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Perú

La marea social

Fuentes: Rebelión

El alza de la marea social, le está costando mucho a Pedro Pablo Kuczynski. Por lo pronto, ya perdió casi 7 puntos en la encuestas de opinión, en las que cayó al 36% la estima ciudadana a su gestión gubernativa. Claro que, en algunos casos, puede interpretarse esta pérdida como la consecuencia de los conflictos […]

El alza de la marea social, le está costando mucho a Pedro Pablo Kuczynski. Por lo pronto, ya perdió casi 7 puntos en la encuestas de opinión, en las que cayó al 36% la estima ciudadana a su gestión gubernativa.

Claro que, en algunos casos, puede interpretarse esta pérdida como la consecuencia de los conflictos de maestros, médicos y trabajadores de la salud, que se juntaron; y en otros, como el resultado de una política exterior injerencista, que fue cuestionada por diversos analistas de la diplomacia internacional. Pero en verdad, fue una extraña suma de los dos factores, lo que incidió más claramente en el estado de ánimo de los peruanos.

De alguna manera la concentración celebrada el martes 8 de agosto en la Plaza San Martín, en repudio a la cita de cancilleres de algunos países de la región empeñados en condenar a Venezuela; permitió tener una visión más precisa del asunto: la gente rechazó en el mandatario peruano su obsesión por «ocuparse» del escenario exterior, sin hacer nada por encarar y resolver las demandas sociales de los trabajadores del magisterio, de la salud y otros.

Se la reprochó todo: desde el hecho que en el mensaje presidencial de Fiestas Patria dedicara un párrafo completo para atacar a Venezuela y expresar su «solidaridad» con los vecinos de ese país, hoy en el Perú; en tanto no dijo una palabra de las huelgas que, con fuerza, tocaban ya las puertas de las oficinas gubernativas peruanas.

¿Por qué para los venezolanos que llegan, todo; y para los peruanos en lucha, nada…? fue la expresión más sentida y reiterada en esa jornada. Y es que, en efecto, más allá de las simpatías o adhesiones que pudiesen concitar los trabajadores en lucha, la gente no entiende cómo el gobierno peruano dispone de asistencia moral y material para los desertores de la Patria de Bolívar, pero calla en todos los idiomas cuando se trata de un conflicto que mueve a millares de personas, no sólo en Lima, sino por lo menos, en 12 regiones del país.

Por eso, la caricatura de Carlos Tovar -Carlín- insertada en el diario «La República» del día siguiente, se convirtió en Viral en las redes sociales. Una enorme multitud protesta, ubicada ante las ventanas del Canciller Ricardo Luna, y las palabras de éste que, a sus homólogos de la región, les dice: «Hay que exigirla a Maduro que escuche la voz de su pueblo». Sí, claro, la voz de su pueblo, que PPK no escucha.

La cita de los Cancilleres fue, virtualmente, el Parto de los Montes. Al decir de los augurios de la «Prensa Grande». Habrían de salir «medidas concretas», contra la administración de Caracas; pero no salió nada. Apenas un texto formal de «toma de posición» contra el régimen bolivariano que bien pudo haberse escrito cinco años antes, o hasta en 1992, cuando el frustrado golpe reaccionario contra Hugo Chávez. El texto, sería el mismo: la condena al gobierno de Venezuela, su caracterización como dictadura, el llamamiento a rechazarlo, y su respaldo a las acciones sediciosas que se operan en el país llanero. Pero nada más. Ni ruptura diplomática, ni suspensión de relaciones, ni retiro de embajadores, ni abandono de vínculos económicos. Nada.

Palabras entonces. Meras palabras. ¿Hechos? Ninguno. ¿Acciones? Nada. Así de simple: sólo una sucesión de temas que incumben exclusivamente al pueblo venezolano y que no ameritan para nada una injerencia exterior. En otras palabras, la incapacidad para convertir en hechos, las proclamas más encendidas de las bandas sediciosas.

