En el prefacio que escribiera Jean Paul Sartre para la obra Los condenados de la tierra de Franz Fanon, dice algo muy obvio pero quizás ignorado precisamente por lo obvio. Nos referimos a su aclaración de que lo verdaderamente escandaloso del libro de Fanon es que los interlocutores en este libro no son los colonos […]
En el prefacio que escribiera Jean Paul Sartre para la obra Los condenados de la tierra de Franz Fanon, dice algo muy obvio pero quizás ignorado precisamente por lo obvio. Nos referimos a su aclaración de que lo verdaderamente escandaloso del libro de Fanon es que los interlocutores en este libro no son los colonos imperialistas, ellos (y ellas) son quizás por primera vez, el objeto del razonamiento para descubrir sus estrategias de control y aportar a su desmantelamiento. Se habla sobre ellos (y ellas) pero no a ellos (y ellas). A quien se les habla es a los colonizados, a los oprimidos, a los condenados. Nuestros procesos mentales están tan intervenidos por la manipulación colonial que a veces lo que decimos, escribimos, e inclusive, gritamos como consignas, sigue siendo un reclamo dirigido precisamente a los colonos y sus alicates e ignoramos para todo fin práctico al propio pueblo. Hemos a veces llegado al colmo de piquetear frente a edificios sin gente…
Veamos lo que sucede en la última embestida que sufre el español en nuestro país. A los anexionistas que el pueblo llevó con sus votos al limitado poder colonial (limitado para resolver problemas, no para crearlos o para enriquecerse a costa del pueblo), se les ha ocurrido sustituir el español por el inglés como vehículo de enseñanza en casi todas las materias excepto estudios sociales comenzando en algún grado temprano en escuela elemental. Los estudiantes hablarían en español solamente en esa clase y la clase de español. A los que objetan se les acusa de conspirar para que los pobres no aprendan inglés adjudicándoles diversas motivaciones, todas malévolas. Bueno, si de teorías de conspiración se trata pues se podría sospechar que el gobierno de USA se dio cuenta hace tiempo que la mayoría de los independentistas sabemos inglés y que la mayoría de los anexionistas no saben o saben muy poco. Con el fin de hacer el inglés lo más odioso posible se le ocurrió esta estrategia, fraguada con sus alicates anexionistas, para asegurar que no se aprenda inglés. El gobierno de USA podría haber concluido que en Puerto Rico, mientras menos inglés sabe la gente más anexionistas resultan. ¿Qué les parece?
Para empezar, debemos establecer un diálogo con los estudiantes de escuela superior y con los padres de los estudiantes de todos los grados sobre el propósito de esta medida y sus resultados probables a la luz del devenir histórico de más de un siglo bajo el dominio de Estados Unidos. Es de esperarse que el gobierno anexionista subestime al pueblo y esté tomando algunas opiniones de los padres de forma descontextualizada. Este diálogo debe establecerse tanto en foros de opinión de alcance masivo como por ejemplo en la radio y aunque de menor alcance, la internet, al igual que a través de contactos con organizaciones de padres, maestros y estudiantes, pero en última instancia hay que ir a pie a repartir boletines informativos, cuidadosamente pensados y redactados y armados con el poder revolucionario de la verdad. Contamos con documentos excelentes, entre otros, el Informe final sobre el idioma en Puerto Rico, del 9 de agosto del 2001, rendido por la Comisión de Educación, Ciencia y Cultura del Senado de Puerto Rico, presidida entonces por Margarita Ostolaza y el ensayo Puerto Rico: Bilingüismo y Lucha de Clases, análisis de la enseñanza del inglés en Puerto Rico 1899-1974 del historiador y ex maestro de inglés, Pedro Aponte Vázquez.
Lo primero es lo primero: la motivación. Nadie puede leer la mente de nadie así que los documentos escritos son la mejor fuente. En el ensayo de Pedro Aponte Vázquez se cita la carta que sobre el asunto del inglés enviara el presidente de USA, Franklin D. Roosevelt, al Dr. José M. Gallardo, entonces nuevo comisionado de Instrucci ó n, fechada el 8 de abril de 1937. En dicha carta Roosevelt acepta que casi nadie sabe hablar inglés en Puerto Rico y que los que han asistido a escuela p ú blica no lo dominan. Insiste en su misiva que ese es el lenguaje de su nación, que es lo que garantiza se aprenda los ideales de USA y que el inglés va a abrir oportunidades económicas a los puertorriqueños. Aponte hace un análisis muy agudo de la carta y es una de las secciones del ensayo más ilustrativas del problema. Aquí enfatizamos que debemos señalarle al pueblo que Roosevelt no menciona propósito pedagógico alguno, que no se pregunta c ó mo en unos años donde el sistema obligaba a que todas las asignaturas fueran en inglés los resultados fueran los que él mismo denuncia en la carta. De hecho el comisionado anterior (José Padín) acababa de ser botado de su puesto por haberse cuestionado precisamente eso. Para demostrarle al pueblo la ausencia total de sensibilidad de Roosevelt hacia los puertorriqueños, vamos a recordarle que escribió la carta apenas dos semanas después de la Masacre de Ponce. Vamos a recordarle al pueblo que los asesores mejor pagos de la legislatura no saben inglés y no lo necesitaron para asesorar a esos legisladores que junto al ejecutivo salen con esta payasada. Peor a ú n, tenemos entendido que una legisladora que sabe inglés y se crio en un hogar «bilingüe» no pudo completar un bachillerato. Así de descarnado es esto. Volveremos sobre esta carta.
