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Perú

¿Quién es Ollanta Humala?

Fuentes: Rebelión

La pregunta se hizo urgente al día siguiente de la primera vuelta electoral del año pasado. Para muchos, el panorama no podía ser más sombrío. Frente a la ultraliberal, populista y siniestra Keiko Fujimori, quien reivindicaba no solamente la política económica de su padre, sino también sus pasivos sociopolíticos (terrorismo de estado y corrupción, entre […]


La pregunta se hizo urgente al día siguiente de la primera vuelta electoral del año pasado. Para muchos, el panorama no podía ser más sombrío. Frente a la ultraliberal, populista y siniestra Keiko Fujimori, quien reivindicaba no solamente la política económica de su padre, sino también sus pasivos sociopolíticos (terrorismo de estado y corrupción, entre otros), nos quedaba a los peruanos como única posibilidad Ollanta Humala. El candidato que hasta ese momento tenía remotísimas posibilidades de pasar a segunda vuelta se convirtió, por culpa de las torpezas de los otros políticos (sobre todo del ex-presidente Alejandro Toledo), en aquel convocado para enfrentar a Keiko Fujimori. No, era sin embargo, un desconocido para la ciudadanía peruana. Era popular por dirigir un partido político autodenominado «nacionalista» y su cercanía ideológica y política con Fidel Castro y Hugo Chávez, por lo tanto, de enarbolar un discurso anti-imperialista. También por haberse levantado en armas contra el gobierno de Fujimori y se reconocido, por muchos, como el «Capitán Carlos» que durante la lucha armada contra el terrorismo habría asesinado con sangre fría a muchos civiles campesinos. De este modo, la segunda vuelta electoral peruana no podía enfrentar a dos individuos menos terribles y la ciudadanía lo percibía muy bien, con temor y angustia. Quien expresó del modo más preciso, pero al mismo tiempo menos feliz la disyuntiva democrática en la cual nos encontrábamos fue el escritor Mario Vargas Llosa cuando dijo que era «como escoger entre el cáncer y el sida».

¿Quién es Ollanta Humala?

Muchos nos hicimos esta pregunta por primera vez frente a un candidato que planteaba más dudas que entusiasmos. Fue en aquel momento que, mostrando claros reflejos y un certero olfato, cambió radicalmente su discurso electoral. En términos políticos se despojó de la intransigencia e intolerancia que lo estigmatizaron en anteriores contiendas electorales para adquirir un discurso más inclusivo y menos confrontacional. Un Humala «abrasilerado» fue la propuesta que nos dio, propuesta atractiva para quienes sabemos todo lo que hizo el ex-sindicalista en Brasil, en lugar de reivindicar su amistad con individuos como Hugo Chávez (el presidente venezolano no está bien visto en Perú). Esto no solamente dio confianza a una gran parte de la sociedad sino que convirtió en entusiastas suyos a quienes, por un rechazo político pero también moral, se negaban a rajatabla a darle la presidencia a quienes denominaban «la hija de un dictador», es decir Keiko Fujimori. Diversos grupos estudiantiles, colectivos de mujeres y sindicatos se alinearon con Humala. Más de cincuenta escritores peruanos, bajo la iniciativa del joven novelista Diego Trelles Paz y encabezados por Alfredo Bryce Echenique y el mismísimo Mario Vargas Llosa firmaron una carta pública en la cual le entregaban su confianza vigilante. El 5 de junio del 2011, por escaso margen, el Perú decidía darle el cargo de presidente a Ollanta Humala.

¿Quién es Ollanta Humala?

