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Más allá de las versiones en torno a los sucesos de Juli e Ilave, las ceremonias fúnebres del 8 de marzo, adquirieron un carácter simbólico.
A algo más de dos meses de instaurado por la fuerza el régimen vigente, bien puede asegurarse que asoman nítidamente los colmillos del lobo que le enmarcan el rostro.
Aún se recuerda el caso de una destacada figura del fujimorismo que se preciaba de contar con una prodigiosa inteligencia.
Se usa la expresión “gato por libre” para significar un engaño deliberado, una trampa destinada a hacernos consentir una cosa por otra, a manera de burla, valiéndose de nuestra buena fe, ingenuidad, falta de dominio del tema o simple credulidad.
Algo le ocurre a la ultraderecha peruana que busca embrollar cada cosa para arrancarle un provecho cualquiera, lo que no la lleva sino a caer en el ridículo. Una manera de salir trasquilado, habiendo ido por lana. Veamos.