al reasumir su papel de liderazgo en el seno del Movimiento No Alineado? ¿Actúa como un pelele al promover conferencias internacionales contra el racismo que provocan la ira de Tel Aviv, de los embajadores de la Unión Europea y de los Estados Unidos?

Como buen malinche, el escritor Mercado sólo puede ver a su país como pelele: Como pelele de Chávez, como pelele de Ahmadinejad, como pelele de Putin, ¡Hasta pelele de Washington, el FMI y el Banco Mundial! Vaya, cuantos patrones para un mismo pelele.

En todo caso, si de fidelidad pelelística hablásemos, el gran pelele se llamaría Sergio Ramírez Mercado, pelele del Grupo PRISA de España, dada la consistencia con la que repite sus ejes de propaganda.

Del eje «pelele de Moscú», el pelele de PRISA pasa entonces al siguiente eje propagandístico: «Ortega aliado de los yanquis». No, estimado lector o lectora. No se trata de un problema de su receptor, de sus espejuelos o de su carcúmen: El señor Mercado lo o la está manipulando.

Unos párrafos más arriba, Ortega era pelele del peor enemigo de la Civilización Occidental (Putin), y como por arte de magia, Mercado ahora lo convierte en el más abyecto reptil del imperio. Milagros de la literatura (o, en realidad, de la propaganda).

En la entrevista con la periodista rusa, el presidente Ortega dice que «si (los Estados Unidos) tuvieran las condiciones en Nicaragua para un golpe, ya lo hubieran intentado, pero no las tienen, porque no cuentan con un ejército, con una policía, no tienen ningún instrumento militar para provocar un golpe, si no, ya lo hubiesen hecho, de eso estoy seguro».

Esto, dice Mercado, es «extraño» ya que la experiencia «de los años recientes» demuestra que la Casa Blanca ha perdido todo interés en Nicaragua. Pudiera parecer que Mercado de WikiLeaks sólo leyese las versiones editadas por los periodistas del Grupo PRISA.

Porque si hubiese leído los cables en su versión original, hubiera advertido que el ex embajador Paul Trivelli profesaba – y aún profesa – un odio visceral hacia el sandinismo, un odio que el actual embajador Robert Callahan sólo disimula con un transparente barniz de buena educación, pero nada más, tal y como se desprende, no sólo de los cuestionados cables del grupo, sino también por innumerables declaraciones publicadas por La Prensa y El Nuevo Diario, medios que el propio Mercado devora día a día.

Si los Estados Unidos hubiesen cambiado de actitud hacia Nicaragua «en los años recientes», como escribe Mercado, entonces hubiesen jubilado al señor Trivelli al finalizar su servicio en Managua.

Sin embargo, por una rareza del destino, al cavernario ex embajador lo ascendieron nombrándolo Adjunto Civil y Asesor en Política Exterior, nada más ni nada menos que del Comando Sur de los Estados Unidos (USSOUTHCOM), una humilde organización encargada de todas las actividades militares de los Estados Unidos para Centro y Sudamérica dividido en 4 fuerzas principales: Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Marines.

Por ejemplo, en «Quarry Heights», Panamá, el Comando Sur, tiene una base, donde cada fuerza de las antes mencionadas posee una «pequeña» guarnición de hombres y aparatos, para desplazarse por la región. El número de personal militar en la base de Panamá es de 10.000 hombres y de 7.500 civiles, tres cuartos de ellos panameños; eso sin mencionar, claro está, tantas otras bases militares como la de Palmerola en Honduras, la de Guantánamo en Cuba, etcétera.

Pero, además de olvidar que su propio país ha sido invadido por los Estdos Unidos en incontables ocasiones, que tiene un principio de política exterior que se llama «Destino Manifiesto» y otro que se llama «Doctrina Monroe», y que aún con Obama en la Sala Oval sigue batiendo récords de presupuestos militares con cada año que pasa, parece que Mercado también «olvida» las cosas que la propia Secretaria de Estado Hillary Clinton ha dicho sobre el gobierno sandinista en «los años recientes»:

Por ejemplo, en una reunión informativa a inicios de diciembre de 2009 del Departamento de Estado, la señora Clinton advertía a los gobiernos de América Latina sobre las graves consecuencias que podrían esperar en caso de vincularse con el temible Irán.

«Estamos muy conscientes de la intención de Irán de promover sus vínculos con algunos países como Venezuela o Bolivia, y sólo podemos decir que es una mala idea para los países involucrados. Éste es el mayor partidario, promotor y exportador del terrorismo en el mundo», dijo Clinton en esa ocasión.

«Creo que si quieren coquetear con Irán, debería ver las consecuencias que podrían tener por ello», agregó como para no dejar alguna duda. Y no es precisamente que Doña Hillary ese día se hubiese levantado con el pié equivocado, porque ese es su discurso habitual. Sin ir más lejos, uno de los mandatarios de esa lista de amigos de Teherán, el presidente de Ecuador Rafael Correa, tuvo que desbaratar una intentona golpista a riesgo de su propia vida no hace muchas semanas.

