Sin vacilar. Apenas confirmado el resultado del balotaje, Tabaré Vázquez llamó a Mauricio Macri: «lo felicito por el impecable triunfo que tuvo». Seguro de que el líder de Cambiemos tiene «la más firme disposición para trabajar en conjunto con el gobierno uruguayo» y superar las diferencias que vienen dándose entre los dos países, Vázquez se […]
Sin vacilar. Apenas confirmado el resultado del balotaje, Tabaré Vázquez llamó a Mauricio Macri: «lo felicito por el impecable triunfo que tuvo». Seguro de que el líder de Cambiemos tiene «la más firme disposición para trabajar en conjunto con el gobierno uruguayo» y superar las diferencias que vienen dándose entre los dos países, Vázquez se dirigió a su Consejo de Ministros reunido en la localidad de Carlos Reyles, departamento de Durazno, el lunes 23 de noviembre: «Yo les pido a ustedes un fuerte aplauso por el presidente electo y el pueblo argentino». Obedecieron.
Enseguida, Vázquez se refirió a lo que percibe del nuevo vecino. «Muchas de las propuestas que ha hecho Macri son bien interesantes desde el punto de vista de una concepción progresista (…) No lo catalogaría ya de entrada como un gobierno ni neoliberal ni de derecha, creo que es un gobierno al que hay que prestarle atención a ver cómo se desarrolla, y me parece con una muy buena intención de llevar adelante políticas sociales». (1)
Las palabras del presidente tienen el peso de su investidura. Significa que, de aquí en más, hay una versión oficial. La autorizada. O sea, la «posición de Estado». Y que no caben desalientos por el arribo de la «nueva derecha» al poder.
Aunque sus declaraciones no cayeron bien en la tropa frenteamplista, ninguno de los que batieron palmas en el Consejo de Ministros lo contradijo. Tampoco la dirección del Frente Amplio. Macri ya no es el ícono empresarial, sinónimo de «lo peor»: ajuste, devaluación, privatizaciones, expropiación social, fondos buitres, impunidad. El silencio es vergonzante. Se entiende. Les duele acordarse que habían jugado todas las fichas en el casillero del otro aspirante. El que perdió: Daniel Scioli, candidato del «lumpen-peronismo». Porque la partida era entre «continuar avanzando» o dar «vuelta atrás». Tan explícita fue la apuesta en favor del kirchnerismo, que Vázquez recibió a Scioli en Montevideo -antes de la primera vuelta del 25 de octubre- como si fuera un jefe de Estado en funciones. O casi.
José Mujica también plantó su ficha. Menos protocolar, cruzó el río. Siguiendo los pasos de Lula Da Silva y Evo Morales, el «viejo sabio» se zambulló en la campaña electoral. El miércoles 7 de octubre, en el municipio bonaerense de Magdalena, compartió un acto con los partidarios kirchneristas. En breves declaraciones a los medios, Mujica admitió que su visita no era «desinteresada»; quería «un futuro «próspero» para Argentina y respaldaba «todo lo que le venga bien al país». Luego, visitó -junto a Scioli- una escuela agropecuaria que lo distinguía como «maestro agropecuario latinoamericano». (2) Nadie le pregunto cómo iba la «reforma agraria» en tierra oriental. Mejor para él. Le hubieran quitado la distinción. Porque mientras fue ministro de Ganadería Agricultura y Pesca (2005-2009) y presidente del país (2010-2015), la concentración-extranjerización de la tierra no hizo más profundizarse. Bajo sus gestiones, terminó de instalarse la «patria sojera».
