La Casa Blanca teme con seriedad que la VII Cumbre de las Américas termine como la de Mar del Plata, o la de Trinidad. En 24 años desde que se inventó este mecanismo de control hemisférico, Estados Unidos no ha logrado disciplinar a todos sus vecinos, como lo hizo con el TIAR y la OEA […]
La Casa Blanca teme con seriedad que la VII Cumbre de las Américas termine como la de Mar del Plata, o la de Trinidad. En 24 años desde que se inventó este mecanismo de control hemisférico, Estados Unidos no ha logrado disciplinar a todos sus vecinos, como lo hizo con el TIAR y la OEA en 1948. La balanza hemisférica sigue sin moverse a su favor desde que el chavismo llegó al gobierno y surgieron los nuevos gobiernos progresistas.
Existe un solo parangón posible con esta VII Cumbre de las Américas en Panamá: la reunión de Mar del Plata en 2005, cuando las relaciones hemisféricas fueron tensadas al máximo y la opinión pública continental quedó dividida entre los que estaban a favor y los que estaban en contra de Bush y la neoliberal Alianza de Libre Comercio de las Américas.
Esta vez, las señales anuncian otra batalla de proporciones, por lo menos en términos de discursos, declaraciones, diplomacia y calle, entre el gobierno de los Estados Unidos y el grupo de Estados latinoamericanos que pujan por otro modo de relacionarse en esta geografía hemisférica.
El 5 de abril, el gobierno de Barak Obama avisó que concentrará en Panamá unos 1.000 funcionarios diplomáticos, comerciales, asesores gubernamentales y de seguridad, secundados por, o para secundar -da lo mismo- a las casi 30 ONG pro norteamericanas que cuestionan a Maduro por los derechos humanos y favorecen el Decreto Ejecutivo que convierte a Venezuela en una «amenaza» para EEUU.
En el mismo sentido, ya se pronunciaron contra el gobierno bolivariano mediante un comunicado internacional, 15 ex presidentes latinoamericanos, con Uribe y Piñera a la cabeza. Irán a la Cumbre munidos de su ex representación y mucha prensa amiga, para darle relevancia pública a las rubicundas esposas del Alcalde golpista de Caracas, Antonio Ledezma y a Leopoldo López, el joven jefe neofascista que el 12 de febrero de 2014 organizó, junto a María Corina Machado y el propio Ledezma, una asonada violenta en Caracas y cuatro ciudades.
Desde la otra esquina de la Cumbre, Nicolás Maduro llegará con una nutrida delegación cargando al hombro las 11 millones de firmas recogidas en 14 países del continente desde el 15 de marzo de este año, en una campaña relámpago que terminará al comenzar la Cumbre de Panamá.
El eslogan de la campaña será similar al eje argumental del discurso de Maduro en la Cumbre y la propaganda de las organizaciones que lo acompañarán desde el exterior del hotel de convenciones: «Obama deroga el decreto ya».
La cancillería venezolana llevará a la ciudad de Panamá dos videos fundamentales. En ambos se muestra la vida cotidiana de los dos presos políticos más defendidos por la derecha continental, Leopoldo López y Antonio Ledezma. En nombre de sus «derechos humanos» supuestamente vulnerados por la «dictadura castro-chavista», las 30 ONG y los expresidentes, asistirán a Panamá para consolar a sus dos esposas, las mismas que visitaron el programa de Mirtha Legrand en Buenos Aires para decir que sus maridos son torturados.
Las imágenes, autorizadas por los dos conspiradores presos, los registra disfrutando de servicios personales y comodidades, que serían la envidia de cualquier recluso venezolano. En un video se ve a López ejerciendo sus habituales ejercicios deportivos en un gimnasio ataviado por la institución, mientras que en el otro video aparece Ledezma cómodamente rodeado de libros, diarios y documentos, leyendo plácidamente.
Aunque cerca del 85% de esas firmas fueron recogidas en Venezuela, 3 millones fueron enviadas desde Cuba, sirvieron para anudar en una sola acción regional a unos 110 movimientos sociales, sindicatos y organizaciones políticas, que permitió develar el peligro de la amenaza norteamericana y sus graves efectos sobre la estabilidad del continente.
Esta montaña de firmas tuvo como caballería de avanzada simbólica los dos millones y medio de tuits enviados desde Venezuela a la cuenta personal de twiter de Barak Omaba, con sede en la terminal de la Casa Blanca.
Dentro del territorio venezolano la acción fue complementa con las «Prácticas militares» realizadas entre las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, las Milicias Bolivarianas, las Guardias Rurales, las Reservas Populares y los movimientos sociales bolivarianos organizados en Consejos, sindicatos y Comunas.
A la montaña de firmas y la movilización militar en Venezuela, se sumaron las declaraciones simultáneas de los principales organismos regionales de aproximación comercial, económica, energética y diplomática del continente.
En un lapso menor a 20 días, se pronunciaron contra el Decreto Ejecutivo de Obama, la UNASUR, el ALBA, PetroCaribe, la CELAC, el G-77+China, compuesto por 130 países. Hasta un amigo convicto y confeso de Washington como Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, decidió sumar su voz al coro internacional que rechazó las amenazas del gobierno de Estados Unidos.
El gobierno de Obama decidió retroceder un paso. Además de moderar sus declaraciones oficiales, envió a Caracas el martes de esta semana, al Consejero del Departamento de Estado de EEUU, Thomas Shannon, para procurar algún tipo de acuerdo previo a la Cumbre que aligere la tensión bilateral.
Esta Cumbre estará cruzada por líneas tensionales de pronóstico reservado. Venezuela, Cuba, el diferendo boliviano chileno por el río Siloli, los fondos buitres y Malvinas, entre otros. Como la de Mar del Plata, solo se puede saber su comienzo, no su final. No hay duda que será una pulseada hemisférica entre dos concepciones de geopolítica hemisférica.
Al revés de la relación con Venezuela, con Cuba predomina la distensión, animada por las dos mesas de conversación realizadas entre La Habana y Washington. Pero sólo una ingenuidad histórica recomendaría suponer que será un arreglo fácil, armónico, sin complejas contradicciones.
Una pequeña muestra del escabroso camino por recorrer es que luego de cuatro años de acercamientos secretos y públicos, el Departamento de Estado no ha retirado aún a la República de Cuba de su lista negra de «Estados terroristas».
De todas maneras, todo el mundo sabe que las dos fotografías más deseadas por los reporteros y la opinión pública internacional, serán las de Obama con Maduro y la otra con Raúl Castro, de la misma manera que en la isla de Trinidad, donde fue la V Cumbre en 2009, cazaron la imagen que retrató a Hugo Chávez entregándole un ejemplar de Las venas abiertas de América latina, de Eduardo Galeano, «para que aprenda a conocer nuestra realidad y respetarla», como le dijo entonces, en un castellano incomprensible para Obama, el ausente Comandante.
Si la Cumbre Mar del Plata trascendió por las imágenes de Hugo Chávez y Néstor Kirchner conspirando diplomáticamente contra G. W. Bush y el ex presidente mexicano Vicente Fox; la de mañana tendrá relevancia por lo que resulte a favor o en contra de Venezuela, Cuba y el Decreto Ejecutivo de Obama.
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