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Entrevista a Francisco Delgado, Coordinador del área Sudamérica en el Departamento Internacional del Comité Central del Partido Comunista de Cuba

«Unidad, programa político común e integración, claves de nuestro triunfo y de nuestro futuro»

Fuentes: Rebelión

¿Cómo ves la situación política del continente tras las derrotas electorales de la izquierda en Argentina, Venezuela y Bolivia (de distintos tonos y matices, pero derrotas, al fin y al cabo), y el golpe en Brasil? Empezaría por decir que es necesario elevar la moral de la gente, de la izquierda en general, que, en […]


¿Cómo ves la situación política del continente tras las derrotas electorales de la izquierda en Argentina, Venezuela y Bolivia (de distintos tonos y matices, pero derrotas, al fin y al cabo), y el golpe en Brasil?

Empezaría por decir que es necesario elevar la moral de la gente, de la izquierda en general, que, en esta lucha, inevitablemente de largo plazo, a veces se sufren derrotas, pero nuestro horizonte es de una región, a la que Martí llamó Nuestra América, donde finalmente triunfará la justicia social, la igualdad de oportunidades y la solidaridad entre los seres humanos, por solo citar algunos de los más nobles valores compartidos por todos.

Sobre tu pregunta concreta, debemos admitir que atravesamos por una situación pienso yo que coyuntural, de avance de las derechas locales. Sin embargo, esta viene a decirnos que gobernará mejor y con más ética, cuando cualquiera medianamente informado sabe que son un remedo de aquel neoliberalismo de los años 70 al 90 del siglo pasado; fíjate que algunas de las condiciones que en aquel período les permitió vendernos la idea de que serían exitosos, sencillamente hoy no existen. Como no soy economista solo te mencionó dos de ellas bastante obvias: el mundo no está para asimilar un aumento de nuestras exportaciones, de lo que da fe la conocida caída de los precios de las commodities, Y tampoco abundan los capitales ansiosos de invertir en estas tierras. ¿De dónde sacaran las divisas abundantes prometidas?, ¿de más endeudamiento?

¿Qué más ética nos prometen? basta repetir lo que con toda lógica decía el otro día un líder social brasileño, refiriéndose al gobierno provisional en su país, cuando calificaba a las nuevas autoridades de ser un grupo de malhechores que usurparon el gobierno, sin límites morales y con muy bajos estándares de instrucción o preparación. Francamente es un desastre de corto plazo lo que les espera.

Yo agregaría que no es lo mismo ser pobre que empobrecerse, recordando la máxima de la política. Hay que preguntarse cómo lidiarán con millones de personas que regresarán a la pobreza a partir del colosal y atropellado proceso de redistribución de la riqueza, en una nueva vuelta de descarada concentración de está a favor de las grandes trasnacionales. Quizás crean en la viabilidad a estas alturas del siglo XXI de una suerte de neo fascismo altamente represivo, ¿A dónde irá a parar todo esto?

¿Tenían razón los agoreros del fin del ciclo progresista?

Lo primero que debe decirse para ajustarnos al término de ciclo, es que no se puede decretar el fin de este si no existe una alternativa que le sustituya; es lógica elemental. Por otro lado, quienes defienden esta tesis, vaya Ud. a saber conque fines, parecen obviar la dialéctica de la política y de la sociedad, es como si vieran la realidad como una fotografía sin entender que se trata de una película en constante y dinámico movimiento. Yo tengo confianza y mucha esperanza en la insurgencia de los pueblos latinoamericanos que más allá de errores, limitaciones o avances para algunos insuficientes, han conocido por primera vez, como es el caso de Bolivia, lo que es emanciparse por sus propios esfuerzos, que adquirieron niveles inéditos de dignidad y creen en la necesidad de defender la soberanía y el proceso de genuina integración nuestro americano.

¿Cuál es la situación de Brasil, qué acontecimientos podemos esperar en los próximos meses, y como va a afectar esto a la coyuntura política continental?

El proceso de destitución de la presidenta Dilma, ni siquiera ajustado formalmente a las leyes de su país, ha provocado un clima de creciente ingobernabilidad que no permite avizorar ningún final positivo para su pueblo.

Para procesar a la presidenta, víctima de un golpe legislativo, tuvieron que organizar una «cuadrilla», término del código penal brasileño que alude a delincuentes, en este caso sin moral ni escrúpulos, totalmente subordinados a los dictados de Washington. El proceso en sí mismo está lleno de arbitrariedades, basado en supuestas ilegalidades imposibles de demostrar, que develan una trama donde predomina la mentira y espurios propósitos políticos.

Súmese a lo anterior el desenfreno de las políticas que el interino Temer anunció, por ejemplo, la entrega a las grandes corporaciones extranjeras de las abundantes reservas petrolíferas de la zona atlántica conocida como presal, o la enajenación a favor de manos foráneas de miles de hectáreas de tierra, todo lo cual provoca un coctel realmente explosivo en lo social de difícil pronóstico.

