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En los últimos años, El Salvador ha experimentado un cambio drástico en su política de seguridad, encabezado por el presidente inconstitucional, Nayib Bukele. A través del Régimen de Excepción, su administración ha implementado medidas que han sido señaladas a nivel nacional e internacional como estrategias de represión y control social, limitando profundamente los derechos y libertades de la población.
El régimen de Bukele, lejos de ser la promesa de cambio y seguridad que muchos esperaban, se ha convertido en una máquina despiadada que produce violencia, muerte y desesperación. Bukele no es solo el artífice de una dictadura que ha destruido la institucionalidad democrática en El Salvador; es el responsable directo de una ola de crímenes que buscan garantizar su permanencia indefinida en el poder.