Cuando el balotaje era un hecho, soltó nuevamente la lengua. Después de disertar en la universidad Science Po de París (3) y consultado sobre los comicios argentinos, lanzó su pronóstico: «Está complicado. Me preocupa lo que va a venir (…) «Si gana, lo quiero ver gobernar a Macri» (…) La historia indica lo siguiente: la única manera en la que los peronistas se juntan es cuando tienen uno al frente que no es peronista y le hacen la vida imposible». (4) Un arrebato de coherencia, hay que reconocerlo. Aunque se dice admirador del general Juan Domingo Perón y de sus «gobiernos sociales», Mujica tiene una pésima opinión del «fenómeno justicialista». Carga con el mismo antiperonismo histórico que impusieron en su momento el Partido Comunista y el Partido Socialista. Basta recordar que sus principales teóricos, así como numerosos intelectuales, lo caracterizaron como un movimiento burgués y semi-fascista, basado en el proletariado-lumpen y el sindicalismo gansteril. Los «descamisados» de Evita no eran otra cosa que objetos clientelares y, por tanto, la contracara de una «conciencia de clase». Esa mirada provinciana no cambió con el advenimiento del kirchnerismo amigo.
Tras la victoria de Cambiemos el 22 de noviembre, el jefe de los tupamaros volvió a parlotear: «Deseo lo mejor posible» para Argentina, pero siento temor por su estabilidad institucional (…) Es un dibujo político que no es fácil, que no es sencillo». Sin avanzar más en sus «preocupaciones», manifestó «de todo corazón» que a Argentina «le vaya lo mejor posible con su futuro gobierno que ha decidido que esté en su Presidencia el señor Macri». La hipótesis planteada por Mujica en su audición radial «Hablando al Sur», no fue compartida por el gobierno. Presuroso, el embajador uruguayo en Argentina, Héctor Lescano, un hombre del círculo de confianza de Vázquez (5), descartó que tras la victoria de Macri corra riesgo la estabilidad institucional de Argentina. «Creo que no hay ninguna posibilidad de eso, todo el proceso electoral transcurrió con absoluta normalidad», aseguró Lescano. (6) En cuanto a las prioridades del gobierno del Frente Amplio, apuntó que serían destrabar las exportaciones de algunas empresas uruguayas; acordar en las comisiones bilaterales los dragados de los canales y ríos; y el monitoreo medioambiental conjunto. Pero, sobre todo, «avanzar en el sinceramiento» del Mercosur.
Suspiro de alivio
Algo ya había adelantado, a escasos días del balotaje, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori. En una conferencia sobre «clima de negocios» en Uruguay – organizada por el gobierno y donde también expuso el director ejecutivo para Mercados Emergentes de JP Morgan, Franco Uccelli-, el gerente del progresismo dijo que no se trata de si «o estamos o no estamos» en el Mercosur, sino de que el Mercosur «pueda progresar en acuerdos comerciales». En tal sentido, notaba «una mayor disposición» de Brasil para ingresar en otras experiencias, por ejemplo con Europa. En cambio, marcó que «Argentina ha sido el obstáculo más importante que ha tenido el Mercosur hasta ahora», porque «su enfoque de política económica» enlenteció los acuerdos con otros bloques». (7) Aunque al final, exhaló un suspiro de alivio: «podría ser que en próximos tiempos veamos cambios en la actitud de Argentina». (8)
En efecto, la victoria de Macri ofrece «otras posibilidades» para el gobierno del Frente Amplio. Si Uruguay debe «profundizar y extender su inserción internacional», más allá del Mercosur y de su «estación inmediata», no cabe más que avanzar en las negociaciones Mercosur-Unión Europea, acercarse al Acuerdo Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés) o buscar integrarse a la Alianza del Pacífico, en la cual Uruguay mantiene status de «observador». Mostrando que el país está «abierto al mundo» y es gobernado por una fuerza sensata, de «centro de izquierda». Lejos de todo «aspecto populista». Es lo que reafirmó Vázquez en Francia, mientras desayunaba con empresarios en un evento organizado por la revista Politique International, el 29 de octubre. El mismo día, Astori repitió el libreto. Reunido en un almuerzo con los grandes patrones del Movimiento de Empresas de Francia (Mouvement des Entreprises de France, Medef, por su sigla en francés), dijo que «Uruguay ha venido abriendo su economía progresivamente al mundo en su conjunto» y «ofrece alternativas y opciones» para las inversiones por el «criterio estratégico» que ha adoptado. (9)
Lejos de aquel discurso «latinoamericanista» que marcó los comienzos del «ciclo progresista» en América del Sur, el «pragmatismo» volvió a cobrar fuerza. El deterioro de las aspiraciones «integracionistas» no puede ocultarse. Más que un dato coyuntural, resultado de las «restricciones» que impone la crisis capitalista internacional, las cifras indican un verdadero fracaso: el comercio entre países de la región no llega al 20%. Los principales destinos exportadores son China, Estados Unidos, Unión Europea y Rusia. Incluso para países que, con todo énfasis, defienden e integran el ALBA (Alianza Bolivariana para América).
