Xi Jiping citó un proverbio chino en la reunión del BRICS en Johanesburgo después de la admisión de los nuevos miembros «Ninguna montaña puede impedir el curso y el crecimiento de un río». Luego añadió “la lucha es inevitable porque es una lucha noble y necesaria».
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Las noticias sobre una grave crisis en el escenario económico chino han protagonizado la actualidad mediática de medios importantes en Occidente. El momento de los deseos y las especulaciones se suceden estos días, al igual que lo han hecho en el pasado.

En todo el mundo se ha visto el horror de los incendios descontrolados en la isla hawaiana de Maui: la histórica ciudad, Lahaina ‒antiguamente la capital del Reino de Hawái‒, totalmente calcinada; la gente tratando de huir al océano o en coche; automóviles ardiendo y muchas cosas más. El número de personas muertas contabilizadas había superado ya las 111 el 17 de agosto, con lo que este ha sido el incendio más mortífero de EE UU en más de un siglo.

Un ejercicio de pensamiento utópico, cargado de urgencia y de realidad, para interpretar nuestros límites y futuro en este planeta.

Hablando con algo de claridad en este ambiente confuso, resulta que la llamada globalización es el instrumento para consolidar el protagonismo único del capitalismo, controlado y dirigido por una minoría que domina el mundo desde la posesión del gran capital.

El concepto de libertad para Washington y con ello lo que las empresas de ese país entienden, con el lobby sionista detrás de sus acciones, refiere al sometimiento de los dictados y decisiones que este contubernio trata de imponer al mundo.

“Trabajad, trabajad, proletarios, para aumentar la fortuna social y vuestras miserias individuales; trabajad, trabajad para que, haciéndoos cada vez más pobres, tengáis más razón de trabajar y de ser miserables. Tal es la ley inexorable de la producción capitalista” (Paul Lafargue)