Ilka Oliva Corado

Artículos

No tienen contratos, les dan trabajo de palabra y les pagan lo que el empleador quiere. Son los que más trabajan y los que menos dinero generan. Son los latinoamericanos que trabajan en construcción en Estados Unidos. Sus cuerpos como de niños, como de adolescentes recién en desarrollo, la piel pegada a los huesos, bajos de estatura y hasta un poco enclenques si se les mira bien.

En el mundo de los indocumentados es difícil tener amigos, entablar conversaciones con desconocidos, crear lazos emocionales con otros; por la misma situación y el miedo de ser descubiertos sin documentos y ser deportados es difícil confiar en otros.

Guatemala

Lleva apareciendo en mi televisor varias semanas, pero me hago la desentendida y busco películas por otro lugar, es un documental sobre la violencia que vivieron las comunidades indígenas en Guatemala en el tiempo de dictadura.

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En un día a día donde el odio se reproduce como polvareda, cuando las armas son lo común, encontrarse a personas que eligen crear en lugar de cortar, estancar, arrancar y estorbar es algo maravilloso. Porque crear es sembrar una semilla que germinará; es como reforestar.

Serie Las Insurrectas

No ofrecen, no tocan las puertas de las casas, solo caminan en medio de la calle con sus canastos, con sus espaldas erguidas y sus yaguales, o grandes delantales.

La famosa frase “quédate en casa” se puede decir desde la comodidad económica, pero no desde la necesidad. Quien vive al día tiene que salir a trabajar, porque o se muere por el virus o se muere de hambre. El indocumentado en cualquier lugar del mundo, está por debajo del ser humano, no se cuenta como persona más que como el lomo que hay que reventar a punta de trabajo.

Estamos viendo la calamidad y el descaro como lo hemos visto otras tantas veces. ¿Qué nos ha enseñado este tiempo de pandemia? Nada. De las tantas lecciones por aprender no hemos querido aprender ninguna. ¿Que cambiará el mundo después de esto? Puros cuentos.

¿Era lo que se imaginaban? Les pregunto a los migrantes indocumentados que voy conociendo en el camino. No. Me contestan seguros. Pero ya estamos aquí y hay que hacerle gancho porque allá no hay nada. Terminan reafirmando desolados. La angustia, el miedo, la ira, la tristeza son emociones que acompañan a los migrantes indocumentados en su día a día.

Claro que sí, vivimos una pandemia y la hemos vivido siempre, pero de cinismo, insensibilidad y doble moral.

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