Macri es un «aliado» en el cuadro de ese «criterio estratégico» marcado por el gobierno del Frente Amplio. Por más que no se compartan sus posturas reaccionarias respecto a Venezuela. La conocida adscripción al «libre comercio» y el fervor pro-norteamericano del próximo presidente argentino, favorecen la política de «diversificar los mercados» para los productos uruguayos y pone en definitiva retirada el relato sobre las «barreras ideológicas».
El «clima de negocios, sabido es, sortea cualquier obstáculo político. Y cualquier sentido de la decencia. Ya lo había mostrado Mujica, cuando el 12 de mayo 2014, en la Casa Blanca, se tomó la foto más importante de su vida. Con la que sueña todo «estadista» como él. Recibido por Barak Obama, jefe de la principal potencia imperialista, el «viejo guerrillero» obtuvo el premio que fue a buscar: meter las naranjas uruguayas en el mercado norteamericano. Los seis presos de Guantánamo fueron, apenas, moneda de pago. Mejor dicho: el «bagayo» a intercambiar. (10) Ahora lo dio a conocer sin tapujos: «Si yo lo cargo (a Obama) con el bagayo de Guantánamo, cuando le pido para venderles naranjas, ¡es bravo decirme que no! ¿Entendés? Eso no es corrupción directa, pero…» (11)
Así nomás, con absoluta frivolidad. Después puede contar que el capitalismo «es una enfermedad como la sífilis», que Putin «es una estatua» o que entre los líderes mundiales de la actualidad, «nunca hubo tanta mediocridad». (12) Se le tolera. Los dueños del poder necesitan predicadores como él: cercano a los pobres» y, a la vez, capaz de «bagayear». Mientras acuerda con los explotadores sentado en la misma mesa. Lo conocen bien y le escucharon decir: «Las discusiones sindicales no pueden ser solo sobre salarios (…) El trabajador se tiene que ir empezando a envolver de las dificultades y los logros que tienen las empresas para exigir que caminen y que además se reinvierta y se cuide. No podemos permanecer distantes de las vicisitudes de una empresa, cuando está en juego tanta cosa». (13)
El viernes 4 de diciembre 2015, en Santiago de Chile, Tabaré Vázquez visitó a la presidenta Michelle Bachelet, su amiga y «compañera». Acordaron estrechar los vínculos entre la Alianza del Pacífico -impulsada por Estados Unidos e integrada por Chile, Colombia, Perú y México- y el Mercosur en 2016, «cuando ambos países asumirán, respectivamente, las presidencias pro témpore de los dos bloques regionales». (14) Al mismo tiempo, firmaron un Acuerdo de Cooperación Triangular que les permitirá «apoyar a terceros países de América Latina y el Caribe en la erradicación de la desigualdad social y la pobreza». Los dos países, según Bachelet, «siempre han tenido un sentido de cooperación y solidaridad». Poco antes, en el mismo Palacio de la Moneda, Bachelet recibía a Mauricio Macri. Cuando el encuentro iba por la mitad, la mandataria chilena invitó a Vázquez. «Recuperemos, porque Uruguay fue muy castigado», fueron las primeras palabras que Macri dirigió a su colega uruguayo. Los tres se tomaron una foto en el Salón de Audiencias. Como si fuera una especie de «minicumbre» del Cono Sur. También coincidieron en un acercamiento entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur. Macri venía de verse con Dilma Roussef en Brasilia. En su cuenta de Twitter, el presidente electo comentó: «Nos espera una importante agenda para potenciar la región».