Más importante aún es la capacidad organizativa de los combativos movimientos sociales brasileños, de la propia izquierda política con una gran tradición de lucha, que si logran articularse y unirse tiene inmensas posibilidades de capitalizar el descontento y el rechazo a los golpistas.

El abanico de posibilidades para salir de este atentado a la democracia brasileña resulta variado, sin excluir desde luego el regreso de Dilma, ante las dudas que han hecho público algunos de los senadores que antes habían habilitado el proceso. Seremos testigos en las próximas semanas de una guerra de nervios, de presiones de todo tipo contra los senadores dubitativos, de elevada incertidumbre y muy probablemente del ocaso político de un partido como el PMBD, cuyo rol se limita al parecer al de instrumento para el golpe, dado que las informaciones disponibles apuntan a que toda esta jugada está concebida para que el PSDB entre a Planalto a pesar de haber perdido las elecciones en el 2014.

¿Qué enseñanzas podemos extraer de la victoria de Macri en Argentina? Esta victoria es, al fin y al cabo, la única derrota de un gobierno progresista en las urnas en 15 años.

Más allá de errores cometidos por estos compañeros, que creo les toca a ellos dilucidar, lo cierto es que estas elecciones fueron una gran estafa, un gran fraude contra la voluntad soberana y la capacidad de discernimiento de al menos la mitad de los electores de este hermano país. Alguien calificó a estas elecciones como la «no campaña electoral» de la derecha vernácula, bajo el slogan de la «revolución de la alegría»; poco faltó que Macri prometiera un decreto de «necesidad y urgencia» (así se denomina allí) para que todos seamos felices sobre la faz de la tierra. No voy a hablar aquí del papel de los grandes medios, locales e internacionales, es asunto bastante conocido y en todo caso hicieron su trabajo al servicio de los intereses apátridas y entreguistas.

Hay un trabajo muy interesante de Atilio Borón donde apunta que su país se encamina rápidamente a convertirse en una semi-colonia del Imperio, y yo agrego que objeto del desborde de las corporaciones del agro negocio y la energía, sin olvidar las reservas de agua potable y otras riquezas que Macri ha dispuesto para ser saqueadas lo antes posible.

Quiero en este punto añadir una observación que tiene que ver con los tiempos políticos. Al parecer estos sectores de «lumpenburguesía decadente» tienen la convicción de que una nueva fase de despojo tiene escasa o nula legitimidad, mucho menos posibilidades de éxito en el mediano plazo; de allí la forma «aluvional» en que aplican estas decisiones, como si creyeran que tal vez en menos de un año o dos su proyecto entrará en bancarrota y será debidamente barrido.

Aclaro el término de «lumpenburguesía decadente» para que se entienda mejor la calidad de nuestros adversarios. El concepto, como conoces, se ha utilizado en el pasado y viene muy bien al caso. La mayoría de los personajes que integran el gobierno federal deben sus riquezas a fuentes mal habidas, como el lavado de dinero, la evasión sistemática de impuestos y otras formas de delito financiero. La decadencia ética es total, por ejemplo, se sabe que Mauricio Macri tiene más de 200 causas judiciales abiertas, en espera de que pierda su actual inmunidad o que alguna vez se transforme la justicia de su país.

Por último, reitero el papel que las organizaciones populares argentinas pueden jugar. De todas las variantes de la política que el Imperio y las oligarquías locales han podido controlar, sólo esta se les escapa de las manos. Podrán corromper a algún líder sindical o social puntual, la USAID y otras agencias imperiales son muy activas en estos trajines, sin embargo, no pueden acallar el clamor reivindicativo y de resistencia de las bases organizadas, que están siendo arrastradas en muy poco tiempo a la pobreza, gracias a los «tarifazos» de los servicios vitales, la postración por estanflación a la que se encamina a tropel la economía argentina y las otras consecuencias de estas recetas neoliberales.

¿Cómo afecta la guerra económica y mediática contra Venezuela al ciclo progresista?

La guerra en sus diversas modalidades contra la Revolución bolivariana se recrudeció, sobre todo tras la desaparición física del Comandante Chávez. El imperio y sus secuaces locales asumieron que sin ese extraordinario liderazgo todo se vendría abajo en poco tiempo. Evidentemente subestimaron el arraigo del chavismo en las masas populares, es decir del desarrollo de una conciencia o identidad política constituida por ideas y sentimientos que perduran a pesar de las mayores adversidades, a pesar de los reveses o la hostilidad de sus enemigos. En la historia universal esto suele ser un poderoso obstáculo para los imperios.