Apenas unos meses antes de esa advertencia, en mayo de ese mismo año, Clinton expresaba públicamente su inquietud por la supuesta construcción de una megaembajada iraní en Nicaragua que, aseguró, sería «la más grande del país», (como si la embajada más grande de Managua no fuese la de la propia señora Clinton).

Veamos otra anécdota de tiempos recientes:

Una nota de la embajada estadounidense en Holanda del 28 de agosto de 2010, informa de la visita del embajador Fay Hartog Levin junto con Henk Jan Ormel, miembro del Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento de Holanda y del europarlamentario, también holandés, Hans van Baalen a la fragata USS Taylor (FFG 50) in Rotterdam.

En la visita, el embajador dijo: «Holanda y los Estados Unidos recientemente celebramos 400 años de relaciones ininterrumpidas (…) A lo largo de los años, hemos fortalecido esta relación con una fuerte cooperación militar, así como con lazos económicos y militares».

La fregata USS Taylor (FFG 50), aunque con varias décadas de uso, tiene un valor histórico obvio desde el punto de vista militar: Participó en la operación Earnest Will en el Golfo Pérsico en 1988, el mayor convoy naval desde los días de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la nave ha sido modernizada y adaptada a los requerimientos del combate moderno.

Desde 2005, Taylor tiene como puerto base el NS Mayport en la Florida, siendo parte del Escudrón 24 de Destructores de la Marina Estadounidense. En agosto de 2008, Taylor entró al Mar Negro en una visita de rutina para interactuar con naves de la OTAN de Rumania, Bulgaria, Polonia, Alemania y España. Luego de la visita de los parlamentarios holandeses, en septiembre de este año, el Taylor fue objeto de sobrevuelos a baja altura por un bombardero ruso Tu-95.

La anécdota que relaciona la visita holandesa a la nave de guerra estadounidense y Nicaragua, es el conocido incidente de fines del año pasado, cuando el señor Hans van Baalen, en su calidad de presidente de la Internacional Liberal hizo escala en Managua para «sondear» la disposición del alto mando militar de Nicaragua a dar un golpe de estado contra el gobierno sandinista – un hecho que el mismo van Baalen admitió y que le valió una invitación del gobierno de Nicaragua a dejar inmediatamente el país.

El viaje de van Baalen, en realidad tuvo como meta la de visitar Tegucigalpa, donde ungió al dictador Roberto Micheletti vice presidente de la Internacional Liberal.

O sea que un fascista declarado, admirador del golpe hondureño, y además, ex miembro del partido neonazi Nederlandse Volks Unie (NVU), viene a Nicaragua a provocar ambientes golpistas y 8 meses más tarde es recibido con todos los honores a bordo de un buque de guerra de los Estados Unidos. ¿Son esos signos de cambio por parte de los Estados Unidos?

¿Cómo hablar seriamente de cambio de actitud de Washington con respecto a Nicaragua cuando, a la par de los signos positivos que el señor Mercado aumenta y exagera (la visita de la Secretaria del Trabajo Hilda Solís, las excelentes relaciones comerciales y el ofrecimiento, volátil como el éter, de volver a calificar para la Cuenta del Reto del Milenio) vemos otros signos, como el de promover a asesores del Comando Sur a cavernícolas como Paul Trivelli, recibir en buques de guerra a nazis como van Baalen, dejar que Hillary Clinton diga barbaridades sobre embajadas iraníes en Managua o el que una antisandinista rabiosa como Ileana Ros-Lehtinen, pase a presidir el Subcomité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes para América Latina a raíz de los avances republicanos en las últimas elecciones en Estados Unidos?

¿Son esos hechos pruebas de que Washington (no hablemos de Obama, porque nadie sabe realmente si su palabra tiene ya algún peso allí), de que el Pentágono, de que los grandes grupos de poder estadounidenses, «se mueven entre el letargo y el olvido» con respecto a Nicaragua y a Centroamérica?

Sergio Ramírez conoce de sobra esos hechos, por eso su confianza en la falta de interés del imperio por Nicaragua, más que a ingenuidad o confusiones de análisis revela la mala fe típica del malinchismo militante que representa.

Cuando las encuestas de opinión demuestran que ya nadie cree en la letanía del fraude de las elecciones municipales de 2008, Mercado sigue mercadeando el mismo gastado cuento para la exportación, y quejándose además de que Obama parece no querer hacer nada al respecto.

Unos días más tarde de aparecida la nota de Mercado, The New York Times publica un artículo diciendo que Obama es «blando» con Nicaragua que «invade» a Costa Rica y sigue como candidata a los fondos de la Cuenta del Reto del Milenio. Cualquier similitud entre los argumentos del del señor Mercado y los del New York Times no son mera coincidencia -de eso vive el triste Mercado.

Fuente: http://tortillaconsal.com/tortilla/node/7535