Temores latentes
De todas maneras, la derrota del kirchnerismo acarrea nubarrones económicos. Existe «preocupación» en el gobierno. Para empezar, «trastoca» el panorama de las inversiones procedentes del «país hermano». Según el Banco Central del Uruguay, el stock de inversión directa argentina pasó de U$S 2.404 millones en 2010 a U$S 5.357 millones en 2013, el dato actual disponible. Esta posición de inversión representaba el 27% del total. Le seguía el stock de origen brasilero (7%), español (6% y estadounidense (5%). Este flujo de capitales se instaló en los campos uruguayos, en el mercado inmobiliario y en el sistema bancario. (15)
Los empresarios agropecuarios argentinos, por ejemplo, ya saben que Macri irá bajando (hasta eliminarlas) las retenciones de ganancias a las exportaciones, y que pondrá orden en una economía en «estado de caos». Con ello, el campo uruguayo dejará de ser atractivo. «Hoy lo vuelve a ser Argentina, porque es más competitiva que cualquier otro país de la región, ya que hizo el ajuste de los precios, que entre 20% y 30% desde 2012», dijo el presidente de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales, Cristian Beláustegui. (16) También las restricciones para comprar dólares y sacarlos del país (vigente desde 2008) serán eliminadas. Macri aseguró que levantará «cepo cambiario».
A fines de setiembre 2015, el sistema financiero uruguayo tenía depositado U$S 4.520 millones de «no residentes» en el país. En su mayoría argentinos. Resulta claro que con el gobierno de Cambiemos la plácida siesta se verá amenazada. Los analistas coinciden: el nuevo presidente va a inyectar una «bomba de confianza». Walter Molano, analista de BCP Securities, en un informe elevado el 2 de noviembre 2015 decía: El enfoque de Macri será una terapia de choque macroeconómico. Él promete dejar flotar la moneda y eliminar subsidios a la energía enseguida que tome el cargo. Dirigido por un equipo de economistas brillantes, Argentina va a restaurar sus vínculos con la comunidad financiera internacional.» (17) Ergo, que los capitalistas volverán a invertir en su patria de origen. Es lo que teme el gobierno. Si bien las exportaciones uruguayas con destino a Argentina no llegan al 5% del total (los principales compradores continúan siendo China, Brasil, Europa y Estados Unidos), lo que late es un retiro de capitales argentinos radicados en Uruguay. Son las malas noticias del triunfo de Macri, aunque para Vázquez no sea ni antineoliberal, ni de derecha.
Una evidencia
En lo estrictamente político los temores se atenúan. Aunque la victoria de Macri, según la senadora del Frente Amplio, Constanza Moreira, sea un «retroceso». Tampoco existe peligro de contagio. En Uruguay, la «nueva derecha» al estilo Macri es raquítica; no mueve miles de personas en la calle como en Brasil, ni gana elecciones legislativas como en Venezuela; sus dos principales figuras, Pedro Bordaberry (Partido Colorado) y Luis Lacalle Pou (Partido Nacional), ni siquiera aprobaron el examen de las urnas hace un año. Por ahora, la derecha piensa en cómo «reorientarse» con vista a la próxima elección. En cuatro años. Hasta entonces, se ejercitan con interpelaciones a ministros y en comisiones que denuncian la corrupción en empresas públicas. La propia senadora -que disputó contra Vázquez la candidatura presidencial frenteamplista-, lo revela: «el Frente Amplio es un gran campo de batalla», donde «todos medimos fuerzas, la izquierda y los movimientos sociales (…) necesitamos tener un afuera con el que pelear». (18) En ese «afuera» nadie se le parece a Macri.
En todo caso, Moreira reconoce lo evidente «Lo que sí hay es un agotamiento del ciclo de un progresismo muy vinculado a un crecimiento económico bastante espectacular, que lleva unos doce años». Lo que permitió un «combo» de beneficios para los trabajadores y las capas sociales más pobres, «aunque quizás no llegó a producir una transformación estructural de la sociedad». (19). Es decir, que el «modelo de desarrollo» continuó siendo el heredado de los «años neoliberales». Y que la política «macroeconómca» es la misma que certifican las instituciones financieras de la mundialización capitalista.
