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SÍDNEY / KUALA LUMPUR – Tras un cuarto de siglo de estancamiento económico, la recuperación económica de África a principios del siglo XXI estaba bajo gran tensión incluso antes de la pandemia, debido a los nuevos acuerdos de liberalización comercial, la caída de los precios de las materias primas y el grave estrés medioambiental.
La subida de las tasas de interés y otras medidas de las autoridades financieras de los países ricos para contener la inflación amenaza con llevar a los países del Sur en desarrollo a otra década perdida, como lo fue la traumática de los años 80.
Las autoridades deberían frenar el poder de las empresas, mejorar la competencia y proteger a los más vulnerables.
Supeditar la respuesta a la compleja crisis actual al dogma de contener la inflación, lleva a la economía mundial al borde de la recesión.
SÍDNEY / KUALA LUMPUR – Los acuerdos de junta monetaria de estilo colonial han permitido la continua explotación imperialista décadas después del fin del dominio colonial formal. Estos sistemas monetarios neocoloniales persisten a pesar de las modestas reformas.
La explotación de los países de África por las metrópolis coloniales primero y por el neocolonialismo de Occidente, mantienen a sus poblaciones sumidas en la pobreza.
La ayuda al desarrollo se ha convertido en nuevo campo de batalla de la nueva Guerra Fría que protagonizan China y Estados Unidos. Beijing avanza con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, su nueva ruta de la seda, Washington lo intenta con la nueva Asociación para la Infraestructura y la Inversión Globales, a la que ha sumado al resto del Grupo de los Siete.
SÍDNEY / KUALA LUMPUR – Considerados durante mucho tiempo como un medio para buscar ventajas con el pretexto de proporcionar un beneficio mutuo, los acuerdos de libre comercio (TLC) comienzan a utilizarse cada vez más como armas económicas en la nueva Guerra Fría que está surgiendo en el mundo.
La tasa del impuesto mínimo global a las corporaciones transnacionales, propuesta por la OCDE, se considera regresiva e injusta para los países del Sur global donde tienen su producción, porque el tributo como se ha concebido solo beneficiaría a los países ricos donde tienen su origen.
Estados Unidos puede tener un problema inesperado con la exclusión de Rusia del sistema Swift: que se ponga en cuestión la primacía del dólar para los pagos internacionales más de lo que ya lo está.