Manuel Ruiz Robles

Artículos

La fuga del rey Juan Carlos deja huérfanos y sin argumentos serios -si es que alguna vez los tuvieron- a los “republicanos” vergonzantes, ayer “juancarlistas” hoy devenidos en “felipistas”.

Europa nos observa perpleja. Los sórdidos escándalos del rey Juan Carlos I ponen en evidencia la falta de legitimidad de un cargo no electo que tiene además carácter hereditario. Un cargo de jefe de Estado, pretendidamente garante del ordenamiento constitucional que, según la Constitución, le correspondía como jefe supremo de las Fuerzas Armadas.

El régimen del 78, producto de una reforma de la dictadura, presenta claros síntomas de asfixia, víctima de sus contradicciones internas.

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