Por lo demás, ellas hicieron el ridículo. Se convocaron, inicialmente en la Plaza San Martín; pero no pudieron usar ese escenario que estaba colmado de maestros que podrían haberlos «sacado en quema». Se parapetaron, entonces, huérfanos de entusiasmo, en la reducida Plaza Francia, donde se congregaron más camarógrafos, fotógrafos, reporteros, periodistas y otros que manifestantes. Estos últimos, que no pasaron de muy pocas decenas, sumaron dos segmentos: el de los venezolanos residentes -de los 12,000 que están oficialmente en el Perú, asistieron 35- y el de los activistas del APRA convocados por el Presidente de la Asociación de Enemigos de Venezuela, que preside el congresista Jorge del Castillo. No fueron más de 10. Sus palabras, lanzadas al viento, fueron reproducidas por todos los medios de comunicación a su alcance, pero callaron ante lo que ya en ese instante, se preveía: el fracaso de la Cita de Torre Tagle. Flor de María Gonzales -la nueva Secretaria General del PC- hablaría por la tarde en la Plaza San Martin ante un auditorio por lo menos diez veces más numeroso.

En las plazas y las avenidas de la capital y en más de 12 ciudades del interior del país, se desarrollaron, en paralelo, las movilizaciones populares. Centenares de miles de Maestros, padres de familia, estudiantes, médicos, enfermeras, obstetras y activistas de la solidaridad de diversos segmentos, se juntaron para doblegar la resistencia del gobierno.

La huelga de los Maestros, por su duración -más de 40 días- por su extensión: casi 12 regiones del país y por su convocatoria; será quizá recordada como el mayor y mas grande conflicto social en lo que va del nuevo siglo. Fue antecedido por otras movilizaciones casi locales: Conga, Bagua, o las Bambas; pero comprometió en verdad a todo el país, de frontera a frontera.

Es claro que los maestros rebasaron largamente la estructura sindical -el SUTEP- que formalmente los representa; y es verdad también que en su lucha asomó un rasgo detectado desde antes: el sentido horizontal de la unidad. Ante la inopia de las «Vanguardias», las bases coordinan entre sí. Mientras los de «arriba» disputan cupos electorales; los de «abajo» enarbolaban legítimas banderas, y luchan por ellas.

¿Hay extremistas entre ellos? ¿Y qué se esperaba? ¿Qué los extremistas salieran a la calle a vivar a PPK, o a demandar su alianza con Keiko Fujimori? Si lo hicieran, no serían extremistas, sino simplemente idiotas.

A quienes dicen que los maestros en lucha son «terroristas», les respondió un ingenioso internauta mostrando una foto de la Avenida Abancay abarrotada de gente: «Aprovechen y tomen una foto a esta multitud, que nunca más y en ninguna parte del mundo, verán a tantos terroristas juntos».

Los Maestros constituyen un segmento secularmente explotado en la vida nacional. A José Antonio Encinas -una esclarecida figura del pensamiento peruano- se le atribuye una frase: «La más alta función a la que puede aspirar un ciudadano en una democracia, es la de Maestro de Escuela». Pues bien, en el escenario nacional, objetivamente, es la más baja. Sin hacer escarnio de ninguna actividad remunerada, un policía de seguridad, o una secretaria de empresa que inicie su oficio, percibe un ingreso salarial que, por lo menos, duplica al que obtiene un docente con 30 años de servicio, y que labora en los lugares más inhóspitos del país.

Que en profesionales que trabajan en condiciones tan paupérrimas, se incuben ideas«maximalistas» -como las llaman algunos analistas-, no debiera sorprender a nadie. Debiera más bien llamar la atención que haya personas que acepten esa realidad, y no estallen ante ella.

Por lo pronto, las «negociaciones» entre el gobierno y los maestros, han comenzado mal. El jueves, PPK conversó con los que NO están en huelga. Y más bien cerró las puertas a quienes SI hacen uso de esa herramienta de lucha. ¿Qué pretende? ¿Dividir al gremio? ¿Castigar a los docentes?. Es bueno que se le diga que ese camino, conduce a la derrota. La marea social terminará por ahogar al régimen.

Gustavo Espinoza M., miembro del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. http://nuestrabandera.lamula.pe

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.