En el punto álgido de la larga guerra civil de Guatemala, Candelaria Jax, con 14 años entonces, huyó de su aldea tras oír que el ejército estaba violando y asesinando a las mujeres jóvenes de la zona. Era 1976 y había aceptado un trabajo de media jornada como empleada del servicio doméstico en la capital, […]
En el punto álgido de la larga guerra civil de Guatemala, Candelaria Jax, con 14 años entonces, huyó de su aldea tras oír que el ejército estaba violando y asesinando a las mujeres jóvenes de la zona.
Era 1976 y había aceptado un trabajo de media jornada como empleada del servicio doméstico en la capital, pero años después cuando su marido la abandonó con sus hijos pequeños, aceptó un trabajo a jornada completa que le ofreció una mujer de la colonia (barrio) Santa Rita, en el extremo occidental de Ciudad de Guatemala.
«Me prometió que me pagaría bien y que me daría todas las prestaciones que me correspondían, mi bonificación de Navidad, vacaciones pagadas, horas extras pagadas. Le creí. Me dijo que iba a trabajar desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde. Acepté», explica Candelaria.
Pero pasada una semana, a Candelaria le dijeron que trabajaría desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la tarde, sin comida y sin aumento de sueldo.
«Muchas veces me dejaban sola en la cocina sin nada que comer, no les importaba… La mujer siempre me decía que sin ella yo no tendría dinero», cuenta.
Tres años después, Candelaria fue despedida sin motivo alguno y sin consideración de sus peticiones de salario, prestaciones, horas extras y compensaciones.
«Estaba muy preocupada y muy triste», recuerda. «Para mí, sus hijos ya eran parte de mi familia. Ni siquiera me dejaron despedirme de ellos», recuerda.
Candelaria se sintió impotente y no supo a quién recurrir para obtener ayuda hasta que oyó hablar de la Asociación de Trabajadoras del Hogar, a Domicilio y de Maquila (ATRAHDOM), una organización de la sociedad civil auxiliada y apoyada por el Fondo para la Igualdad de Género de ONU Mujeres, que lucha por garantizar mejores condiciones para las trabajadoras domésticas.
Esta asociación la ayudó a presentar una reclamación ante el Ministerio de Trabajo, llevar su caso ante los tribunales y sobresalir. Sin embargo, su lucha aún no ha culminado.
«Transcurridos tres años, me dijeron que había ganado el juicio (en 2017) y que recibiría una compensación de 56.000 quetzales (7.200 dólares)… Sin embargo, todavía no me han pagado», afirma Candelaria, actualmente de 55 años y madre de ocho hijas e hijos.
La Coordinadora de ATRAHDOM, Maritza Velásquez, explica que no hay manera de obligar a los patronos a cumplir las sentencias.
«Debemos elevar el caso a otro nivel, a fin de que sea el Estado quien pague a Candelaria sus prestaciones», afirma. Añade además que se necesitan nuevas leyes y su debido cumplimiento para mejorar la situación de las trabajadoras domésticas. Velásquez señala que el decreto del Código de Trabajo sobre el trabajo doméstico tiene más de 73 años de antigüedad y nunca se ha reformado.
«La ley que incumbe a las trabajadoras domésticas es discriminatoria, se basa en pautas culturales de un sistema patriarcal. Puesto que el trabajo doméstico no se considera un trabajo calificado, no es reconocido al mismo nivel que otras divisiones del trabajo», explica Velásquez. ATRAHDOM ha presionado a favor del cambio.
La situación ahora
Según cifras de las autoridades nacionales, del conjunto de 246.579 trabajadoras y trabajadores domésticos de Guatemala, 96 por ciento son mujeres.
El proyecto de ley 4981 tiene como objetivo mejorar las condiciones del sector laboral en lo que respecta al salario, las bonificaciones, los días libres, los descansos, la seguridad social, el trato y la protección de menores, migrantes e inmigrantes, entre otras prestaciones.
Con el apoyo de ONU Mujeres y el Fondo para la Igualdad de Género, dicho proyecto de ley consiguió llegar a la fase de segunda lectura en el Congreso en 2016. No obstante, desde entonces no ha avanzado.
«Quienes hacen las leyes piensan en sus (propios) hogares, por lo que no quieren pagar mejores salarios ni mejorar las condiciones (de las trabajadoras domésticas). Quieren tener jornadas de servicio de más de 18 horas», afirma Velásquez.
Añade que el 90 por ciento de las trabajadoras domésticas tiene un sueldo inferior al salario mínimo, no tiene vacaciones ni horas extras pagadas y tampoco recibe ningún tipo de prestación de seguridad social.
Activista sindical durante más de 35 años, Velásquez fundó ATRAHDOM en 2009 junto con otras compañeras sindicalistas con el fin de ofrecer capacitación, mentoría y acompañamiento jurídico a las trabajadoras domésticas.
Crearon dos sindicatos nuevos: uno para las trabajadoras domésticas y otro para las mujeres que trabajan en maquilas (fábricas donde existe explotación laboral).
Entre sus actividades, han defendido la ratificación de Guatemala del Convenio 189 de la OIT sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos y, como parte del proyecto del Fondo para la Igualdad de Género, han brindado asistencia jurídica a 22 trabajadoras domésticas.
De los 22 casos que han atendido, hasta la fecha 17 de ellos han ganado sus reclamaciones jurídicas contra infracciones laborales.
«Las trabajadoras y los trabajadores deben tener acceso a la seguridad social para satisfacer sus necesidades sanitarias e incluir la previsión de accidentes, para poder jubilarse, contar con horas de trabajo y de descanso más definidas, así como tiempo para estudiar y recibir capacitación, entre otras prestaciones que figuran en el Convenio 189», afirma Velásquez.
Aires de cambio
Otra de las beneficiarias de la asociación ATRAHDOM, Suleima Ojer, se ha convertido en una destacada defensora del Convenio 189, a menudo narrando sus propias experiencias trabajando desde las 5 de la mañana hasta las 11 de la noche por menos de nueve dólares al mes.
También explica cómo su patrono intentó violarla.
«No tenía a nadie que me dijera cómo denunciar los abusos y el acoso sexual, ni nadie que me enseñara que podía reclamar mis derechos», afirma. Recibió capacitación sobre derechos laborales en ATRAHDOM, donde posteriormente fue contratada como técnica.
Los esfuerzos de activismo de ATRAHDOM, entre ellos alianzas y campañas estratégicas, han contribuido a que 75 miembros del parlamento respalden la iniciativa legislativa de ratificar el Convenio 189 durante la segunda lectura del proyecto de ley 4981.
Asimismo, tras extensos estudios y consultas, la organización elaboró una propuesta normativa para garantizar un salario mínimo a las trabajadoras domésticas.
«La colaboración con ATRAHDOM forma parte de los esfuerzos que el Fondo para la Igualdad de Género realiza en todo el mundo para abordar la invisibilidad del trabajo doméstico y garantizar el trabajo decente y la protección social para las trabajadoras domésticas», explica la directora del Fondo para la Igualdad de Género, Nancy Khweiss.
Desde su creación en el 2009, el Fondo para la Igualdad de Género ha respaldado 14 proyectos centrados en las trabajadoras domésticas. Con el apoyo del Fondo para la Igualdad de Género desde enero de 2016, ATRAHDOM ha llegado a más de 3.000 mujeres en Guatemala.
Este artículo fue publicado originalmente por ONU Mujeres. IPS-Inter Press Service lo reproduce por un acuerdo especial con ONU Mujeres.