Bastó que cayeran los precios de los commodities y aumentara el dólar, se enlenteciera la demanda china y Brasil entrara en recesión, para que el «modelo» empezara a crujir. Con el fin de la «bonanza» y, por tanto, del consumo incentivado, aparecieron los primeros números que dan cuenta de un «enfriamiento» económico: caída del PIB y de las exportaciones, aumento de déficit fiscal y restricción del crédito. La ley de Presupuesto (programa económico para los dos próximos años) que la senadora también votará en unos días -le guste o no-, es el camino de «ajuste gradual» elegido por el gobierno. Con las sabidas consecuencias sobre el ingreso de los trabajadores, el empleo, y las «políticas sociales». O sea: habrá más precariedad salarial y pobreza. En un «país productivo dónde, 600 mil trabajadores (55% de la fuerza laboral) ganan menos de dos salarios mínimos (20); y dónde el 49% de los niños que nacen pertenecen a «hogares vulnerables», es decir, pobres.
Tabaré Vázquez asumió con 78% de aprobación y, a menos de un año, tiene 36%. Es un indicador de que existe en la sociedad un «malestar creciente». Incluso entre los votantes frenteamplistas. Las huelgas en la educación -escuelas, liceos, universidad del trabajo- más las movilizaciones estudiantiles, marcaron en julio-agosto 2015 el punto más alto de esa «disconformidad». No obstante, faltan pruebas concluyentes para decir que la «hegemonía progresista» esté cuestionada. Mucho menos, de que el avance de la «nueva derecha» en la región tenga un aliento en el paraíso de la estabilidad político-institucional. El consentimiento social y la colaboración de los aparatos sindicales oficialistas que dirige el PIT-CNT, le confieren al progresismo la potestad de regular y amortiguar las múltiples señales de descontento y las expresiones de lucha popular.
Ernesto Herrera – Redacción de Correspondencia de Prensa
Montevideo, diciembre 2015
Notas
1) Entrevista en Voces N° 500, 26-12-2015.
2) Agencia EFE, 7-10-2015.
3) Mujica fue uno de los invitados a la tercera edición del foro «Europa-América Latina: los nuevos desafíos de las relaciones interregionales», organizada por el Centro de Investigaciones Internacionales (CERI, por sus siglas en francés) de Science Po y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
4) Infobae, 27-10-2015.
5) Dirigente del Partido Demócrata Cristiano. Fue presidente de la Comisión de Programa del Frente Amplio, y ministro de Turismo y Deporte durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez (2005-2010) y parte del ejercido por Mujica (2010-2015).
6) Valeria Gil, El País, 25-11-2015.
7) Conferencia inversión extranjera directa y clima de negocios en Uruguay. El País, 13-11-2015.
8) Ibídem.
9) Búsqueda, 5-12-2015.
10) Término despectivo. Se usa generalmente para designar a aquellos que hacen contrabando fronterizo en pequeña escala. A quienes lo practican se les llama «bagayeros». También se utiliza como expresión machista ante la fealdad de una mujer, o para designar algo innecesario y molesto.
11) Testimonio a Fernando Amado, diputado del Partido Colorado y autor del libro «El club de los millones. Ser rico en Uruguay». Sudamericana, 2015.
12) Entrevista en el programa «Salvados» del canal español La Sexta, bajo el título «Confesiones de un expresidente». Emitido el domingo 29 de noviembre 2015. El diario El País de Montevideo, adelantó partes de la entrevista el 27 de noviembre 2015.
13) Entrevista en «El Empresario», suplemento de El País, 5-4-2013.
14) El País, 5-12-2015.
15) Búsqueda, 5-11-2015.
16) Ibídem.
17) Ibídem.
18) Entrevista en Brecha, 4-12-2015.
19) Ibídem.
20) El Salario Mínimo Nacional (que rige desde el 1° de enero 2015) es $ 10.000 mensuales, equivalente a U$S 335.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.