Las elecciones municipales para Lima han polarizado las posiciones políticas dentro de la sociedad de clases entre derecha e izquierda e incluso dentro de la propia izquierda formal. No creo que esta nota cambie la tendencia del movimiento, pero como me dijera un camarada a quien respeto mucho, hay que sentar posición. Y en efecto, […]
Las elecciones municipales para Lima han polarizado las posiciones políticas dentro de la sociedad de clases entre derecha e izquierda e incluso dentro de la propia izquierda formal. No creo que esta nota cambie la tendencia del movimiento, pero como me dijera un camarada a quien respeto mucho, hay que sentar posición.
Y en efecto, los que apoyamos a Susana en el 2010 nunca creímos que Fuerza Social iba a realizar una revolución social. Es más, fuimos escépticos respecto a las reformas democráticas que se planteaba Susana no solo por su carácter de clase sino por la composición de su partido y su base social (clase media acomodada). Sin embargo, tenemos que reconocer que a pesar de la guerra sucia de la ultraderecha desde el primer día del 2011, a través de la revocatoria y otras estrategias oscuras y mediáticas, Susana no se amilanó y siguió adelante con las reformas como La Parada (aunque mal conducido), Transporte (Corredor azul, trabajadores en planillas), Parque Rímac, aumento de salarios para los obreros de la limpieza, etc. Que recién hoy ven la luz.
Es también verdad que Susana cometió varios errores políticos. Entretenerse en la zona rosa, «chotear» a los aparatos de izquierda, no construir estructura partidaria, hacerle el juego a la derecha venezolana y la reacción cubana (reunión con Yoani Sánchez), utilizar al Movimiento Sin Techo (MST) prometiendo Viviendas Populares, etc. Son solo algunos.
No obstante, permitir que lo más oscuro y populista de la derecha peruana regrese al municipio de Lima es no solo permitir que la misma acumule fuerzas en perspectiva del 2016 sino no comprender las diferencias políticas entre la derecha y Susana. No todo es blanco o negro. En medio de estos colores hay matices.
Es fácil desde la izquierda revolucionaria autoproclamarse a los cuatro vientos como los únicos revolucionarios. Sin embargo, la verdad es que el sectarismo izquierdista los condena al ostracismo y la cuestión insurreccional, como método de lucha, ha sido descartada por estos mismos militantes.
Por eso, el voto crítico por Susana, se convierte, en este contexto, en un voto por las limitadas reformas y por cerrarle el paso a lo peor de la política peruana: La DBA. Y de esta forma mantener espacios que le permitan a la izquierda revolucionaria articular fuerzas para la arremetida que se avecina en el futuro.
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