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La CEPAL tuvo, desde su creación, una posición crítica frente a las realidades latinoamericanas.
En las elecciones presidenciales de segunda vuelta efectuadas el 19/12/2) en Chile, no solo confrontaron dos candidatos: el izquierdista Gabriel Boric y el ultraderechista José Antonio Kast, sino, evidentemente, dos modelos de economía y de sociedad.
El año 2021 en América Latina concluye con algunos procesos de distinto alcance. Destaca, ante todo, la preocupación por las vacunas contra el Covid-19, un asunto asumido por casi todos los gobiernos, aunque en Brasil el presidente Jair Bolsonaro persistió en sus políticas de minimizar los riesgos de salud para privilegiar el funcionamiento de una economía colocada al servicio de las elites empresariales y del capital transnacional.
Existe una enorme diferencia de conceptualizaciones en América Latina sobre el papel del Estado en la economía, con respecto a lo que se formula y se sigue en los países del “primer mundo”.
La fundación de Quito daba inicio a la vida colonial, que se había levantado sobre un atroz proceso de conquista.
Como se conoce, América Latina es la región más inequitativa del mundo. Esa realidad tiene una larga formación histórica que deriva de la época colonial.
Los monarcas absolutos de Europa, durante la época del despotismo ilustrado (segunda mitad del siglo XVIII) y con el propósito de preservar el Antiguo Régimen, decidieron impulsar políticas para el progreso material de la nación, pero acompañadas con beneficios sociales. Servían al pueblo, pero no permitieron ningún acceso al poder. La frase que les identificó fue: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Ha crecido en Ecuador el cultivo de la memoria sobre la masacre de trabajadores ocurrida el 15 de noviembre de 1922 en la ciudad de Guayaquil.
Después de las independencias latinoamericanas, la construcción de las diversos Estados durante el siglo XIX confió en las iniciativas económicas de los sectores privados. Pero todos los países estaban dominados por clases terratenientes, grandes comerciantes y algunos banqueros, ya que las economías de la región eran básicamente precapitalistas y, además, oligárquicas.
La Doctrina Social Católica (DSC) se fundamenta en la Biblia, aunque se reconoce que la inauguró el Papa León XIII con la Encíclica Rerum Novarum (1891), en la cual se condenó al liberalismo y al socialismo, al mismo tiempo que se alentó la intervención del Estado para orientar la justicia, armonizando a patronos y trabajadores, pero inclinándose por éstos, a los que había que reconocer descansos, un salario justo, asociaciones obreras, pero no huelgas.