Suele decirse así cuando asoma un hecho desfavorable, o cuando ocurre algo inesperado y negativo. Y cuando al suceso, se le vincula a intereses ocultos que digitan una acción malévola y contraria al sentido común. Pues bien, así podría considerarse lo acontecido en la semana que concluye. En un mismo día -el pasado miércoles 17, […]
Suele decirse así cuando asoma un hecho desfavorable, o cuando ocurre algo inesperado y negativo. Y cuando al suceso, se le vincula a intereses ocultos que digitan una acción malévola y contraria al sentido común. Pues bien, así podría considerarse lo acontecido en la semana que concluye.
En un mismo día -el pasado miércoles 17, aniversario del terremoto de 1966- se confirmó la fuga de César Hinostroza Pariachi -el de «Los Cuellos Blancos»- y se anuló la prisión dictada a Keiko Fujimori y los suyos, acusados de diversos delitos.
Se trata de dos hechos relacionados entre sí. De dos engranajes de una misma maquinaria. De dos eslabones de una misma cadena. Pero a ellos, la justicia ha preferido verlos inconexos y separados. ¿De quién habrá sido la idea?
El Juez Hinostroza habló recientemente de «la señora K», y debía identificarla de acuerdo a ley. Para no hacerlo, se fue Y, claro, Keiko Fujimori se vio beneficiada con la fuga porque la «duda» quedó flotando en el proceloso mar de las especulaciones ¿A quién se habrá referido? ¿Acaso a Miki Torres, el congresista de FP, a quien hoy socarronamente le llaman «Señora K»?
La resolución del Juez Sahuanay, leída fatigosamente la noche de ese día, pasó por alto dos hechos de significativa importancia: Como Keiko, el Juez huido, también aseguró que nunca fugaría del país.
Es más, su abogado, hasta ese mismo día aseguró que su patrocinado estaba en Lima, y que no viajaría a ninguna parte. Y el hombre arribada, orondo, al aeropuerto de Barajas, procedente de Amsterdam.
Con Keiko podría ocurrir lo mismo. Ella se fue varias veces a Estados Unidos y volvió, porque no peligraba su libertad. ¿Ahora, no podría tomar las de Villadiego, y quedarse en el norte?
Y lo otro, no resulta menos significativo: En una vivienda de Villa El Salvador, en la que vive no la secretaria personal de Keiko, sino gente vinculada a su familia; fueron encontrados expedientes aparentemente comprometedores que involucraban al Presidente Vizcarra.
¿Quién los puso allí? ¿Quién dispuso que fueran guardados en ese insospechado lugar? ¿Y cuál fue el propósito de esa decisión? ¿Acaso usarlos como arma de chantaje -o desprestigio- contra «El Presidente accidental»·, como lo llamó el Dr. Abanto, abogado de los acusados?
Ambos hilos de una misma madeja conducen a lo mismo y aconsejarían -cautamente- mantener a Keiko Fujimori privada de su libertad ¿Acaso no estuvo nueve meses privada de ella Nadine Heredia con menos estructura mafiosa a su espalda?
De todos modos, una cosa debe estar clara. La resolución de la Sala Plena, no ha exculpado a Keiko de nada. Ni la ha declarado inocente. Ha juzgado, tan sólo que la decisión anterior tuvo errores, y fue defectuosa. Por eso la anuló, y dispuso un nuevo procedimiento.
Sin razón alguna, se precipita, la Mafia, a cantar victoria. No siempre la cola del diablo podrá salvarla.
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