El imperialismo parece prepararse para una intervención militar ante la incapacidad de implementar exitosamente sus planes de subversión para derrotar a la Revolución. Basta revisar los argumentos o proyecciones del llamado «Venezuela Freedom 2» documento elaborado por el Comando Sur de los Estados Unidos, o remitirnos al Decreto de Obama que declaró sorprendentemente que la patria de Bolívar era una amenaza extraordinaria a la seguridad de su país. Todavía hay mucha gente que no sale del asombro cuando se enteran de semejante despropósito, que tiene como uno de sus objetivos generar un clima de rechazo, desprestigio y aislamiento internacional de Venezuela.

Observando con detenimiento la ruta crítica en la que se despliegan estos planes, parece que estamos en una fase de agudización de la campaña mediática y de aislamiento político a nivel internacional. El episodio de la reunión de la OEA, donde se trató de condenar infructuosamente a Caracas, no es más que una parte de este perverso guión.

Todos debemos tener claro, sin un ápice de dudas, que la suerte de los revolucionarios venezolanos es la nuestra, lo digo en el más amplio sentido latinoamericano y caribeño. En ello incluyo no solo a los gobiernos progresistas, sino también a todos los pueblos de la región, que estoy seguro no toleraran en pleno siglo XXI una nueva derrota simbólica de Bolívar.

Aunque es conocido, siempre es oportuno reiterar la solidaridad de mi país para con Venezuela y con el gobierno del primer presidente obrero, Nicolás Maduro. Hemos apoyado y seguiremos apoyando los planes sociales que los bolivarianos impulsaron y que transformaron ese país; médicos, maestros, instructores de arte y constructores cubanos estuvieron y se mantendrán allí hasta que el pueblo y las legítimas autoridades venezolanas así lo dispongan.

Aclaro este extremo porque hay quien se confundió cuando creyó que al iniciarse el proceso de restablecimiento de relaciones de Cuba con los Estados Unidos abandonaríamos a nuestros hermanos venezolanos, que bien se ve que no nos conocen en lo absoluto, que los principios no se negocian y que el apego a ellos explica en buena medida la existencia misma de la Revolución cubana.

¿En qué medida la derrota en el referéndum del 21 de febrero en Bolivia nos cuestiona la importancia de los liderazgos en los procesos de izquierda y/o nacional-populares?

El tema de los liderazgos «fundacionales» es muy complejo. Parte de nuestras propias raíces hispanas, el famoso papel del individuo en la historia y sus condicionantes culturales y un largo etc. Por todo lo anterior no se puede tomar a la ligera el asunto, mucho menos dejarnos llevar por supuestas normas de conducta política universales que hablan de la alternancia, de no eternizar a una persona al frente de determinadas responsabilidades, como si esto fuera posible simplemente porque nadie es eterno.

Una solución de largo plazo de este asunto está estrechamente vinculada a la madurez alcanzada por los procesos políticos y quizás no tanto a la valía personal de los dirigentes, aunque lógicamente esto también influye y mucho. Observa como los cubanos ahora estamos estableciendo períodos delimitados para ocupar ciertos cargos, incluido la máxima autoridad del Estado.

No hay una respuesta única y debemos ser cuidadosos a la hora de juzgar o sugerir como deben actuar los revolucionarios; en todo caso en la práctica política, la historia y las necesidades coyunturales y de largo plazo de cada proceso están las respuestas a este asunto.

¿Qué papel juega el imperialismo en estas derrotas electorales?

No cabe la menor duda que todos estos planes desestabilizadores, guerras económicas o de cuarta generación, subversión o golpes blandos (esto último es un contra sentido) conforman una estrategia de recuperación de la hegemonía imperial cuestionada. Nosotros la denominamos como «contraofensiva del imperialismo y las oligarquías locales» que son utilizadas para reiniciar un nuevo período de saqueo de nuestras riquezas, dejándole las trasnacionales algunas migajas a cambio de sus favores apátridas. Emplean según el caso la denominada directiva TC 1801 del 2010, emitida por el Ministerio de Guerra Imperial (el Pentágono) donde describen un recetario de acciones de subversión, desgaste y posterior ocupación de un determinado país. La han utilizado en Europa, por ejemplo, Ucrania y más recientemente en Venezuela como ya te expliqué. Otro ejemplo es la extraordinaria coordinación de los grandes medios de comunicación al servicio del imperialismo, que elaboran un relato único presentado en tiempo real, en sus inicios modificando en parte los hechos narrados y luego de forma creciente simplemente mintiendo, como se dice, en esta suerte de guerra que nos han impuesto y como suele ocurrir, la primera víctima es la verdad.

En una mirada hacia adelante, ¿qué desafíos encuentran los gobiernos progresistas y las fuerzas de izquierda en esta nueva etapa en la que parece que entra la región?