Es difícil, sino imposible, refutar los argumentos que se esbozaron en el Informe final sobre el idioma que ya hemos citado, para recomendar que se trabajara en fortalecer el español en los primeros grados de escuela elemental antes de introducir el inglés como asignatura. Estos argumentos son de tipo pedagógico, psicológico y lingüista, todos fundamentados tanto en nuestra historia como en informes de investigaciones y opiniones de asesores de excelente trasfondo educativo. Fortalecer la lengua materna es fortalecer el pensamiento. Nosotros pagamos con nuestras contribuciones el trabajo de ese informe. No lo debemos echar al olvido por las barrabasadas de los legisladores anexionistas y del ejecutivo. Hay una forma de aprender inglés como hay una forma de fortalecer el español. A los estudiantes y sus padres eso les interesa. Si se siguen esas recomendaciones, la enseñanza del inglés probablemente variaría mucho (tanto el currículo como las estrategias) a lo que se utiliza hoy día y se acercaría a la metodología para aprender idiomas extranjeros. No hay que tener miedo a la verdad. El inglés no reúne los requisitos de una segunda lengua porque no tiene realidad en la conducta verbal cotidiana de la gran mayoría de la gente. No se habla. La mayoría de la gente lo habla solamente en la clase de inglés en la escuela, o sea, en una institución de enseñanza. Su realidad es la de una lengua extranjera.
En el trabajo del profesor y pedagogo de Camerún, país de Á frica Central, André-Marie Manga, Lengua Segunda (L2) Lengua Extrajera (LE): Factores e incidencias de Enseñanza-Aprendizaje, se cita el trabajo de Carmen Muñoz, Aprender idiomas, para enfatizar los aspectos de autoestima que se hacen realidad en la sala de clase y como estos se traducen en conductas especificas que facilitan o dificultan aprender una lengua nueva. ( www.um.es/…/estudios–10-
El trabajo del Senado de Puerto Rico también cit ó estudios que tienden a demostrar que los puertorriqueños que tienen algún dominio del inglés parecen poseerlo más en las destrezas receptivas (comprender y leer) que en las productivas (hablar y escribir). Añadimos que aspectos cognitivos, tales como memoria y discriminación auditivas, entre otros, unidos al grado de dominio de la lengua materna, son factores que deben evaluarse para determinar tanto el comienzo del estudiante en esa materia como la metodología a utilizarse. Se puede establecer un protocolo para evaluar todos los aspectos relevantes pero falta la voluntad. ¿Por qué? Respondemos a esta pregunta en inglés: Follow the money! Parece ser que si no hay un «tumbe» de dinero por algún lado las cosas no se hacen.
Regresemos a la carta de Roosevelt al Dr. Gallardo citada en el ensayo de Aponte. Hay otra gran omisión de Roosevelt. No dedica ni unas líneas a resumir los ideales y principios de la nación de USA que, según Roosevelt, deben aprenderse mejor por medio del inglés. ¿Cuáles son? Su énfasis en recomendar el inglés para obtener mejores condiciones económicas daría entender que eso es, en resumen, los ideales y principios aludidos en la carta. ¿Hay algún país en donde eso no sea una aspiración? Por otro lado, Aponte en el cuarto punto de su análisis de la carta, deja abierta la pregunta sobre la utilidad del inglés en lo concerniente a la mención de Roosevelt de que «otros países» podían ser el destino migratorio de los puertorriqueños. Misterioso… ¿ A cuales países históricamente acuden los boricuas en grandes números aparte de Estados Unidos? A países de escenarios de guerra, en los cuales saber inglés y a la vez no parecerse al estereotipo del blanco estadounidense puede ser una gran ventaja para muchas cosas, algunas bien horribles.
Cada cual sabe con lo que puede vivir en su conciencia. Se puede creer que los españoles cumplían una misión cristiana mientras exterminaban a nuestros indios o que Estados Unidos nos hizo un favor al invadirnos, bombardearnos, cambiarnos la moneda, arruinarnos y llevarnos a todas sus muchas guerras. A cambio tenemos mucho cemento, carros, carreteras y nos ahogan las deudas, la corrupción gubernamental, el crimen y los problemas de salud mental. Se puede creer que el proceso de colonización de Estados Unidos no tiene ni tuvo nada que ver con el curso que ha seguido nuestra sociedad y que Estados Unidos debía cumplir con nosotros la doctrina Monroe y «el destino manifiesto». Se puede creer todo eso y llamarse cristiano. Los que exterminaron a los indios también alegaron cuestiones de fe. A lo que no hay derecho es a decirle a nuestro pueblo que se atragante el inglés para su propio bien mientras se deval ú a el español y nos anulamos como pueblo. Nuestro bienestar no es la razón para eso, como tampoco lo fue para Roosevelt y tenemos los argumentos.
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