Si la campaña de Ollanta Humala se hizo bajo el eslogan del «gran cambio» para un país que había conocido una evolución económica pero que debía enfrentar urgentemente una política de inclusión social, así como una mejor distribución de la riqueza, las primeras medidas que tomó el nuevo presidente sorprendieron a muchos. Su primer gabinete ministerial, en lugar de dejar bien marcada la diferencia con respecto del anterior gobierno, sorprendió por su ambigüedad y continuismo. Si bien contaba con gente valiosa como Rafael Roncagliolo, también tenía a individuos menos esperanzadores. Así, en economía nombró a Luis Miguel Castillo Rubio quien hasta ese entonces, es decir durante el gobierno de Alan García, conocido por su economía neo-liberal, se había desempeñado como viceministro de hacienda. Aunque sorpresivo, se trataba de un evidente gesto no tanto por reforzar «el gran cambio» tan cacareado sino por continuar la misma política económica que enriqueció a un puñado y que empobreció a la mayoría. La derecha peruana (que es lo mismo que decir los conservadores limeños), no se satisfizo con estos gestos sino que atacó todavía más al recién electo presidente, buscando de esa manera desestabilizarlo. Se dijo que su hermano había traficado influencias con los rusos, que su primer vicepresidente había hecho lo mismo. Se recordó los despropósitos trasnochados de su hermano encarcelado. Incluso se llegó a decir que el colectivo Anonymous le habría declarado la guerra no recuerdo a cuento de qué. La popularidad del presidente bajó algunos puntos por culpa del cargamontón mediático. Mientras tanto, él hacía lo posible por dar una imagen todavía más conciliadora y posaba estratégicamente con Barack Obama y empresarios americanos. Por su lado, la primera dama, Nadine Heredia, posaba coquetamente para la revista Cosas (especie de Hola o Paris-Match tercermundista). Hubo quien no dejó de advertir en este detalle una curiosa e inopinada asociación con los grupos de poder detrás de esa publicación para familias de clase alta. Sin embargo, nadie dijo nada todavía no había llegado el momento de enfrentarse drásticamente con los cambios que, imperceptibles e inexorables, se habían operado en el otrora rebelde Ollanta Humala.

¿Quién es Ollanta Humala?

Fue en ese momento que estalló Conga. La empresa Newmont que explota, en la sierra norte peruana, uno de los yacimientos auríferos más importantes en el mundo había descubierto otro gran yacimiento en Cajamarca (la región donde opera). El problema estaba en que para explotarlo era necesario secar una laguna, reserva natural y núcleo del ecosistema de la zona, razón por la cual las comunidades campesinas, grupos de ecologistas y la sociedad civil de Cajamarca se declararon en huelga. De nada sirvió que Newmont enarbolara pruebas técnicas o prometiera que construiría una laguna artificial: la gente estaba harta de sus promesas falsas y de sus negligencias (como derrames de mercurio y una pésima gestión del agua, así como una política ecológica que dejaba mucho que desear). Primero el gobierno inició las «conversaciones»: coloc comillas porque lo que siempre buscó fue imponer su punto de vista favorable a Newmont. Luego, frente al fracaso de éstas, declaró el estado de emergencia, por lo tanto la posibilidad de intervenir militarmente la ciudad de Cajamarca y poder reprimir y encarcelar sin razones a los dirigentes de la huelga y el movimiento. Finalmente, el presidente Humala declaró ambiguamente que «es importante defender los recursos de las comunidades pero también las actividades productivas». Ya no quedaban dudas para nadie, Ollanta Humala estaba más cerca del gran capital post-colonial que del agricultor, la comunidad y el medio ambiente. De aquel individuo que durante su campaña presidencial había abiertamente criticado a Newmont parecía ya no quedar nada. Ahora se espera el informe que empresas extranjeras realizan para medir el «impacto ecológico» (dicho informe debe ser subvencionado por Newmont razón por la cual conocemos de antemano el resultado).

¿Quién es Ollanta Humala?

Un presidente que utiliza las redes sociales como Tweeter y Facebook para interactuar con la ciudadanía en lugar de dirigirse directamente a ella como lo hizo cuando fue candidato. Un militar golpista de discurso nacionalista que se convierte en un firme defensor del capital extranjero en su peor expresión, es decir, expoliador, clientelista y cínico. Un presidente que reivindica el camino de Lula da Silva y se alinea con los políticos de la izquierda latinoamericana (recordemos su gira a Venezuela y Cuba) pero que cena con los reyes de España y un recién electo Mariano Rajoy. Un presidente que no duda en alabar la democracia pero que se rodea cada vez más de militares (su segundo primer ministro es un ex-militar de conocida obediencia a sus superiores e ideas obtusas y tajantes). Mientras tanto diarios como «Perú21» y «El Comercio» y canales de televisión como «América» y «Canal N», todos propiedad de la patricia familia Miró-Quesada, han dejado de atacarlo para señalara que los inversionistas extranjeros «recuperan» la confianza en la economía peruana (como si eso bastara para que como por ensalmo todos nuestros problemas y conflictos desaparecieran). Hay quienes consideran que Ollanta Humala renunció a sus principios, los mismos principios que hicieron verlo como un político histórico por ser el primer político de izquierda en ser elegido, en un conservador Perú, democráticamente como presidente. Hay quienes consideran, por el contrario, que Ollanta Humala no tiene más bandera política o ideológica que la del oportunismo, un oportunismo que en ocasiones se puede vestir de pragmatismo. Entre el oportunismo y el pragmatismo le tocará resolverse algún día y, por lo tanto, darle respuesta a la pregunta que intriga y preocupa a muchos peruanos. ¿Quién es Ollanta Humala?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.