Muchos de los problemas, yo diría que la mayoría de los retos que tenemos por delante, los que ya hemos avizorado y los que vendrán después, pueden enfrentarse únicamente con la mayor unidad posible de nuestras organizaciones, fuerzas y espacios de articulación política como el Foro de San Pablo, ejemplo para el resto del mundo. Así que esta debería ser la tarea central y permanente.

La unidad ciertamente depende de nuestra voluntad política, pero la existencia de un programa político en nuestras organizaciones se constituye en un excelente vehículo unitario. Ese programa político debe ser la síntesis de nuestros valores, que identifique meridianamente que realidad queremos transformar, que establezca cuales serán esos cambios y con qué instrumento político se impulsaran.

No debe confundirse el programa político con un proyecto electoral. Por definición el primero es de largo plazo, más estratégico en el sentido estricto del término; mediante este podemos convocar a la mayor cantidad de personas y evitar enfrentamientos intestinos por cargos efímeros, convirtiendo nuestra lucha en un esfuerzo realmente colectivo y duradero.

Reitero, no importan las tareas, ni las exigencias ni la agresividad de nuestros adversarios, la unidad y la integración nuestramericana contienen la clave de nuestro triunfo y de nuestro futuro como naciones soberanas e independientes. En este punto insistir que esa integración y que la consolidación de la CELAC en particular, son objetivos estratégicos para la izquierda.

Por último, una mirada a Cuba. ¿Qué balance haces del VII Congreso del PCC? ¿Cómo va a afrontar Cuba tanto la nueva etapa tanto de reformas económicas como de nueva fase de sus relaciones con EEUU?

Lo primero que hay que dejar sentado es que el VII Congreso del Partido ratificó la decisión de continuar construyendo el socialismo en Cuba.

Este socialismo se describe como prospero, sostenible y democrático. Lógicamente fue una continuidad del VI Congreso, al evaluar la implementación de los Lineamientos de la política económica y social del Partido y el Estado. Se reiteró que las misiones fundamentales del Partido serán el desarrollo de la economía nacional, junto a la lucha por la paz, la unidad y la firmeza ideológica.

El conclave revisó y decidió someter a debate público con toda la militancia y otros sectores de las organizaciones sociales, dos documentos que conceptualizan el modelo económico y social y establecen los parámetros para un plan de desarrollo de aquí al 2030.

Aunque ambos materiales son esencialmente políticos, no hay una alusión directa al modelo o sistema político cubano; obviamente es perfectible, pero no nos proponemos modificarlo.

Vale aclarar que mantenemos la convicción sobre la necesidad histórica de un partido único en nuestro país, por solo mencionarte uno de los temas que suelen generar más dudas o polémica en el exterior. Al respecto se pueden decir muchas cosas, solo te recuerdo que esta idea la enarboló y desarrolló José Martí cuando fundó el Partido Revolucionario Cubano a fines del siglo XIX, con el objetivo de unir a todos los compatriotas para desarrollar la «guerra necesaria», que procuraba no solo independizarnos de España sino de impedir a tiempo que los Estados Unidos se expandieran, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América; estoy parafraseando el concepto martiano que en rigor mantiene absoluta vigencia en tanto la lucha política a la que hoy estamos convocados sigue siendo, como entonces, por garantizar nuestra soberanía y derrotar los nuevos anexionismos que hoy nos quieren imponer y que intentan camuflajearse tras la fachada de nuevas organizaciones políticas que se hacen llamar «oposición leal», realmente tan contrarrevolucionarias como las tradicionales.

Las relaciones con los Estados Unidos son un proceso largo y complejo; observa que no utilizo la palabra normalización porque, hasta donde conozco, ellos no tienen relaciones normales con nadie. Sin restarle un ápice de importancia y complejidad debe decirse que este asunto como cualquier otra política está subordinada al enunciado con el que abrí la respuesta a esta pregunta, es decir, nuestro objetivo central es continuar construyendo el socialismo en Cuba; obviamente si mediante la normalización o como quieras llamarlo desaparece el bloqueo y tenemos un vecino que actúa con mayor civilidad, las posibilidades de lograr ese objetivo son mayores.

No obstante, lo anterior, debo decirte enfáticamente que nosotros seguiremos nuestra senda socialista, con bloqueo o sin bloqueo y que este debe ser eliminado como preámbulo para hablar realmente de normalización; asimismo deben devolvernos el territorio que ahora ocupan ilegalmente en Guantánamo, la única base militar en el mundo que opera contra la voluntad del gobierno y el pueblo donde está enclavada.

Estamos claros de que los desafíos son enormes y estamos conscientes que muchos esperan de nosotros el éxito en estos empeños. Al respecto quiero cerrar esta entrevista recordando lo que nos decía el compañero Fidel el día que se clausuró el VII Congreso: «A los hermanos de América Latina y el mundo debemos trasmitirles que Cuba vencerá.»

* Entrevista realizada en La Paz para el semanario boliviano La Época.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.