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La guerra en Gaza habría sido diferente si la sociedad palestina se hubiera desmoronado ante la maquinaria bélica, se hubiera fragmentado en facciones combatientes o se hubiera desesperado ante presiones imposibles: guerra, destrucción sin precedentes, hambruna aguda, etc.
Antonio Gramsci no era un filósofo profesional. Su intelecto estaba refrescantemente situado dentro de un sesgo inherente hacia la gente común, las clases «subalternas», en particular la clase obrera. Sostenía que todas las personas son esencialmente intelectuales, en el sentido de que todas poseen las facultades intelectuales para el pensamiento racional y la deducción, aunque […]
Israel ha descrito su claramente deliberado asesinato de siete trabajadores humanitarios el 1 de abril como “un grave error”, “un trágico acontecimiento”, algo que “ocurre en guerra”. Es evidente que Israel está mintiendo. Toda esta llamada guerra –en realidad un genocidio– en Gaza ha estado basada en una serie de mentiras, que Israel insiste en seguir haciendo creer.
Lo que está ocurriendo en Gaza está destinado a ocupar un lugar en los libros de historia: un relato épico de una pequeña nación sometida a un largo y brutal asedio durante muchos años, que se enfrenta a una de las mayores potencias militares del mundo. Y, sin embargo, se niega a ser derrotada.
Durante décadas la lucha por la liberación de Palestina se entendía justamente como parte integrante de la lucha global por la liberación, principalmente del Sur Global.
Es totalmente erróneo afirmar que el actual intento israelí de desplazar a todos o a muchos refugiados palestinos de Gaza al Sinaí es una idea nueva, obligada por las circunstancias recientes. El desplazamiento de palestinos o, como se conoce en el léxico político israelí, el “traslado”, es una idea antigua, tan antigua como el propio Israel.